"Yo desde muy pequeña me he sentido llamada por
el Señor a las misiones. Quizás porque, aunque he nacido al pie del
Moncayo en Olvega; si véis en el mapa es el sitio que está unido ya
a Aragón con Tarazona que está a 30 kms.
–yo he ido tantas veces en bicicleta-, y a Tudela otros 30 o 50
kms.; o sea Navarra, Aragón y Castilla se unen ahí en ese trozo. Y
aunque mi madre nos llevaba a nacer allí por los abuelos y la casa,
nosotros hemos vivido siempre en Tudela, a orillas del Ebro. Y allí
era el emporio de los Jesuítas. No sé como estarán ahora las cosas,
pero allí no ha habido nunca ni Salesianos, ni Dominicos, ni nada;
el de San Francisco Javier era el Colegio más grande que tenían los
Jesuítas... enorme y maravilloso, donde yo he visto pasar desde muy
pequeña por allí misioneros del Japón, de la India, de la China, que
siempre nos ponían filminas, nos hablaban de las misiones, pues el
Colegio de monjas de la Compañía de María donde yo iba, está justo
al lado de los Jesuítas.
Quizás a través de eso, y por gracia del Señor,
he sentido siempre desde muy pequeña la llamada a las misiones. Yo
digo siempre que antes de San Pablo he conocido a San Francisco
Javier, que para mí era el ideal del cristianismo, y todo mi ideal
era ir a las misiones, y no sé por qué a la India.
Tanto es así que luego mi padre trasladó la
familia a Madrid cuando mis hermanos han empezado ya a ir a la
Universidad, y a los 15 años que yo he ido a Madrid ya he hecho un
intento de irme sola a la India. No sé que pensaría hacer, pero he
hecho un intento en mi casa que mi padre no me ha dado un bofetón,
pero me ha parado radicalmente de irme a la India. Yo tenía una
seguridad completa de la Evangelización.
Pero lo más grande para mí, que yo les debo
muchísimo a los Jesuítas... por eso quiero tanto a San Ignacio de
Loyola, que es un hombre extraordinario y mal conocido; ha sido
importantísimo en la Iglesia, como todas las Ordenes, y hoy están
reunidos todos los religiosos en Sínodo, y será una cosa fantástica,
una renovación hoy para ellos. Nosotros no somos nadie en relación
con lo que son hoy los Jesuítas, los Dominicos y todo, y es una cosa
fantástica la de misioneros y de santos que han dado las
Congregaciones. Pero también les ha dicho el Papa: las
Congregaciones no tienen una promesa eterna; solamente tanto en
cuanto están unidas a la Iglesia. Por eso les llama a la comunión
con Pedro a todas las Ordenes Religiosas, ya en el preámbulo del
Sínodo que ahora mismo está inaugurando el Papa. Lo han dicho por la
radio, está en plena Misa con todos los religiosos ahora mismo como
inauguración del Sínodo.
A los 15 años ya hago un intento; hago siempre
intentos. Que yo tenía también un tío Jesuíta, primo carnal de mi
madre. Cada año yo intentaba irme, y así acabé el Bachillerato. Pero
lo que sí es que en aquellos años de juventud –por eso yo creo mucho
en la llamada a los jóvenes y jovencitas- me dio Dios tantísimas
gracias, que al que debo mucho es al P. Sánchez, santo Jesuíta
extremeño que estaba en Madrid, y que puso en mis manos el libro del
P. Lapuente. El P. Lapuente es un clásico de los Jesuítas para la
meditación, y me introdujo mucho en la oración. En este P. Lapuente,
además del método jesuítico está siempre plagado de la Sagrada
Escritura; cada página que cojáis está llena de Sagrada Escritura.
Yo he entrado en la Sagrada Escritura a través del P. Lapuente. Y
directamente también, por este mismo Padre que fue el primero que en
España publicó una Biblia en español, mucho antes de la Nácar
Colunga y la de Bouver. O sea que a los 16 años ya tenía la Biblia
en la mano. Y el Señor me colmó de inspiraciones y de
gracias.
Tanto es así que navegaba verdaderamente con
esta llamada. Hasta en los estudios me dieron en todo matrícula de
honor, hasta en la Reválida; se me hacía todo fácil. No sin pruebas
de chicos ¿eh?, que son también muy interesantes. Yo tuve mucha
ayuda con este P. Sánchez. Al acabar el Bachiller hice un intento
serio de irme, pero mi padre, como tenía yo 17 años dijo que de
ninguna manera, y no pude salir. Y así empecé la Universidad, que mi
padre tenía sus planes industriales, que había sido ganadero y había
dejado todo por la industria, había ido a Madrid, y a unos nos hacía
físicos, a otros químicos, a otros ingenieros, a otros economistas,
tenía ya su torre montada. Y me llamó y me dice: mira, el primero en
decirte que no hay otra cosa que Dios en la vida es tu padre; lo que
no sé es por qué tienes que ir con monjas ni a ningún sitio teniendo
a tu padre que te puede ayudar para las misiones más que nadie. O
sea que él tenía fe, pero quería que lo hiciera con él y a través de
la Ciencia; a través de la Química, de las fábricas y esa
cosa.
