Soy trabajador y dedicado cuando me gusta lo que estoy haciendo (pero supongo que todo el mundo es así cuando disfruta lo que hace). Suelo quitarle importancia a mis éxitos y agrandar mis fracasos. Intento evitar sentirme mal por mis fracasos pero muchas veces la única solución que encuentro es justificarme, si no culpando a la gente como antes, culpando a las circunstancias. Estoy consciente de que esto sucede dentro de mí (a nivel inconsciente) y hago lo posible por mejorarme como persona día por día. Tiendo a idealizar a las personas que me caen bien y valoro sus éxitos.
Tendía a depender de las cosas y de la gente y me daba miedo necesitar algo fuera de mí. Me he dado cuenta de que no es malo necesitar nada; es malo depender de lo que necesitas o de lo que tienes. Me ha costado muchas horas, de soledad, de reflexión y de escritura como ésta, lograr estar bien solo y sin depender de los demás. Estoy contento estando solo.
Soy entusiasta y entretenido. Soy accesible pero soy también muy berrinchudo cuando me lo permiten. Soy orgulloso y me cuesta trabajo pedir perdón. Soy muy reflexivo pero me cuesta trabajo expresar mis emociones. Soy sentimental pero no puedo llorar. Soy cariñoso y soy caliente, y me cuesta mucho trabajo, también, distinguir cuando hago las cosas por afecto de cuando las hago por calentura. Soy una persona alegre y romántica, y no me gusta mucho la seriedad. Soy más anticuado que moderno. Soy realista pero me gusta fantasear. Soy racional pero me gusta dejarme llevar por mis pasiones. Soy filósofo, filántropo y filarmónico. No soy muy deportista pero procuro hacer ejercicio. No soy muy brillante pero me defiendo. Soy pendejo pero voy a misa… no, éste último es broma; no voy a misa por convicción propia sino a eventos: las bodas, primeras comuniones, misas para los muertos, bautizos, etc. Soy escéptico pero fácil de engañar. Como dije al principio soy inteligente, pero soy muy ingenuo.
9 de mayo de 2000
David Moreno Guinea