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L
e c t u r a s
ASOJOB |
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El
Rev. Pablo Moreno Palacios
(1960) es Coordinador de asuntos protestantes de la Comisión de Estudios Históricos de la Iglesia en Latinoamérica (CEHILA) y Decano Académico del Seminario Teológico Bautista Internacional (STBI) de Cali. Desde 1981 hasta 1991 fue pastor en la Iglesia Bautista "El Redentor" de la ciudad de Cali. Es pastor titular de la iglesia Bautista "Comunidad Cristiana Valle del Lilí". Es Licenciado en Teología (STBI) e Historiador de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle. Tiene un Postgrado en Teología (STBI) y adelanta un Postgrado en Historia en la Universidad Nacional en Santafé de Bogotá. |
¿Porqué mueren
los pastores?
[tomado de la serie "Reflexiones"
del Seminario Teológico
Bautista de Cali]
Entre la verdad y el sueño suceden muchas cosas. Por ejemplo, cuando uno tiene un sueño hermoso y se despierta, lo que uno puede decir es “!Lástima que solo haya sido un sueño!”; pero cuando uno tiene un sueño terrible, en esos en donde a uno le toca correr hasta el cansancio, esconderse, aguantar la respiración para que no lo descubran y se despierta porque ya no aguantó más, uno dice “Ah!.. menos mal que sólo era un sueño”. En ambos casos los sueños son verdad, pero en cada caso pueden o no una realidad. Entonces, si preguntan ¿los pastores le caen bien a todo el mundo?, tendríamos que decir que es posible, o tal vez no. Esta última alternativa no implica que dejemos de ser pastores o que seamos peores que otros.
En la Biblia encontramos que “somos embajadores en nombre de Cristo”, pero cierta teología enseña que esta verdad nos otorga inmunidad diplomática en este mundo, lo cual no es del todo cierto. Lo peligroso de esto no es que la gente lo crea sino que muchos pastores lo enseñen y hasta lo exijan. De cualquier manera y en todo lugar, la muerte de un ser humano siempre va a provocar dolor, tristeza y duda; pero suele ser más sentida por el pueblo evangélico la muerte de un siervo del Señor asesinado brutalmente, porque tenemos la impresión de que nosotros no deberíamos morir así, sino de viejos, enfermos, accidentados o quedar vivos hasta la venida del Señor.
Aunque los pastores le caigamos bien a todo el mundo no dejamos de estar expuestos al mundo de problemas que hay en este país, a la violencia callejera, al atraco, al atentado, a la puñalada y al balazo. Como pastores estamos protegidos por Dios tanto como él protege al más nuevo de los creyentes; pero como pastores también somos humanos, colombianos y en esta guerra no hay garantías ni para el cura, ni el pastor, ni el ateo ni el agnóstico.
Estamos llegando a tal límite que es más fácil matar antes que discutir, pelear, controvertir, debatir, polemizar, contender, argüir y tantas formas que el idioma nos ha permitido usar para saldar nuestras diferencias. También los pastores necesitamos enriquecer nuestro vocabulario para utilizar alguno de estos medios en el tratamiento de nuestras diferencias; estoy por creer que a nosotros tampoco nos cae bien todo el mundo y esto nos puede convertir para otros, en uno de esos terribles sueños en los que gracias a Dios despertamos a tiempo antes de ahogarnos por la falta de respiración.
Ojalá que nuestros
colegas al despertar puedan decir “Ah.. sólo era un sueño!”
y puedan encontrar en nosotros una persona con la cual pueden discrepar
sin temor a represalias, controvertir sin miedo a caer en el descrédito,
polemizar sin dudar de nuestro respeto y amor por ellos.
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