Pero ya a los 21 años que acabé Químicas, justo
estaba con mi padre en una de esas fábricas que él tenía en Andújar
y escapé de allí. Me acuerdo que le dejé en el hotel –que allí no
había más que hombres- y escapé a Madrid; de Madrid me escapé a
Pamplona, y por fin llegué a Javier, que era el sitio para irme a la
India (mi padre me persiguió a Madrid y yo ya estaba en Javier). En
Javier había nacido entonces una cosa nueva, gracias a un padre que
conoce muy bien Miguel que se llama P. Domenzain, un misionero del
Japón que no pudo volver en la II Guerra Mundial, hizo mucha
propaganda de misiones por España, en Pamplona hizo una gran
exposición misionera; la cosa es que había nacido una cosa nueva en
Javier que no se llamaba entonces ni Instituto, eran "Misiones de
Cristo Jesús", que eran exclusivamente para las Misiones. No tenían
casas en España y eran una cosa muy nueva, muy dinámica como son
ahora estos itinerantes. La más fundadora de ellas –fueron tres- era
la Sanz Orrio, muy inteligente, que se fue a la India como la madre
Teresa y no volvió más; y vivió siempre sin casas y sin nada, muy
santa. Yo he vivido allí en Javier años fantásticos, de espíritu
misionero, de oración, de gracias del Señor, de fuerza
evangelizadora enorme. En un momento fueron al Japón, a la India, al
Congo, a todas partes; partían como flechas.
Y allí el Señor me dio muchísimas gracias, en
Javier me estuvo preparando. A muchas de mis compañeras las hacían
estudiar después del Noviciado, Medicina, porque como iban a sitios
difíciles era muy útil estudiar Medicina. Esta casa de Javier
Misionera la apoyó mucho el Obispo de Pamplona que era un Salesiano,
Don Marcelino Olaechea, vasco, su padre era obrero de Altos Hornos;
como dice él, obrero, hijo de obrero, luego fue Arzobispo de
Valencia. Don Marcelino Olaechea es el que apoyó toda esta
fundación, que en la India vestían con sari y en Europa vestíamos
normales. En casa llevábamos una cosa como un habitillo, que era
como lo que llevan los estudiantes de Oxford.
Yo doy muchísimas gracias al Señor porque fue
para mí aquello verdaderamente un cenáculo de oración, de gracias
del Señor inmensas. Y así, como ya había estudiado ya Químicas me
pusieron a estudiar Teología, y gracias también a este Arzobispo de
Valencia que él era muy abierto, muy bondadoso, era un hombre santo
–ahora quieren introducir su causa de canonización- era un hombre
muy inteligente. Incluso en Valencia –que lo trasladaron a Valencia
desde Pamplona- abrió una casa de formación teológica para
Religiosas y puso allí a los mejores profesores que tenían en
Valencia, entre ellos el P. Sauras que era el número 1 que ha tenido
España de los Dominicos en esta época, y el primero que escribió un
libro nuevo sobre Cristología. Y fue al Concilio como Consultor. Con
lo cual yo conocí a los Dominicos y a toda la santa teología que se
da a los curas, con toda la Summa de Santo Tomás –que este padre era
fantástico y lo explicaba muy bien, con una gracia enorme-.
En fin, me hicieron hacer aquellas teologías.
Estuve también un año entero lavando ropa, cuando no había máquinas;
yo he lavado sábanas a montones. Y ya, por fin, me destinan a la
India. Pero para entrar en la India, antes de ir a la India (en
aquél tiempo de la Commonwealth, y ahora es difícil también entrar
en la India, siempre ha sido difícil) me llevaron a Londres. Y en
Londres he estado yo, parte del año 60 y del 61 –tengo diarios de
aquellos tiempos, que ahora han entrado ladrones en la casa de
Piquer, sacaron una maleta pequeña que yo tenía, y he visto una
cantidad de cosas impresionantes- allí en Londres, preparándome para
la India, de repente, misteriosamente, por designio de Dios, el
avión me llevó en lugar de a la India a Israel, pero no sin antes
hacer un aterrizaje forzado en Barcelona.
Y Barcelona es muy importante para mí, porque
allí todo el entusiasmo que yo había tenido por Cristo, y Cristo
crucificado –que yo me iba en bicicleta con el libro de Santa Teresa
y con el de San Juan de la Cruz cuando era jovencita- el Señor me
hizo aterrizar allí en Barcelona para verdaderamente participar en
la Pasión de Jesucristo. Y yo por eso os digo, que siempre las
Vísperas del Domingo empiezan que "El siendo Dios se humilló a sí
mismo y se hizo hombre", que este descendimiento, esta kenosis que
para mí fue Barcelona, fue verdaderamente entrar no en algo de la
Pasión sino dentro de la Pasión de Jesucristo. Lo que es ser juzgado
por su pueblo en nombre de la Ley que El había dado, y echado fuera
de su pueblo, y crucificado fuera de la muralla.
