LA MALENA, UNA VILLA ROMANA






La investigación arqueológica en territorio aragonés durante los últimos diez años, nos tiene acostumbrados a continuos hallazgos de la época romana, todos ellos de gran interés y valor cultural. Los hallazgos se hallan distribuidos por todo Aragón, siendo la ciudad de Zaragoza el centro principal de ellos. Así, los trabajos que el Gobierno de Aragón viene realizando desde 1986, dirigidos por José I. Royo, en la villa de "La Malena" han sacado a la luz uno de los conjuntos arqueológicos más importantes y espectaculares de nuestra tierra.

El yacimiento se encuentra en plena huerta de Azuara, a poca distancia del casco urbano de la localidad. Azuara tiene una población de 800 habitantes durante el invierno, pero esta cifra se duplica al llegar el verano. Situada a 60 kilómetros al Sur de Zaragoza, Azuara disfruta de un enclave geoestratégico junto al Río Cámaras (afluente del Aguas Vivas). Esta situación física, a caballo entre el valle medio del Ebro y el Sistema Ibérico, es paso obligado de la llanura de Belchite a Daroca que, complementada con la abundancia de agua y tierras fértiles, darían la respuesta al porqué de este asentamiento romano.

Durante el tiempo que se llevan haciendo las excavaciones en la Villa de La Malena se ha descubierto gran parte de la "Pars Urbana" o zona noble de una rica villa romana cuyo momento de asentamiento se puede situar alrededor del siglo IV d.C. La vivienda se distribuye en torno a un gran patio central o Peristilo de planta cuadrangular rodeado por cuatro corredores pavimentados con mosaicos geométricos policromos. Alrededor de éstos, se abren más de cuarenta habitaciones de las que diecisiete cuentan con ricos mosaicos policromos.

El mosaico es el elemento más representativo y característico del asentamiento, ocupando más de 1.000 metros cuadrados de extensión. La tipología es muy variada y todos ellos cuentan con una impecable técnica de ejecución. El mosaico "estrella" se encuentra en la estancia 26, donde aparecen cinco emblemas figurados, representando el central una boda de la mitología clásica, con un programa iconográfico de gran complejidad. Este pavimento puede considerarse una de las obras cumbre de la musivaria hispanorromana, tanto por su belleza y colorido como por su factura.

Otras estancias como la 2, 10, 27, 29 31, 33 ó 34 cuentan con ricos mosaicos con motivos geométricos y vegetales. Estancias como la 4, 13, 21 y 23 están pavimentadas con "Opus Signium" c, apareciendo los pavimentos de tierra en aquellos espacios dedicados a áreas de servicio, tales como cocinas o almacenes.

Algunas paredes de estas estancias se encuentran decoradas con pinturas murales, siendo excepcional el caso de la estancia 2 en la que hay una taracea de mármoles caída sobre el suelo. El gusto refinado de los propietarios de esta villa, se vería complementado con diversas esculturas que decorarían el peristilo, de las que han llegado hasta nosotros escasos pero muy significativos restos.

El material arqueológico, encontrado en gran medida en un nivel de abandono, parece que sitúa el final de la Villa a mediados del siglo V d.C. Al parecer el lugar no volvió a habitarse, pero las fuentes del siglo XVII citan una ermita en ruinas, localizada en los alrededores, dedicada a Santa María Magdadalena.

A Continuacion se muestran algunos de los mosaicos aparecidos en las distintas estancias de la Villa.






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© Diciembre 1997 - Sergio Ibarra y Oscar Alconchel. Azuara (Zaragoza)