IMAGÍNATE DESNUDA

 

 

Imagínate desnuda mientras te miro. Boca abajo, apoyas la cabeza sobre tus brazos. Tu pelo es una flor oscura que derrama su perfume sobre la sábana. También estoy desnudo y tú también me miras. Me acerco y tiemblas de ansiedad gozosa. Te muerdes los labios. Tus mejillas tienen el rubor del deseo. Juegan, inquietos, tus dedos con las sábanas. Paso mi mano muy cerca de tus piernas, por el hueco de tus rodillas, por tus muslos. No te toco, pero sientes como si casi te tocara. Acerco a ti mi rostro. Se te eriza la piel. Breves espasmos que simulan suspiros o sollozos interrumpen el ritmo de tu respiración. Levantas un poco las nalgas. Siento tu olor sexual, áspero y penetrante. Te miro, ofrecida. Con una de tus piernas sin querer me rozas. Sientes mi rígida ternura y te aturde un ramalazo de deseo. Un leve gemido brota de ti: es como una música. Comienza la fiesta de nuestros cuerpos, querida.

 

 

 

Mario Mendoza Orozco

Cartagena, Enero de 2003