A mí me emocionaba tantísimo los acontecimientos
que me estaban pasando, pues estas Misioneras hicieron la reunión en
que cambiaron las Consultoras, y empezaron un cambio del
Instituto... les parecía hasta que este Don Marcelino daba demasiada
apertura al Instituto, que se estaba relajando (yo creo que quizás
porque habían tenido algunos problemas con las chicas que estudiaban
Medicina, sobre todo en Inglaterra) y ya empezaron a hacer más
cierres, a cerrarse a esta apertura inmensa con la que habían
nacido. Y allí, antes ya del Concilio, tuvieron una lucha entre el
conservadurismo y una apertura, y venció el conservadurismo por
encima hasta del mismo Arzobispo de Valencia, que era el alma de ese
Instituto. Tanto es así que casi le dieron de lado. Y además de las
600 reglas que teníamos de los Jesuítas, metieron otro mamotreto, y
otras reglas: por ejemplo, para más caridad más silencio; para más
honestidad más manga larga, todo ya encerrado en un corsé más
legalista.
Pero éstas que lo hicieron eran santas mujeres
¿eh?. Una de ellas había sido Presidenta de la Acción Católica de
España, y ellas habían estado en el Japón –que fueron desde el
principio al Japón- y no conocían la generación nuestra; y empezaron
a echar: una, dos, tres, y la cuarta fui yo. Y con un telegrama,
cuando estaba a punto de embarcar para la India, sin comerlo ni
beberlo me llaman a Barcelona.
En Barcelona el Sr. Arzobispo que estaba
aterrorizado de lo que estaba pasando, porque él es el que había
conseguido que estas Misioneras de Cristo Jesús, en poquísimos años
fueran de Derecho Pontificio, que no pertenecían a la Congregación
de Religiosos sino a Propaganda Fidae directamente para las
Misiones. Porque era muy amigo de Pío XII, D. Marcelino Olaechea, y
consiguió todas las aprobaciones muy rápidamente.
Entonces, lo importante que digo yo de Barcelona
para el Camino es esta kenosis profunda. Yo me acuerdo que me iba al
Museo Marés, un Museo que hay en Barcelona todo de crucifijos
románicos maravillosos que coleccionó este Sr. Marés: de Zamora, de
Avila, de Sevilla y de todo España. Y yo me iba allí al Musero Marés
y lloraba de emoción viendo la cruz, mas me inundaba una gran paz a
pesar de las lágrimas –son todo crucifijos en que se ve a Jesucristo
reinando sobre la cruz- por lo que me estaba a mí misma pasando,
porque era incomprensible –como ellas mismas ahora lo dicen, y lo
dijeron, que no nos habían echado, que nos salimos nosotras- porque
es que era algo que no cabía en la cabeza; porque en el Noviciado sí
que te pueden echar si no les gustas, pero después de 8 años que
llevábamos allí tiene que ser con cosas graves que pone el Derecho
Canónico. Así, el P. Morán, Catedrático de Moral de Barcelona, les
estaba diciendo: estáis obrando contra el Código. Y el mismo
Arzobispo de Valencia se presentó un día en Barcelona a defenderme.
Y el que era entonces Arzobispo de Barcelona, que era Mons. Mondreo,
un día fui a hablar con él y me recibió, y me consoló y apoyó mucho.
Yo me iba siempre alrededor de la Catedral con este problema que
tenía, porque ellas no querían echarnos sino que nosotras nos
saliéramos, como lo hicieron con la primera que fue una Fraga, que
era inteligentísima. Es ésta que ha contestado tanto a su hermano,
una Fraga Iribarne. A ella la dijeron que era maravillosa, pero que
se saliera. La cosa es que ella tenía una vocación para la China
enorme. Como su madre sabía francés, sabía lo de Richi, y ella
siempre quería irse a China. La dijeron que era maravillosa pero que
Dios la quería para otra cosa, y así ella se fue a Marsella para
embarcarse a la China.
La cuarta fui yo, que de mí dudaron mucho más.
Pero yo el día que llegué a Barcelona, que me llamó el Arzobispo
desde Valencia, me dijo: humíllate hija mía. Yo le digo: Padre, no
se trata de humillación sino que aquí me tienen ya sentenciada a
muerte y firmada la sentencia. Pero aún así, dudaron de echarme a mí
un año entero, ese año entero que yo he estado allí.
Así este año, el 62, fue para mí una gracia
enorme de entrar en la Pasión de Jesucristo. Esto es emocionante
contarlo, pero no se puede contar lo que es que dentro de ti se
realice la pasión de Jesucristo; es una experiencia que es –aunque
parece lo contrario- la mejor que existe. Os lo digo de verdad, que
yo jamás he experimentado tanto a Dios como en la cruz. Cómo además
esto me lo había prevenido el Señor.
