La Hormiga
Peter se despertó sobresaltado y sudoroso. Se sintió incómodo en aquella oscuridad impenetrable y no supo porqué. Se debía haber caído de la cama puesto que sentía el suelo duro y barnizado de su dormitorio. Se puso en pie, aún sin ver nada, y suponiendo su posición tanteó a su espalda en busca del interruptor de la luz que había a la izquierda de su cama, sin embargo, todo lo que pudo sentir es que sus manos no tocaban nada, allí donde debería haber habido un interruptor para encender una pequeña lámpara de leer encima de su cama de matrimonio sólo había oscuridad. La incomodidad aumentó con la sensación de desorientación y, ya sin orden, empezó a alargar sus brazos ciegos hacia todas partes sin encontrar ningún obstáculo ni objeto, sólo el suelo parecía existir en aquel lugar que definitivamente no era su habitación. Nervioso y con un agobio inusual anduvo varios pasos en todas las direcciones sin ni siquiera tropezar con algo. No encontró columnas, ni paredes, ni mesas, ni sillas, ni demás artilugios que normalmente se encontrarían en un espacio cerrado ( y esto último lo dedujo por el calor y la nula ventilación ). Volvió a sentarse y tanteó el suelo, y al encontrar diminutos agujerillos al pasar la mano ratificó que no estaba siquiera en su casa. Intentó tranquilizarse respirando lenta y profundamente mientras trataba de recordar cómo había podido llegar ahí. La noche anterior se había acostado como siempre a las 11:30 después de ver un rato la tele y leer dos capítulos más del libro “Críticas a la Teoría de la Relatividad” de Omato Cifosi. Los recuerdos se le aparecían claros y precisos, incluso recordaba como había tirado el libro desde la cama cuando sintió que le pesaban los ojos. El pasado estaba claro pero ¿ Y el Presente ? Después de otro paseo infructuoso decidió que si gritaba alguien lo oiría y acudiría a ayudarlo. Al principio sólo susurró y el mismo sonido de su voz le asustó entre todo aquel silencio. Poco a poco se fue armando de valor y hablo más alto - ¿ Hay alguien ahí ? - y finalmente comenzó a gritar al darse cuenta de que nada de lo anterior daba resultado. Pasó el tiempo y siguió gritando hasta que, al cabo de lo que creyó ser una hora, se cansó y se acurrucó en el suelo con las lágrimas a punto de salírsele de los ojos y con un angustioso nudo en la garganta. - ¿ Dónde diablos estoy ? - Se preguntaba constantemente. Pasó un tiempo y seguía ahí abrazándose las piernas, y en el momento en el que sus esperanzas empezaban a morir escuchó un ruido a lo lejos. En otras circunstancias no se habría percatado de aquel sonido sordo y breve casi inaudible, pero en el estado actual era algo a lo que agarrarse desesperado. No se atrevió a respirar y volvió a escuchar los latidos de su corazón, altos y claros, que llegaron a producirle náuseas. Otro sonido idéntico al anterior surgió de nuevo. Fuera lo que fuese no quería asustarlo si era algo o alguien animado y permaneció callado esperando una confirmación visual a los ruidos. De pronto una luz cegadora surgió de donde antes sólo había habido Oscuridad e hizo que Peter gritase de dolor y se protegiese los ojos con las manos, entonces escuchó unas voces gangosas e inteligibles llenas de eco y tono grave, parecían dos y se alternaban como en un diálogo. Entendió perfectamente a una de ellas cuando dijo. - El Supremo nos ha mandado hablar en su lengua, Aigor.- Y a la otra cuando respondió. - Está bien, Sérat, es simplementes que no mes aclaro con las es finales. Llevémoslo a la Sala des los Diálogos tal como nos han dicho.- Para entonces Peter, aunque con la visión muy nublada, comenzó a vislumbrar dos figuras oscuras, delgadas y altas que se movía de vez en cuando con suaves bamboleos. En ese momento las dos figuras se dirigieron hacia él, que se encontraba en el suelo todavía hecho una bola, y una de las dos figuras oscuras le dijo en perfecto Esperanto.
