Del pasado fin de semana futbolero nos desayunamos con que César Menotti le ganó a Carlos Salvador Bilardo, con lo cual nos desasnamos en que los entrenadores hacen goles, cabecean, hacen cambios de frente, atacan, defienden... |
La polémica armada entre los dos técnicos es tal que hasta desde alguna columna prestigiosa se llegó a manifestar que practicamente todos los futboleros debemos enrolarnos en una u otra "ideología" cual trinchera en guerra.
Dos escuelas "irreconciliables". Dos "formas de ver la vida" (¡qué dirían Carlos Marx, Federico Engels, Sigmund Freud!). Joan Manoel Serrat y Los Wawanco, la Negra Sosa y Miseria Espantosa. El progresismo y el oscurantismo. El "César" y el "Narigón".
Sin embargo, basta apenas profundizar un poco esta inútil y desgastante polémica para darnos cuenta de cómo cierta careta progresista de un sector del periodismo, que entrega "premios estímulos" a caras que sean conocidas aunque no sepan enhebrar palabras, se enrola facilmente detrás de lo que ella misma construyó desde el vamos como "progresista". A saber: Si alguna vez un entrenador alto, con cierta pinta, joven, y encima con un discurso pseudoizquierdista, además logra salir campeón, nos tomaremos con todas las fuerzas de él y lo consideraremos, de aquí en más, como "del palo", "buen bicho", "progre" y sus contradicciones, por más flagrantes que sean, serán disimuladas hasta donde más se pueda.
Por otra parte, cada "bueno" (llámese "de los nuestros") necesitará una contracara, un malo de la película, alguien que todo lo que haga esté mal y que, quienes lo sostengan también pasen a ser parte de los "del otro palo", los "oscurantistas" o antiprogresistas.
Tal mecanismo infantil, que merecería horas y horas de análisis colectivo (esto de que no existan los grises en la sociedad, o estás de un lado, o estás del otro, no hay vueltas) tuvo su máximo impulso con este gris Boca e Independiente.
Como el brillante cuento del rey desnudo que aprendimos en el colegio con el Archipreste de Hita, se necesitaba de un desconocedor de la situación que no tuviera inconvenientes en señalarle al rey que estaba transitando desnudo porque el resto de la sociedad temía decírselo por su investidura, por verguenza. Así, en este caso el "desconocedor", el "ignorante" de reglas previas de quien pueda ser "bueno o mal bicho" es el ex supercrack Ricardo Bochini, identificado con la camiseta de Independiente (único club en el que jugó toda la vida) e indiscutido en cuanto al fútbol espectáculo que brindó.
Lo cierto es que el "bocha" se encarga, en su columna en un diario menottista, de criticar duramente a Independiente. Usted pensará: ¿Bochini bilardista? Seguramente que no. Sucede que Bochini critica a Independiente por timorato, por defensivo, por no animarse a jugar con más delanteros. Es decir, por hacer lo mismo, acaso, sí, con más claridad, que el Boca de Bilardo.
No seamos perezosos. Profundicemos en el análisis. Observemos cómo se disponen ambos equipos en la cancha, lo que hacen en los entrenamientos y nos sorprenderemos coligiendo en que Bilardo y Menotti en el fondo se parecen. Sólo que uno es el "malo" para estos infantiles "observadores" y el otro es el "bueno", "El" César. Claro, don Angel Zof, pobre, ataca más con sus equipos pero no tiene el rico vocabulario de Menotti o Valdano. José Yudica juega con wines pero va de frente y no se amiga con las barras bravas ni hace negocios en Mar del Plata, ni cita a Marx o a la Negra Sosa.
Yudica y Zof no tienen marketing propio. Y entonces quedan en el medio de una polémica entre dos parecidos, a los que los medios se encargaron de ponerlos como iguales.
Uno, siendo directo: no duerme por la noche, no permite el cambio de camisetas, etc, etc. El otro, como dice Bochini, timorato y que repentinamente se puso a cargo de un equipo periodístico en un pool mediático pregonando toda la vida contra el negocio del fútbol, pero además, colocando en su programa de TV las esfigies de Bochini y de Norberto Alonso, dos ídolos que junto al más grande, Diego Maradona, fueron excluidos buena parte de su período como entrenador nacional en desmedro de José Daniel Valencia.
Ejemplos hay miles, contradicciones también. La idea era mostrar cómo esta polémica entre Menotti y Bilardo fue alimentada por la infantilidad de algunos que no detectan grises entre el blanco y el negro, y otros que por oponerse al exponente de estos, aunque sin ideas de ninguna especie, se enrolaron duramente en el "anti", sólo por diferenciarse y atacarlo. A la espera de otro "ignorante" que le siga diciendo al rey que está desnudo, como Bochini, como Zof, como Yudica, como el anteriormente defenestrado y hoy festejado Ramón Díaz, o como José Pekerman, concluimos en que Menotti y Bilardo terminan no siendo ni chicha ni limonada.
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