Y Dios quiso que yo encontrara, en medio de esta
pasión que yo padecía allí -porque no sabes lo que es que te echen,
que quedas en ridículo. Mi padre que me perseguía hace 8 años, había
yo hecho las paces con él en el aeropuerto de Londres; con todo el
follón que yo había organizado con mi familia, que mi padre estaba
sin hablarme años- te echan a la calle. O sea que yo he vivido lo
que es venir de Londres a Barcelona con la promesa, con Isaac, y yo
sabía que subía al Monte Moria. Con esto el Señor me ha hecho vivir
todo lo que yo sabía de las Escrituras, todo lo he experimentado en
la propia carne. Y es que con la promesa que yo había tenido desde
pequeña, que era mi destino, mi futuro, darlo allí sin saber a dónde
vas ni qué va a ser de ti.
Pues allí, en esta humillación y en esta pasión,
en el Gethsemaní de mi vida, Dios me puso un ángel que fue el P.
Farnés. El P. Farnés venía entonces del Instituto Litúrgico de París
y tenía en mano todo lo que suponía la renovación litúrgica y
teológica del Concilio, porque ese Instituto ha influído mucho en
toda la preparación del Concilio con profesores como D. Botte,
Bouyer, etc. Y Dios quiso que yo estuviera ese año allí, porque allí
pasé de mis devociones eucarísticas -que por gracia de Dios también
las he tenido desde muy pequeña-; yo no he dejado una comunión por
nada del mundo, así fuera a la Universidad. Me acuerdo que en los
Sacramentinos cuando no me daba tiempo de quedarme a la Misa,
comulgaba y escapaba como una bala. En todos los viajes que mi padre
me ha hecho hacer para quitarme la vocación, por ejemplo a
Casablanca que era dificilísimo encontrar una Iglesia, yo no dejaba
de comulgar, pero siempre Jesucristo que venía a mí. De allí pasé
yo, por la experiencia de muerte que tenía, a que comulgar era
comulgar con la muerte de Jesucristo para hacer la Pascua a la
Resurrección. Allí entendí yo, a través de lo que me estaba pasando,
lo que era toda la renovación Conciliar de la Eucaristía, de la
Pascua, de la liturgia; con Farnés que nos daba clases todos los
días.
Y digo esto porque de esta Pascua y de la
Eclesiología nueva, que es la Iglesia como luz de las naciones y no
como sitio donde el que no entra no se salva, todo lo que es el
esquema de la Catequesis, está vivido y experimentado por mí
vitalmente, no como una lección, en Barcelona.
Por eso os decía que quería contar esto porque
supone más que las barracas para el Camino, con perdón de Kiko
Argüello. Las barracas han sido importantes para él, pero para el
Camino ha sido muy importante el Concilio y toda la renovación
litúrgica. Y Dios se ha servido a través de esta experiencia que me
ha hecho hacer para poder entrar en el Concilio. El guión de todas
las catequesis nada de que, para llegar a esta Pascua, a este
dinamismo de la Resurrección hay que partir de Abraham, hay que
pasar por el Exodo, etc. Es todo el esquema de las
catequesis.
Como conocía toda la Teología antigua, entré en
perfecta armonía y sintonía con todo lo que suponía el Concilio. Y
así, lo primero que hice -que ya era mi idea desde antes, cuando me
echaron- fue irme a Israel. Y allí en Israel el Señor siguió dándome
muchísimas gracias. De todas maneras, el Señor me ayudó porque me lo
había prevenido. En Javier donde tuve tantas gracias del Señor, una
de las gracias más grandes fue en los Ejercicios de mes -que los
hacíamos dos veces los Ejercicios completos de San Ignacio- que son
cuatro semanas, en la tercera semana es la Pasión, yo me acuerdo -en
la Casa de Ejercicios de Javier que muchos la conoceréis- que me
quedé a hacer oración por la noche y estuve hasta media noche
pensando si ante los sufrimientos... decía yo: ¿negaré a
Jesucristo?. Si San Pedro en lugar de haberle dicho: "no te negaré
nunca" le hubiera dicho "no me dejes que te niegue" se lo hubiera
permitido; y con esta idea me fuí a la cama.
Y el Señor, a través de una visión, de un sueño
fantasioso o lo que queráis, me hizo como una aparición y me dice:
"tú sígueme". Pero el "tú sígueme" resulta que se abre una ventana y
que tengo que salirme por la ventana. Y yo asustada. Y Jesucristo
"sígueme"... pues te sigo. Salgo por esa ventana y empieza un
descendimiento que es como caerte en el vacío sin paracaídas, o sea
que caes, que vas a tierra a velocidad y que aplastas, te aplastas.
Y Jesucristo me decía: -¿Pero no decías que me quieres seguir?, y
yo: ¡Sí!. Cuando digo esta aceptación: "contigo" empieza un cambio
radical, empieza un ascendimiento. Sabéis que yo soy muy devota de
la Ascensión porque he vivido en mi propia carne -fuera o dentro del
cuerpo no lo sé, que dirá San Pablo- lo que es la Ascensión. O sea
entrar en una ascensión inmensa de alegría que no tiene comparación
con ningún goce sexual; algo que sabe a eternidad, que es entrar en
Dios, en la eternidad. Algo que yo lo único que podía decir: ¡basta
Señor, basta!.