- Señor Peter Nayam, acompáñenos, por favor. - Peter sólo pudo responder con balbuceos mientras intentaba abrir un poco más los ojos y acostumbrarse a la luz que inundaba generosa todo el espacio.
- Señor Nayam, - Dijo la otra figura.- no tenga miedo, Aigor ayúdalo a levantarse.
Peter sintió que unas huesudas manos muy fuertes lo agarraron de las axilas y lo levantaron como a una pluma, sus brazos cayeron sueltos y, poco a poco, después de guiñar mucho los ojos logró ver con claridad. Lo primero que vio le dio un vuelco al corazón, las dos figuras oscuras que había visto antes aparecían ahora tan nítidas que daban miedo, aquellos dos seres no eran humanos aunque la forma bien podría denominarse humanoide, sin embargo, existían notables diferencias; Su piel, arrugada y curtida, era de un verde muy oscuro, su cabeza era algo más grande de lo normal pero al rostro le sucedía lo contrario, el cuello era muy grueso y ahí la piel caía flácida en ocasiones. En total medirían unos dos metros y eran muy delgados, los brazos, también delgados, les llegaban a lo que parecían las rodillas de unas piernas pero de aspecto fuerte. Las plantas no eran visibles debido a que, al igual que casi todo el cuerpo a excepción de manos y cabeza, iban cubiertas con un tejido marrón que parecía adherirse bien a su piel. Aun así, en los supuestos pies, era posible distinguir dos apéndices que los dividían por la mitad. En la cara aparecían, como delineados, unos finísimos labios que contorneaban una pequeña boca que al abrirse no mostraba dientes. Donde debería estar la nariz había dos orificios grandes y oscuros, y los dos ojos, sin pestañas ni cejas, profundos y grandes, de vez en cuando mostraban unos translúcidos párpados de color verdoso que los limpiaban y humedecían. No tenían ni un solo pelo en toda la superficie cutánea visible. Los trajes, idénticos, marcaban un torso y pecho lisos, sin músculos, que se ensanchaban con la altura.
Peter sólo pudo preguntar.- ¿ Qué sois ? - A lo cual el supuesto Aigor respondió. - Somos guardianes de la Sala de los Viajes y tenemos órdenes de llevarte a la Sala de los Diálogos, adelante.- Peter no sabía qué decir ni responder así que simplemente siguió a los dos seres extraños que marchaban delante de él y que se dirigían a no sabía donde entre toda aquella luz infinita. De pronto, uno de ellos, no pudo distinguir cuál, articuló un sonido profundo y gutural, al instante la luz menguó ( aunque seguía aquel calor bochornoso ) y apareció delante de ellos una entrada sin puerta de forma visigoda y de casi tres metros de altura. En cuanto Peter hubo cruzado el arco pasó por él una sensación extraña y miró hacia atrás. Lo que vio, en cierto modo, se lo esperaba, la oscuridad había vuelto a engullir aquel espacio anterior pero no traspasaba la entrada la cual conducía a un pasillo de paredes blancas y lisas que parecían ser la causa de aquella luz lechosa. Después de unos segundos la pareja de seres verdosos giró a la izquierda y, a lo lejos, Peter pudo divisar otra entrada idéntica a la anterior. Ya no pensaba mucho, se dejaba llevar, sólo de vez en cuando aparecían en su cabeza algunas preguntas como.- ¿ A dónde me llevan ? ¿ Qué hago yo aquí ? A medida que la entrada se iba acercando su inquietud y temor sobre lo que encontraría al traspasar la entrada aumentó. Estaba claro que tras ese arco se encontraba algo que cambiaría su vida, inspiró profundamente y recobró algo de la autoconfianza perdida.
Cuando hubo cruzado el arco no miró atrás pero notó de nuevo una sensación de negrura expectante detrás de él. Ahora se encontraba en una sala gigantesca en donde no se divisaba el techo, tan sólo unas extrañas y blancas gradas concéntricas en ascensión que miraban hacia un punto en donde había una silla algo más alta de lo normal y de color amarillento. Por donde los tres caminaban era un surco que cortaba a las gradas y que se dirigía hacia la silla, diminuta en comparación con la magnitud de la sala. En cada grada se asomaron cientos, miles de cabezas verdosas ya conocidas por él. Todas las miradas, a través de la empalagosa luz, se dirigían al extraño visitante que vestía un inusual conjunto de dos piezas a rayas blancas y oscuras que ondulaban con el andar del extranjero.
