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La sopa derramada.
Cuando el virtuoso Rebi Menahem
Mendel de Ryamanow estudiaba con su maestro, el virtuoso Reb Elimelech, aquél
era todavía desconocido como hombre virtuoso y hacedor de milagros. Un sábado, estaba sentado con
otros discípulos a la mesa. Cuando un sirviente trajo la sopa, Reb Elimelech
cogió la fuente y derramó todo su contenido. Menahem Mendel se asustó y gritó: “¡O,
qué desgracia!, ¡ahora nos pondrán a todos entre rejas!”. Los discípulos presentes en la
mesa procuraron disimular su sonrisa por respeto al maestro. Reb Elimelech
dijo, sin embargo: “No te asustes, hijo, estamos todos aquí”. Los fieles se quedaron asombrados,
así que Reb Elimelech les explicó lo que había sucedido: “Uno de los
ministros del Emperador tenía designios malévolos sobre los Judíos. Preparó
alegaciones falsas y decretos contra los Judíos, y planeaba presentárselos al
Emperador para que los firmase. Pero cada vez que copiaba los documentos,
cometía algún error en la escritura, o sucedía algún otro percance, de manera
que no podía presentárselos al
Emperador. Pero hoy consiguió preparar un documento sin ningún defecto, e iba
a entregárselo al Emperador. Alargó la mano hacia la caja de arena, para
secar la tinta del papel. En ese momento, derramé la fuente con la sopa, para
que él siguiera mi movimiento e hiciera lo mismo con su tintero. Y en efecto, así lo hizo: por
error cogió su tintero y derramó la tinta sobre el documento. Menahem Mendel
vió todo esto con el ojo de su mente. Estaba en ese momento espiritualmente
ausente, y olvidó que estábamos sentados a la mesa. Se asustó y pensó que era
yo quien había derramado la tinta sobre el documento. Por eso pensaba que íbamos
a ser puestos todos entre rejas”. Fue entonces cuando todos
comprendieron que el joven Menahem Mendel podía ver cosas en su mente que
ningún otro podía ver. De: “Leyendas de los judíos polacos” |