El Señor me había preparado con este sueño, que
en el fondo es el Misterio de Pascua: la kenosis y la Resurrección,
exaltación y Ascensión. Esto en Javier. Luego, cuando después de
varios años me pasó esto de Barcelona me vino a la mente -esto nunca
se me había olvidado a mí; se me han olvidado muchas cosas, muchas
gracias, pero esto lo he tenido yo siempre presente como una luz en
mi vida, esta experiencia que me duró muchísimo tiempo, estuve en
una alegría inmensa- que la ventana donde me echaban era ésta. Y la
pasión que viví, que fue una pasión verdaderamente enorme, y que el
Señor me concedió con el conocimiento de todo el Concilio entrar en
una nueva etapa de la Iglesia.
Y así me fuí a Israel. Y antes de irme... yo a
las mismas Misioneras las quiero muchísimo, hasta a las que me
echaron. Me acuerdo de la superiora -que era más de Acción
Católica... y que oía a Farnés, hasta me mandó con Farnés- me decía:
A veces cuando hablas me parece que tienes razón en todo lo que
dices, pero no sé por qué te tengo que llevar la contraria. Por eso
yo cuando salí les puse una tarjetita: "Yo sé que obrásteis por
ignorancia... para que así se cumpliera lo que Dios tenía
profetizado para mí". Les puse atrás trozos del Kerygma con la faz
de Cristo del Greco.
Y ahora este año una chica que está en las
comunidades me ha mandado una de las tarjetas que mandé a otra
misionera -que es de Pamplona ésta-. A todo esto el 28 de agosto,
que es el día que yo salí, el Señor aquél día, después de las luchas
y tribulaciones que todo el año tuve, porque yo no sabía si salir o
no salir; yo hice todo lo posible para no salir. Ellas querían que
yo saliera libremente, no echarme; yo hice todo lo posible, hasta
hablar con el Arzobispo y tal. Pero el día 28 que el Obispo no
estaba, el otro no estaba, todo el mundo estaba fuera, aquél día
llegó la Madre General (que la pobre ha sufrido más que nosotras
porque no era obra de ella sino de las Consejeras que no nos
conocían porque eran nuevas y venían de las misiones: India, Japón,
etc..., la pobre vino allí y dijo que no me admitían a los votos
perpetuos -que era el 3 de octubre, Santa Teresita, que ahora lo han
cambiado-.
Y cuando ya supe la decisión... porque lo
terrible es estar en la duda, y yo no quise salir libremente sino
que me echaran de verdad. Yo he estado noches enteras ante el
sagrario, con unos sufrimientos enormes; por otra parte yo sentía
una esperanza grande, que Dios me tenía una promesa. A todo esto las
otras que habían echado antes se fueron a Marsella, vinieron a
buscarme, me dijeron: vámonos que Dios nos quiere para otra cosa.
Pero yo me resistí hasta el final, 28 de agosto. A todo esto viene
otra chica que yo había conocido también en Inglaterra; y ella, sin
saber lo que me pasaba, me acompañó al tren que cogí a Valencia,
primero para hablar con el Sr. Arzobispo y luego a ver a mis padres
que estaban en Marmolejo. Luego ya pensábamos que íbamos a hacer
algo, que el Arzobispo mismo nos apoyaba, en América. Y allí estuve
yo viviendo en barracas, En Montjuit y en las casas baratas de Casa
Antúnez trabajando en las fábricas, en Hilaturas Casal y Pérez.
Barcelona a mí siempre me emociona muchísimo porque tiene toda una
historia para mí de muerte y de Resurrección.
Y a una de las chicas le mandé esta postal, y al
enterarse que esta amiga suya está en las comunidades -era muy amiga
de ella, las dos habían estudiado Pedagogía- se la ha dado y me
mandó una fotocopia.
A esta chica le escribí: "Están rotas mis
ataduras, pagadas mis deudas, mis puertas de par en par. Me voy a
todas partes". Esto es verdad, yo lo he sentido: la libertad de
entrar en el universo entero. Después de los sufrimientos de aquél
año fue para mí una dinámica de Pascua, de Resurrección y de
Ascensión, y de que el universo entero es una maravilla y un paraíso
creado por Dios con destino de eternidad. "Ellos, acurrucados en su
rincón siguen tejiendo el pálido lienzo de sus horas -esto luego
Kiko os lo aterrizará, le gusta mucho- o vuelven a sentarse en el
polvo a contar sus monedas, y me llaman para que no siga". Todavía
mi padre que había comprado entonces una gran fábrica allí en el
Guadalquivir, en Sevilla, me dice: -mira, justamente en este sitio
hay una iglesia, y aquí tienes una casa que puedes hacer el convento
que quieres. El siempre con la idea de que colaborara con él -porque
con tu padre puedes hacer más para las Misiones que las monjas.