Los dos guardianes se detuvieron y uno de ellos le señaló la silla. Peter entendió el gesto al instante y, sin saber qué hacer, se dirigió hacia ella. Cuando llegó, siempre bajo la atenta mirada de los silenciosos espectadores, se dio cuenta de que la silla no tenía ni adornos ni florituras, era totalmente lisas en sus superficies y, aunque no era muy gruesa, daba una sensación de vigor. Ya sin sentirse ni bien ni mal, ni mareado ni con la mente clara, ni con miedo o con valor, se sentó en aquella silla de textura suave y pulida, se recostó sobre el respaldo y posó sus antebrazos en los brazos de la silla. Todo parecía estar listo - o al menos eso pensó en un principio - porque después de unos segundos un coro de voces profundas y graves como nunca antes había oído cantaron al unísono dos notas - La Do - Entonces hubo un momento de silencio tras el cual una voz que no parecía provenir de ningún sitio se dirigió a él.
- Saludos, Peter Nayam, bienvenido a la Sala de los Diálogos. Yo soy el Supremo.- En ese momento todas las preguntas y dudas adormiladas arremetieron contra Peter que intentaba formularlas una a una.
- ¿ Qué hago aquí ? ¿ Quién es usted y todo el mundo ? ¿ Qué sucede ?-
- A la primera pregunta le puedo responder que está aquí para ser juzgado, a la segunda le respondo que soy el Supremo y Juez de los Durkelai, que son “ todo el mundo “ al que se refiere, y a la última le respondo que sucede el Presente.-
Peter no podía creer lo que había oído, casi había dejado de escuchar tras la primera respuesta.
- ¿ Juzgado ? ¿ De qué ?
- De crímenes contra el Universo. La Sesión va a comenzar.- ( De nuevo sonaron las dos notas que apagaron las balbuceantes quejas de Peter que no lograba entender nada en absoluto.
- A continuación pasamos a describir al acusado. Nombre: Peter Nayam, edad: 3, 36 para usted, actividad: Científico físico-matemático y filósofo:Raza humana-no hermafrodita. Ahora se describirán los crímenes de los que se les acusa: Se le acusa de teorizar sobre la estructura y funcionamiento del Universo. ¿ Qué defensa alega ante esta acusación. señor Nayam ?-
- Así que era por eso.- pensó Peter - es porque soy científico por lo que voy a ser juzgado, muy bien, pues no me voy a dejar vencer, ¡ Defenderé mis ideas cueste lo que cueste !-
- Supremo - comenzó Peter - mi defensa soy yo mismo y mi vida dedicada a la investigación y comprensión del Universo.
Un murmullo burbujeante llenó la sala en desaprobación.
- Bien - retomó el Supremo - El acusado se acusa a sí mismo, queda entonces claro que no ha habido errores en su llamada a juicio.-
- Aun así - continuó Peter - sigo sin comprender el porqué de mi presencia forzada aquí ni la razón de que unos extraños me juzguen.
- Señor Peter, al acusado se lo acusa según sus términos.
- No entiendo...
- Nosotros somos los Durkelai, una raza extraña para usted. ¿ No es así ? ¡ Pues le juzgamos de la misma manera que usted juzga al Universo !
Era la primera vez que aquel ser invisible alzaba la voz y aquello no ayudó a calamar los ya excitados nervios de Peter.
- Usted se preguntará sin duda quiénes somos nosotros que nos atrevemos a inmiscuirnos en alguien que pertenece a una raza distinta a la nuestra como es la suya, pues con el mismo derecho con el que usted se entromete en la vida del Universo.
- ¿ Se puede saber en que consiste ese entrometimiento sobre el que tanto habla ? ¿ Qué he hecho yo con el Universo ?
