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Trabajo
y Sociedad |
La contribución de Marx a la
sociología agro-rural
y al análisis de estructuras agrarias *
Miguel
Murmis
Entre los fundadores
de la sociología, Marx es quien más atención dedicó al análisis del agro y de
la relación de éste con el resto de la sociedad. Le otorgó a su presentación
del agro un carácter sistemático tanto en cuanto al análisis de la estructura
agraria como en cuanto a la dilucidación de las relaciones de ésta con el resto
de la sociedad. No creo que hasta ahora haya surgido una consideración más
completa de la problemática agraria en toda la bibliografía sociológica.
Sus trabajos,
conectados con los de Federico Engels sobre los mismos temas, dieron lugar a
importantes elaboraciones y extensiones por parte de sus seguidores inmediatos
en la Europa más capitalista tales como las de Karl Kautsky en la Cuestión
agraria y las de quienes, como Eduard
David polemizaron con Kautzky en la socialdemocracia alemana. La fecundidad del estilo de análisis de Marx
se hace visible en la aplicación creativa de sus planteos en el Este más
dependiente y atrasado que aparece en el Lenin de El Desarrollo del Capitalismo
en Rusia y en los análisis cargados de destino que durante la primera veintena
del siglo produjeron el mismo Lenin, Nicolás Bujarin, Eugenio Preobrazhensky,
Rosa Luxemburgo o León Trotsky, así
como más tarde en un Sur en busca de su propia expresión
representado, entre otros, por los
trabajos de Antonio
Gramsci sobre La Cuestión Meridional en Italia, por la visión andina de
José Carlos Mariátegui o la variante pampeana de Luis Boglich.
En obras decisivas
para el desarrollo de la sociología agraria o rural, como las de Max Weber o
Chayanov, el marxismo funciona como interlocutor central. Diálogo polémico y
dramático que a Chayanov le costó la vida.
Luego del largo período en que la sociología rural, en especial en
los Estados Unidos, queda bastante
diferenciada del corpus de la sociología al asumir una orientación fuertemente
aplicada, se produce una reintegración del análisis de lo agrario en el cuerpo
de la Sociología como disciplina integrada teórico-empírica alrededor de la
década del 60: es entonces el enfoque marxista el que desempeña un papel
central en esa reintegración. Eso es visible en la producción, europea,
latinoamericana y asiática y llega luego al campo de la misma sociología
norteamericana.
El análisis del agro
ocupa un lugar central en Marx en tanto está ligado al esclarecimiento del
papel fundamental que juega el agro en el desarrollo y el funcionamiento del capitalismo. Para él el agro es básico
para el surgimiento del capitalismo, luego, una vez establecido el sistema
capitalista, el agro participa en éste de forma diferenciada y, finalmente,
condiciona fuertemente su futuro.
Así, tal como es
propio del estilo de indagación de Marx, el agro, el campo, es analizado a la
vez en cuanto parte del sistema capitalista vigente y en cuanto inserto en un
proceso histórico, en un pasado que nos trae al presente y va delineando el
futuro.
En sus trabajos sobre
el campo encontramos una gran riqueza temática. Las indagaciones se mueven
desde un extremo de sistematicidad e integración con el análisis del
capitalismo como sistema hasta otro en el que nos ofrece tratamientos de temas
específicos y no sistemáticamente engarzados en el modelo de funcionamiento del
sistema. Encontramos un enfoque sistemático que combina el estudio de la
estructura interna del sector con el funcionamiento general del sistema
capitalista cuando Marx analiza la subsunción del agro y el funcionamiento de
la renta e introduce las figuras del terrateniente, el arrendatario y el
proletario rural así como también las del aparcero y el campesino, si bien
otorgándoles a estas figuras posiciones
marginales o transicionales. Esto es lo que hace en los Tomos I y III de El
Capital. El extremo opuesto a estos análisis sistemáticos está presente en sus
discusiones sobre la actuación de fracciones agrarias como el campesinado o los
terratenientes en momentos históricos específicos, como es el caso de su examen
de la acción campesina en la Francia de mediados del siglo XIX. A mitad de
camino entre estos dos extremos se sitúa su discusión de la relación
campo-ciudad, que encontramos en La Ideología Alemana, o sus intentos
analíticos de las Formaciones Económicas Precapitalistas o del Capítulo VI
inédito de El Capital y más en general sus referencias al papel histórico del
agro en el surgimiento del capitalismo en el Tomo I de El Capital.
A su vez todos estos
análisis, los más sistemáticos y los menos sistemáticos forman parte de un gran
fresco histórico que si bien incluye momentos evolucionistas explora también
una diversidad de desvíos y variaciones.
Para captar el
conjunto de las preocupaciones de Marx como fundador de un enfoque del agro y
practicante de una variedad de estilos de análisis sobre el tema resulta
necesario tomar en cuenta los aportes de Engels. En efecto, Engels en algunos
casos explica que sus trabajos desarrollan una problemática que Marx quería
abordar, como en El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, y
en otros directamente completa textos incompletos de Marx, tal como ocurre en
el Tomo III de El Capital. Además algunos textos básicos los escribieron
conjuntamente, como La Ideología Alemana. Finalmente, algunos textos de Engels
representan una visión independiente y original que influyó sobre Marx o
completó el enfoque de éste: podemos citar aquí Las Guerras Campesinas en
Alemania o fragmentos de La Cuestión de la Vivienda.