"Siguen tejiendo el pálido lienzo... -el tiempo. Cuando el tiempo es
un aburrimiento, cuando no se tiene qué hacer como le pasa a nuestra
sociedad que está sentada sin ideales y sin destino, ¿sabes lo que
es el tiempo?: el aburrimiento, cuando no se tiene qué hacer como le
pasa a nuestra sociedad que está sentada sin ideales y sin destino,
¿sabes lo que es el tiempo?: el aburrimiento, el vacío más grande.
Pues uno de los síntomas es el "zaping" de la televisión- y me
llaman para que no siga. Pero ya mi espada está forjada, ya tengo
puesta mi armadura, ya mi caballo se impacienta. Y yo ganaré mi
reino".
Esto se lo escribí. Resulta que este año me lo
me han mandado y a Kiko le ha gustado, y lo ha hecho un canto para
los chicos. "Me voy a todas partes" porque se ha cumplido en
nosotros en la Merkabá. -Este reino no es el Kikiano, caro Kiko,
aunque tú lo dices aquí-. Las monjas no están en crisis sino que
ellas se han rehecho también después del Concilio, y están en todas
partes. Pero sí para mí ha sido una experiencia.
Sólamente yo lo quería contar porque esto me
parece que es importante para el Camino, quizás más que las barracas
de Madrid. Las barracas de Madrid han servido mucho como punto de
aterrizaje del Concilio entre los pobres, porque yo al último sitio
que hubiera ido es a Madrid. Resulta que cuando yo vuelvo de Israel
-que luego hablaré más de Israel- mis amigas se habían ido de
Barcelona a Madrid porque ellas no eran de Madrid, que era el último
sitio a donde yo hubiera ido. Nosotras pensábamos todavía crear
entre nosotras una cosa nueva. Y Dios me cerró todos los paseos para
encontrarme en Madrid.
Mis amigas ya vivían en Palomeras antes que
Kiko, y nosotros ya habíamos vivido en las barracas mucho antes
también. Y yo he peleado con Kiko desde que lo conocí por el
Cursillismo. Sí que tenía gran fe y, sobre todo, yo lo conocía antes
que a él -que colaboraba con una hermana mía- por el cuadro de la
faz de Jesucristo. Esa faz del Siervo de Yahvé la tenía mi hermana
enfrente de la cama y me gusto muchísimo; que es el primer canto que
ha hecho en las barracas. Para pasar del Siervo de Yahvé al Resucitó
hizo falta toda la Pascua y el Concilio, no fue fácil. A veces le
digo yo a Kiko resumiendo: Dios te sirvió en bandeja el Concilio a
través de Carmen, y aún no te has dado cuenta.
Quiero decir que el contenido del Camino no nace
abriendo Kiko la Biblia al azar, como parece que lo cuenta él. Lo
que estamos llevando entre manos es el Concilio Vaticano II de
verdad. Y Dios se sirvió también de Morcillo, el Arzobispo de
Madrid, que es otro milagro que fuera a las barracas; que es el día
que yo comencé a colaborar seriamente con Kiko, porque no acababa de
fiarme de él; tanto es así que estuvimos sin hablarnos meses, y yo
hice otro grupo en otra parte de las barracas. Y mi intención era
siempre partir a las misiones. Morcillo fue importantísimo; sin él,
ni yo, ni Kiko hubiéramos ido nunca a las parroquias.
Y otra cosa más importante que quería decir: que
en este viaje a Israel -aunque luego como vamos a hablar de
Jerusalén tendré tiempo- Dios nos permitió cosas fantásticas de
verdad, de abrirse la Escritura por todas partes. Con esta chica que
yo conocí en Inglaterra, que fue un ángel para mí, nos embarcamos en
un barco turco. En la roca del Primado de Pedro que muchos conocéis,
yo he estado allí sentada tantas mañanas pensando qué sitio tenía yo
en la Iglesia. Y las gracias que me dió allí el Señor. Y también en
Ain-Karen, sitio cerca de Jerusalén donde se conmemora la Visitación
de la Virgen y su Magnificat.
Y otro intento de fundación que hice todavía ví
cómo el Señor no quería -eso me lo ha dicho a mí claro y lo tengo
tan claro, por eso siempre ataco la palabra "movimiento"-. Ví que
quería algo que era para toda la Iglesia, no una Congregación ni una
Asociación, ni un Movimiento: qué es el Concilio. O sea una
renovación de la Iglesia. Por eso yo a las chicas las invito a
entrar en las Congregaciones; y a los chicos, lo que está haciendo
el Seminario Redemptoris Mater son diocesanos; y las comunidades
están en las parroquias. Una renovación de la Iglesia. Y lo que
llevamos no es que un carismático se ha inventando una cosa; sí, a
él como artista lo ha cogido también el Señor, que le ha dado tantas
gracias para realizar en la palabra y en la praxis la
renovación.