- Desde luego usted no es el único, hay muchos más en su raza, pero es quizá usted quien más puramente y con más empeño se dedica al estudio del Universo. Con sus estudios acerca del comportamiento Universal no está sino insultando a su enormidad, reduce a simples notas la abstracción de algo que va más allá del entendimiento de cualquier ser finito.-
- Un momento,- interrumpió Peter - ¿ Se me acusa de intentar explicar y entender el Universo ? ¡ No puede ser posible ! ¿ Qué hay del espíritu de investigador, del afán por conocer más, de saber más ?
Por unos segundos la voz no respondió, pero luego reapareció con mayor decisión que antes.
- Señor Nayam, nadie le prohibe el ansia de saber, no es esa la causa de su Juicio.
- ¿ Entonces ?- preguntó Peter.
- Es por pecar de orgullo por lo que se le acusa aquí. No se puede pretender que un ser de sus características pueda llegar siquiera a vislumbrar una pequeña porción de la complejidad de nuestra dimensión, su Inmensidad nos supera a todos. ¿ Cómo es posible que se crea que puede simplificar estados del Universo llenos de Esencia y Materia en sí mismos a pequeñas fórmulas en un trozo de papel ? ¿ Qué se creen los humanos, los dueños del Universo ?-
- Bueno...- por unos momentos Peter no supo qué decir, nunca había mirado las cosas desde ese punto de vista, él había dedicado su vida a los estudios científicos pensando que formulando nuevos teoremas y fórmulas matemáticas y físicas entendería mejor el complejo Sistema Universal.- Nuestra raza entiende que es más inteligente de lo normal y cree que está capacitada para intentar describir lo que ve y preguntarse por su causa y origen así como su funcionamiento. Buscamos siempre una base fiable en la que fundamentar nuestras afirmaciones.-
- Desde luego - dijo el Supremo.- usted tiene razón en lo que respecta a la necesidad de poseer la seguridad de poder declarar algo sin temor al error, pero tenga presente, señor Nayam, que usted es un simple humano y, como tal, observa al Universo desde el punto de vista humano. Ustedes, señor Nayam, han creado un Universo que los satisfaga, han amoldado el Universo a sus necesidades y pensamientos, han convertido al Universo - a su existencia incomprensible - en una especie de Universo humano en donde todo, o casi todo, tiene una explicación “veraz” y “segura” desde su punto de vista. Sus ojos, señor Nayam, no ven sino que luces y sombras que bailan delante de usted y al no entender se obliga a entender y crea en su mente un esquema totalmente arbitrario y caprichoso que amolda lo que ve a su entendimiento y lo hace Suyo. Su inventiva es ciertamente fértil. Quizá haya que alabarle y no castigarle al fin y al cabo, y sería así, créame, si su inventiva pecadora de soberbia no se aplicara a la grandiosidad de lo que rodea, y no me refiero a simples sucesos sino a lo que hay detrás de todos ellos. Aun así, algunos humanos no se contentan con ello y crean además Dioses a su imagen y semejanza que llenen el inmenso vacío de capacidad de abstracción que poseen ustedes. Por esto y por lo anteriormente dicho se le condena a su pérdida de identidad y capacidad de análisis. ¡ Juicio terminado !
- Pero, pero... No pueden hacer eso, no me han dejado defenderme, esto no es justo, esto no es...-
Un clamor de voces gangosas ahogó sus quejas desesperadas y de pronto se sintió mareado y desorientado, cerró los ojos y sostuvo su cabeza con las manos. Le costaba pensar con claridad, aquello era insufrible, se encontraba como en una nebulosa y a la deriva, poco a poco su resistencia fue fallando, las voces en el exterior se fueron apagando y dejaron de ser importantes para él, sentía que se iba, su mente lo dejaba...
* * *
- ¿ Este suero, señor Raymond ? - preguntó una joven y atractiva enfermera a un médico que se cruzaba con ella en el pasillo.
- Sí, es para el señor Peter Nayam Planta 2ª habitación 285, ingresó ayer con coma profundo y sin posibilidad de recuperación.
- ¡ Uy, qué cosas !
FIN DEL RELATO
Aranarth, 1996
Comentarios sobre el relato. A Aranarth.