a una muchachita que acomodaba
su larga trenza,
ya'stá por salir el sol y tienes que dejar
la leche ande el pastor,La Lucila y la Melchora
Apúrate que más tarde
tu mamá te curará las carachas
que tienes en la tuctuma
y te matará las hitas
La niña, despovrista de calzado,
miró a su padre,refunfuño,
se caló un amplio sombrero de paja
y obedecio.
Abrió la puerta de su modesta vivienda
y rayos de sol aprovecharon
para penetrar en un santiamén
Retiró una seisuna que cubría
una barriguda chomba
vacía de chicha y salió
a la vida y al trabajo.
Casiana se acopacho el pecho
enfiló sus pasos al corral,
donde su madre María ordeñaba
unas vacas cholas,
mientras los cututos,alla en la cocina
de adobe y techumbre de carrizo
comenzaban a corretear en pos
de reseca alfalfa.
!Alalau!
exclamó el viejo chacarero
al seguir los movimientos apresurados
de su menor hija Casiana,
!Pucha qui'frio esta mañana!.
Volvio la cabeza y repazó de una mirada
cómo dejaba la casucha
en cuyo interior dormían
varios de sus nietos
!Hasta qui'hora ocllaran,se dijo
duermen y duermeny uno tiene
que tratar de huaripampear
las necesidades!.
Elm campesino (Pascual se llamaba)
se limpio los chocnis de los ojos
y se dirigió a la chacra
que cultivaba con el sudor de sus musculos
y la esperanza en un futuro labrado
en los surcos que le diagramó
la yunta en un pedazo de suelo feráz.
No es la primera vez
que se quejaba de su destino:
trabajar,trabajar y trabajar
de sol a sol y siempre lo mismo
Hacer preparar el humilde almuerzo
y la frugal comida con los escasos
ingresos diarios de la venta
de la leche en un borrico
que tenía que hacer varios viajes.
La niña llamada Casiana tenía que vender
la leche ordeñada para comprar
el generoso pan de trigo de tres cachetes
para el desayuno.
Para ello llevaba la leche en una cantarilla de lata.
El campesino de mal humor esa maãna
acomodandose el sombrero huacali,
sé que a más de uno gustará está historia...