KIKO:
Esto que ha dicho Carmen -algunos ya sabíais
algunas cosas- creo que sea muy importante. Porque todo lo que ha
dicho es cierto, y más que cierto. Es verdad: sin Carmen el Camino
Neocatecumenal no existiría. Sin el Concilio. Carmen ha sido
vehículo, estudiando la Teología y conociendo a través de Farnés
toda la renovación litúrgica, el Misterio Pascual. Yo, poco he
hecho; poner mi pobre arte al servicio de esta renovación, como
pueda.
Este canto se lo dedico a los seminaristas de
Valencia. Os lo dedico porque espero que se cumpla en vosotros y
podáis decir como Carmen: "Me voy a todas partes".
Es uno de los poetas más grandes que tiene la
India, que se llama R. Tagore, que fue Premio Nobel en 1913. Estudió
en Inglaterra y conocía el cristianismo, estaba enormemente
impresionado. Tuvo mucha fama en España porque tradujo sus obras
Zenobia, la mujer de Juan Ramón Jiménez, otro Premio Nobel. Por eso,
la traducción de este Tagore en español es muy buena; no así en
otras lenguas, porque sólamente traduciéndolo otro poeta como es
Juan Ramón Jiménez -que es grandísimo- supo traducirlo, adaptarlo,
porque la poesía es siempre casi imposible, pierde mucho cuando se
pasa de un idioma a otro como sabéis.
Es una poesía de las muchas que tiene; es muy
bonita, en esa intuición que tienen los poetas. Yo creo que la
India, en uno de sus poetas ha dedicado a Carmen esta poesía. Dice:
"Están rotas mis ataduras" -Cristo ha roto nuestras ataduras, las de
todos, ha pagado nuestras deudas- "pagadas mis deudas, mis puertas e
par en par. Me voy a todas partes".
Nosotros, para montar en la Merkabá, a los
itinerantes les decimos -antes de conocer esta poesía de R. Tagore-
que un cristiano es universal, tiene que estar dispuesto a ir a
todas partes.
CARMEN:
... El primer encuentro que tuve yo con Kiko
Argüello fue en su casa tocando la guitarra. Yo que venía de
sufrimientos enormes, en Madrid que ya mi familia me estaba
persiguiendo y tal, él estaba allí tocando la guitarra, comiéndose
un pollo, coqueteando con la sueca, en fin, yo ni le hice caso,
pensé: es un criato. Luego yo me fuí a La Fortuna, el barrio de los
traperos, esperando, porque mi padre me dijo: aquí sabes que tu
padre puede hacer todo lo que quieras contigo; ahora, que vengas
aquí a casa, a comer y a ducharte, no. Estuve durmiendo en una
farmacia, y luego me fuí a La Fortuna con los pobres esperando a ver
qué quería Dios, porque mis amigas ya no querían embarcarse.
Mientras tanto Kiko estaba en el Servicio
Militar. En el primer encuentro que he tenido con él en un bar de
Palomeras, donde estaban estas amigas mías -que se incorporaron a la
lucha social, a Comisiones Obreras- me cuenta sus visiones, que la
Virgen le había dicho de formar pequeñas comunidades como la Familia
de Nazaret. Me acuerdo del bar. Y digo yo: este niño parece tan
moderno y es un beato. Porque en aquellos tiempos Conciliares a mí
me había desaparecido San José. Imaginaros yo que he estado meses
enteros viviendo en Nazaret, que he estado allí en la gruta horas y
horas con gran devoción. Todo lo había unido al anuncio, a la idea
misionera mía; pero la Sagrada Familia de Nazaret para mí en
aquellos tiempos Conciliares me sonaba a rancio, a esas estatuas que
había por todas partes que eran insoportables. Entonces a mí San
José me había desaparecido del globo. Cuando le oigo a él decir eso
de formar pequeñas comunidades como la familia de Nazaret... y cómo
veo que verdaderamente ha sido así. La importancia hoy de la
familia.
O sea, yo iba a una misión de Evangelización,
Kiko de hacer comunidades. Todo esto de las Misiones Populares era
lo que nosotras pensábamos hacer en América -y también las que te
las ha introducido ahora, desde Dénver, aunque no te acuerdes, Kiko.
Tiene la gracia creativa de la asimilación; de asimilarlo todo y
hacerlo suyo todo. Espero que hagas tuya la cruz de Jesucristo, y
verás la Resurrección-.
Todo esto lo decía para lo de las pequeñas
comunidades como la Familia de Nazaret. Me lo dijo el primer día que
le conocí. De mandar los itinerantes, y todo eso me venía a mí
porque yo lo he hecho con los Jesuítas en las Misioneras de Cristo
Jesús; íbamos de dos en dos, sin dinero. Y lo he vivido todo el
tiempo en Israel sin una peseta; nos embarcamos en un barco turco.
Eso venía en el fondo de San Ignacio, de los Jesuítas, de la vida de
itinerantes, como era en el Evangelio los apóstoles. Kiko siempre
forma grupos.
Lo importantísimo de Madrid para mí fue la
presencia del Arzobispo, cómo Dios quería una cosa para la Iglesia,
y formando pequeñas comunidades para la Evangelización. Cómo el
plano y proyecto que Dios tenía era único.
