DEMOCRACIA, PARTIDOS Y ELECCIONES EN EL MÉXICO DE HOY

LA REFORMA ELECTORAL DE 1996


CONCLUSIONES.

Por Rogelio Mondragón

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La reforma electoral 1996, avanza sobre todo en la composición de los órganos y autoridades electorales (IFE y TRIFE); en cuanto al Distrito Federal se nota también un avance significativo. Sin embargo, trataré de apuntar algunas de las carencias que a mi juicio(poco autorizado), existen en esta reforma.

Siguen existiendo limitantes en cuanto a las coaliciones, y aunque se ha flexibilizado la postura del gobierno y del partido mayoritario, aún no se alcanza el grado de facilidad con que las candidaturas comunes se formaban antes de 1989. Por otro lado, la redistritación del país será algo que aunque no se incluyó en la ley ni en los acuerdos, deberemos revisar con cuidado en los próximos meses.

En cuanto a la composición de las Cámaras, no se efectuó un cambio considerable que tal vez debería haberse dado. La asignación de 32 lugares más en el senado es de poca relevancia si lo que se quiere destacar es una mayor proporcionalidad. En cambio, es importante contrastarlo con la sobrepoblación de la cámara que resulta un precio muy caro para el pequeño grado de proporcionalidad conseguido. Dieter Nohlen nos dice que todas las reformas en el mundo se dan a un ritmo lento hacia la representación proporcional y de forma incremental. Pero la forma incremental no debe serlo en número, sino en proporcion. Existen tantas combinaciones para aumentar la proporcionalidad, inclusive rescatando la fórmula de mayoría relativa con la misma cantidad de senadores que hace años, que no existen motivos para ampliar la nómina. De igual forma, las cinco circunscripciones para la votación de diputados de representación proporcional, sólo consiguen filtrar la proporcionalidad en cinco grandes distritos. Si la cantidad de escaños de representación proporcional se asignara a partir de la votación total nacional, al menos esos 200 curules guardarían un grado importante de proporcionalidad.

La permanencia de los distritos uninominales y de las votaciones de mayoría relativa en el caso de los diputados y los senadores, se justifica por la cercanía que implica esta fórmula entre el elegido y el elector. Pero cabe destacar que esta cercanía, al menos en el caso mexicano no existe, ya que tampoco existe una carrera parlamentaria. El representante no se acercará a sus electores, ni hará suyas las demandas de la población, si de cualquier forma, éste no podrá ser reelecto de forma inmediata. Así pues, la no reelección inmediata además de castigar al representante, castiga al elector. Esta desventaja se hace notar también en la poca profesionalización y capacidad de todos los grupos parlamentarios.

Tampoco hubo grandes avances para reforzar el trabajo del fiscal especial. Este, por ser designado y destituido libre y directamente por el Presidente, carece de la independencia mínima para desempeñar su trabajo de manera eficiente. Esta grave carencia corresponde a un problema aún más grande que es el de la contradicción entre la labor del procurador y la de ministerio público. En un buen número de países latinoamericanos se ha resuelto esta contradicción, separando esas dos funciones en dos instancias distintas.

Existe también, cierto descontento porque un sólo partido utilice los colores patrios. E independientemente del grado de relevancia que esto tenga, cabe apuntar que un partido debe ser "una parte" del universo político de un sistema. Así que si el PRI está dispuesto a considerarse por primera vez como "una parte" deberá dejar de usar los colores de la bandera nacional, que hacen que se identifique a un partido con la nación.

En la reforma del D.F. también existen carencias importantes. La designación de las autoridades administrativas intermedias (delegados), aún será una tarea del Poder Ejecutivo local. Sin duda, hacer que estos puestos se consiguieran por votación de la población sería mucho más productivo que la existencia de los consejeros ciudadanos del DF. Por último, debe hacerse notar lo circunstancial de algunas reformas, como en el caso de la prohibición de que algún regente pueda postularse para la gobernatura del D:F: Es ampliamente conocido que esta reforma tiene destinatario con nombre y apellido y que es una forma bastante irregular de sacar de la jugada a los competidores electorales.

Es evidente que ésta no será la última reforma electoral. No sólo quedan muchos pendientes, sino que dada la integración de asuntos tan específicos y técnicos dentro de la Constitución, ésta tendrá que modificarse al menos por cuestiones de actualización. "No creo que las constituciones deban dar lo que la legislación ordinaria debe proporcionar; creo que cuanto más establezcamos una constitución llena de regulaciones y promesas, tanto más propiciamos que no se las cumpla", (1) ,dice Sartori. Pero esta práctica se ha dado por la desconfianza de los actores políticos en el sistema político y en la disposición del partido mayoritario y el gobierno. En todo caso, en 1997, México será nuevamente el laboratorio electoral que nos dirá que tan acertadas fueron las reformas.

Sartori nos dice también que las constituciones "son , ante todo, procedimientos cuya intención es la de asegurar un ejercicio controlado del poder"(3) , lo que significa una distribución equitativa del poder. Sólo hasta que se consiga un verdadero control del poder por la vía constitucional y exista una distribución equitativa del mismo, podremos hablar de una reforma definitiva.


NOTAS

1 SARTORI, Giovani. "Ingeniería Constitucional Comparada". FCE 1984. p 214.

2 SARTORI, Giovani. op.cit. p 217.

3 BOBBIO, Norberto. "El Futuro de la Democracia". FCE: 1984. México, l986. p 14.


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El autor es egresado de la carrera de Ciencia Política por la UNAM.