Mi Columna de la Semana


"Dale Diego, seguí pagando por todos"

En estos días de persecusiones al entorno de Diego Maradona -con lo cual no se intenta justificar a los que componen el mismo sino simplemente destacar imparcialmente el hecho-, cabe preguntarse cuánta importancia puede tener un futbolista ( por mejor que sea jugando ) o el fútbol en nuestra sociedad. Cabe recordar cuando en otra de los affaires de Maradona y su entorno fue detenido el propio superastro del fútbol en el departamento de la calle Franklin del barrio de Caballito, en 1991, y uno de sus compañeros de la selección
argentina de entonces, Oscar Ruggeri, manifestaba que antes de hablar de Maradona "habría que hacerle un control antidóping a cada uno de los políticos".

La frase quedó en el vacío y hasta pareció una defensa corporativa de su compañero, jugador al fin ( y amigo ), por más que cuatro años más tarde el propio secretario de Prevención contra la drogadicción, Alberto Lestelle, se despedía de su cargo por declarar públicamente que algunos diputados, para poder votar en el recinto, " primero iban a darse unos nariguetazos de cocaína ".

Tenía razón o no Ruggeri ? Tampoco con esto se trata de ensalzar la figura de Ruggeri
( en algunos casos muy cuestionable por cierto desde alguno de sus comportamientos fuera y dentro de los campos de juego, especialmente en contradicciones marcadas ) sino de señalar, como corresponde desde la prensa, que estos dirigentes de nuestra sociedad tan pacata en algunos momentos, parecen estar más pendientes por quienes rodean a Maradona y porque éste podría dejar de ser " un ejemplo para la juventud " ( jamás dijo que quisiera serlo y hasta especificó que no lo deseaba ) que por quienes en muchos aspectos deciden nuestros destinos desde votos por leyes o desde cargos más altos aún y que sí adoptan, por propia voluntad, el rol de representarnos ante el mundo. Esto nos tendría que preocupar mucho más, y por ende a nuestra Justicia, tan vapuleada en estos años de vendas tapadas a medias y espadas que no cortan ni pinchan. Por eso da toda la sensación de que un vapuleado Maradona sigue pagando mucho más de lo que debe y que, en verdad, a pocos les importa su presente y futuro.

El subcomisario Luis Patti, por ejemplo, señalaba en una columna de un semanario deportivo de esta semana que está " preocupado " por Maradona, por su entorno y porque se trata de un ser enfermo que debe tratarse. Pocos, sin embargo, repararon mucho en este artículo, escrito por un funcionario público que al estar preocupado por el entorno de Maradona tendría que estarlo mucho más por el propio Presidente Carlos Menem, puesto que justamente comparte -o al menos compartió- el mismo entorno que Maradona, y de hecho, en un giro sorprendente, el propio Maradona formaba parte de su último entorno.

Además, quien sostiene que la tortura es un arma a seguir utilizando en estos tiempos de democracia al menos formal, seguramente está por lo menos igual de enfermo que quien consume drogas pero que al fin de cuentas es un problema propio que genera y que deberá solucionar, cuando en el caso concreto de Patti, se trata de alguien que ocupa un cargo público y que tiene responsabilidades sobre actos colectivos.

Con algún sector de la prensa jugado en una cruzada moral más cercana a la inquisición que al presente, con otra, falsamente progresista y que al engañar es peor que la anterior, que habla de Havelange y Samaranch cuando aquí se producen desquicios, sólo queda reflexionar sobre la soledad de muchos de nuestros superhéroes mediáticos y sobre aquellos que nos contaban acerca de que " la plata hace la felicidad ". Por lo visto, ni la hace, ni calma los nervios, ni siquiera lo hacen algunas sustancias que muchos creen que por tener plata, pueden servir para este cometido.


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