KIKO:
Sin duda ninguna. Yo he aprendido que para que
no me gloríe Dios hace milagros enormes, pero con instrumentos
débiles, con instrumentos como Carmen y yo, para que no nos
gloriemos. Y para que veáis que es una obra de Dios, que no es una
obra mía, ni de Carmen, ni de nadie.
Yo he visto cómo este canto se ha cumplido en
Carmen: "Ellos acurrucados en su rincón siguen tejiendo el pálido
lienzo de sus horas", aquí ha tenido una intuición el poeta de que
en el mundo hay dos cosas terribles: una, que la gente está tejiendo
el tiempo, está intentando escapar del tiempo "tejiendo el pálido
lienzo de las horas"... por eso los night-clubs, las diversiones, el
aburrimiento los domingos por la tarde llamando a los amigos a ver
si te vas a bailar, a hacer algo.
Todos habéis experimentado que si os salís de la
conversión el tiempo adquiere inmediatamente un peso, el tiempo te
anuncia que tu vida no tiene sentido, o sea el tiempo está cargado
de muerte. Y el tiempo cargado de muerte ¿cómo se llama?. Se llama
aburrimiento, el tedio que lleva a la gente al suicidio. Por eso la
gente tiene que escapar de este tiempo que te está diciendo que tu
vida no tiene sentido; tienen que escapar con la fiesta, con los
amigos, con divertirte, con ir a jugar a las cartas. Hay que
escapar, ir al cine. Hay que escapar del tiempo. Por eso, atención,
una cosa que os digo del tiempo. Cuando estábais en el paganismo,
que nadie te hiciera esperar medio minuto que te cargabas a su
familia, el tiempo no lo soportabas. En el Camino puedes esperar,
puedes llegar tarde, digamos así. Atención porque el tiempo ha
sufrido un cambio cosmogológicamente; no nos angustia el
tiempo.
"Siguen tejiendo el pálido lienzo de sus horas,
ellos en su rincón, o vuelven a sentarse en el polvo a contar sus
monedas". Dos cosas hay en el mundo fuera del Reino de Dios: escapar
del tiempo que te lleva a la muerte, y el dinero. "Vuelven a
sentarse a contar sus monedas"... tiempo y dinero. El hombre
necesita escapar del tiempo que te lleva a la muerte con las
vacaciones, con la diversión, copiando la fiesta. Es la liturgia la
que nos saca del tiempo de muerte y nos introduce en el tiempo
escatológico, en el tiempo eterno. Bueno, pues el demonio tiene sus
liturgias, que son la orgía, la droga, la vacanal, el night-club con
las mujeres, con las luces. Es una liturgia que intenta imitar la
Fiesta. Que después, como es un engaño, el que se va a la fiesta, a
la orgía, a la vacanal con los amigotes, donde se bebe, y donde se
fornica, etc... cuando salen de esa fiesta están peor que cuando han
entrado, porque ha sido un engaño, están destruídos. Es una cosa
terrible, que los que hemos estado en el mundo y hemos sido unos
golfos, lo sabemos. Yo en Bellas Artes con los amigos, los
escultores y tal; lo sabemos, lo conocemos.
"Ellos acurrucados en su rincón siguen tejiendo
el pálido lienzo de sus horas, o vuelven a sentarse en el polvo a
contar sus monedas. Y me llaman -estos del mundo- para que no siga
-Carmen llevaba dos años en Londres para irse misionera a la India,
de pronto la llaman a Barcelona; no puede seguir-. "Pero ya mi
espada está forjada" -Carmen había tenido una espada que iba a ser
la Palabra de Dios, que iba a ser la Teología que ha estudiado-, "ya
tengo puesta mi armadura" -la armadura que Dios la ha puesto es un
año entero de kenosis, de sufrimientos, de ser juzgada en función de
la ley. Me echan, no me echan, qué va a ser de mi vida, a dónde voy,
etc.- "ya mi caballo se impacienta, y yo ganaré mi reino".
Esto se lo ha mandado una chica porque, claro,
cuando se lo mandó hace años Carmen salió echada, y hoy es famosa
para su Congregación. Yo me encontré a la General de las Misioneras
de Cristo Jesús -su Congregación, que están en las Misiones
actualmente- y me dijo: Carmen, la echamos y se llevó el Espíritu
Santo de la Congregación. Porque después tuvieron una crisis enorme,
sin vocaciones ni nada; sin embargo, en lo que tiene entre manos
Carmen hay vocaciones, etc. Ha ganado un reino. Carmen: ganaré el
Reino de Dios, aquí dice muy bien ganaré, no conquistaré... porque
el Reino de Dios hay que ganarlo. Dice San Pablo que todo lo
considera basura con tal de ganar a Cristo. Yo tengo que considerar
basura mi pintura por ganar a Cristo; las mujeres, el matrimonio,
todo con tal de ganar a Cristo. El que desprecies a Cristo y
prefieras otro ídolo, te quedas sin Cristo y sin
nada.