Los estudios de momentos específicos y los
análisis sistemáticos se elaboran a partir de la gran pregunta acerca de la
especificidad del capitalismo, de las condiciones que lo hacen posible y de las
contradicciones que van delineando su superación. Para esa pregunta es central
entender cómo la producción agraria, central durante la gran parte de la
historia, es desplazada de ese centro por la industria en una sociedad en que
se generaliza la explotación salarial, la acumulación y el mercado. Marx se
siente privilegiado por haber estado siguiendo el desarrollo de Inglaterra
durante una veintena decisiva de años entre la tercera y la quinta década del
siglo XIX, pues culmina allí el proceso que otorga centralidad al capital
industrial. Eso deja definida la tarea
de Marx como analista de la agricultura: comprender y explicar cómo ésta sigue
desempeñando un papel en el capitalismo al
consolidarse el proceso que en los Grundrisse es caracterizado como la
pérdida por parte de la agricultura del papel de “producción que asigna a todas
las otras su correspondiente rango e influencia” pues ésta ha dejado de ser
definitivamente “la iluminación general en que se bañan todos los colores y que
modifica las particularidades de éstos... ese éter particular que determina el
peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve” A ese cambio de luz le acompañan dos grandes
fenómenos de redefinición de la estructura agraria: el surgimiento de las
categorías sociales del agro capitalista y la desaparición o transformación de
los agentes agrarios provenientes de épocas anteriores. La transformación del
agro venía gestándose desde hacía siglos y era precondición fundamental para el
surgimiento del capitalismo: el acceso directo a la tierra debía desaparecer
para que el obrero libre, ni productor directo ni esclavo pudiera aparecer y
convertirse en asalariado.
Ese proceso de transformación de las
relaciones internas en el agro es acompañado de la modificación de las
relaciones entre el agro y el resto de la economía, entre el campo y la ciudad.
El núcleo del análisis
sistemático es el del análisis de las relaciones entre propietarios del capital
invertido en el campo, propietarios de la tierra y vendedores de fuerza de
trabajo conectados a través de un proceso de explotación y acumulación en el
que se genera ganancia, la que asume la doble forma de ganancia capitalista y
de renta. Así la teoría de la renta de Marx es uno de los momentos de más
esforzada construcción teórica de una categoría que debe satisfacer dos requisitos: debe ser integrable con el
sistema conceptual general y debe dar cuenta de un cambio histórico. En efecto,
la renta, fenómeno preexistente al capitalismo, se transforma al encontrarse el capitalismo con el límite no
propiamente capitalista que representa la propiedad de la tierra y la categoría
renta capitalista debe recuperar ese carácter histórico y al mismo tiempo ser
compatible con los conceptos básicos utilizables para el análisis del nuevo
sistema. Los resultados de ese
encuentro son presentados como componentes a la vez necesarios y superables del
capitalismo.
Su carácter de necesarios tiene que ver con una historia, con un pasaje
que también se intenta analizar a partir de una teoría del surgimiento del
capitalismo.
En este punto el análisis histórico se vuelve sistemático.
Pero la riqueza de la
historia, no reductible al modelo teórico sistemático, se impone a través de tres evidencias. Por
un lado, la sola riqueza de lo concreto histórico tal como aparece en estudios
de la Francia decimonónica o de las tribus germánicas. En segundo lugar, la
resistencia a desaparecer por parte de las categorías no plenamente
capitalistas como los campesinos o algunos tipos de terratenientes
tradicionales imponen una mirada distinta. Finalmente, el incumplimiento de
algunas relaciones básicas dentro del sistema, como por ejemplo la no subordinación
del capital comercial al industrial empujan a considerar niveles de
especificidad que desafían al modelo teórico. Así lo menos sistemático, el
estudio de situaciones concretas no es sólo una ilustración de la teoría sino
más bien una confrontación con una empirie que es difícil encuadrar en la
teoría.-
Una similar forma de
confrontación es la que va realizando Marx con otros estudiosos, teóricos o
ideólogos mientras él va construyendo sus categorías. Combates más o menos
exitosos con Rodbertus en La Historia crítica de las teorías sobre la plusvalía
o con Proudhon en La miseria de la filosofía son una muestra del proceso de
construcción del pensamiento propio a través de encuentros en general polémicos
con otros autores, en los que el esfuerzo por entenderlos va pasando poco a
poco a convertirse en una elaboración de ideas nuevas que no se desprenden ni
de sus raíces ni de los presuntos yuyos que se enredan con sus raíces. En esta
elaboración Marx rehace cuidadosamente el pensamiento de un autor al que está
refutando, como Rodbertus, lo confronta con el de un autor al que continua
críticamente como Ricardo o con el de un pensador al que quiere destruir como
Malthus. En esos enfrentamientos-confrontaciones recorre todos los niveles de
la realidad y la teoría mechando consideraciones que van desde la descripción
del proceso de crecimiento de una semilla a la concepción del papel del
trabajo, del crecimiento económico o del sentido de la vida, temas que se
entreveran con la captación polémica de los textos que lo desvelan.
Construir teoría
sistemática, pensarla como teoría de un momento del proceso histórico, situar a
este momento en la historia en su conjunto, incluyendo en ella el futuro y los
pasos a dar en el presente para acercar un futuro más deseable, utilizar la
teoría para definir agentes sociales y ver a éstos en su actuación en
situaciones concretas, hacer todo eso aprovechando el saber existente y
luchando a brazo partido con él, con lo que ofrece la economía naciente, la
historia, la biología, la ciencia agronómica, la literatura clásica, la
filosofía: todo eso fue parte del trabajo cotidiano de Marx y está presente en
las obras en que se ocupa del agro, su estructura, su historia, su lugar en la
sociedad.
Una versión previa de este texto fue publicado como “Carlos Marx y el agro: una introducción” en Estudios Rurales: Teorías, problemas y estrategias metodológics, Norma Giarracca (coord.), Editorial La Colmena, Buenos Aires, 1999
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