Postrados en vuestra presencia, Oh Adorable Trinidad!, os
bendigo y doy gracias por el inefable misterio de la encarnación
en el vientre de la más pura de las Vírgenes, víctima
propicia de la Divina Justicia por el mundo pecador, he aquí, al
más ingrato de los pecadores, que confundido y avergonzado reconoce
tu amor infinito y ardientísima caridad, os adora, bendice, y alaba,
a vos que desde el vientre purísimo de María os entregasteis
a padecimientos, menosprecios y vejaciones siendo inocente y aún
os fijáis en mí, con ojos de misericordia, en mí,
el más indigno de tu perdón, por haber ultrajado vuestra
Santidad y Grandeza a cambio de los innumerables beneficios que me habéis
prodigado.
Oh Salvador que a redimirme venisteis de la esclavitud del demonio.
Padre que olvidando mis locuras y extravíos me busca, me llama y
ofrece a cambio de tanta ingratitud: Amor y bienaventuranza eterna.
Pequé y me pesa en el alma haberos ofendido. Aumentad, Dios
mío, mi arrepentimiento y dadme la fuerza eficaz para odiar el pecado
y perseverarme en vuestro Santo Servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
Ofrecimiento y rezo de:
nueve Aves Marías (Oración Diaria)
Os ofrecemos estas nueve Ave Marías oh Castísima Virgen
y Madre de Dios en memoria de vuestra Gloriosa Maternidad y por todas las
virtudes con que el Altísimo adornó tu alma, os ruego no
miréis en mí la miseria e indignidad que me revisten, atended
sólo al honrosísimo título de Madre de Dios, título
que llenándonos de regocijo y consuelo nos infunde la esperanza
de que en la hora final, olvidándote de nuestra ingratitudes sólo
recordarás que como Madre del Salvador, quien en su agonía
os hizo depositaria de su misericordia para que la tuvieses con los pecadores,
en esa tremenda hora, os pedimos la uséis con nosotros acordaos
en ella, que suplicantes imploremos vuestra asistencia, cuya memoria nos
bastará, pues sabemos que nunca quien vuestro auxilio implora será
desamparado y así confío en obtener la gracia de recibir
en mi pecho a vuestro Divino Niño Jesús Sacramentado, gracia
que será la señal de mi perdón y prenda segura de
la vida eterna. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, oh Santa Madre de Dios; no desprecies las
oraciones que te hacemos en nuestras necesidades; antes líbranos
de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Ave María (Se rezan 9 aves Marías)
Dios te salve María llena eres de gracia; bendita tú
eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jesús, José y María
yo os ofrezco por posada
el corazón y el alma mía.
—Fuera:
En el nombre del Cielo
os pido posada
pues no puede andar
mí esposa amada.
Oración diaria:
Inocente y Purísima Virgen María!. que por cumplir el mandato de un soberano de la tierra, obligada debiste partir en compañia de tu casticismo esposo José, desde Nazaret a Belén, atendiendo al edicto del César; de que toda persona de que se empadronase toda persona residente en su imperio, y decir lugar de origen para futuros tributos que deberían pagar; por vuestro ejemplo, humildisima Reina, os ruego reanimes mi fe para que también, sumisos y obedientes podamos cumplir con el mandato de Soberano del Cielo.
Segunda Jornada, 17 de diciembre
Oración diaria:
Oh Virgen Santísima!, así como vos sufristeis los rigores de la intemperie llevando en tu vientre virginal al Divino Jesús hecho hombre, yo, alabándote y adorándote, os ruego me enseñéis a soportar miserias incomodidades; desprecios y pobrezas y que mi esperanza se robustezca para seguir vuestras huellas en las jornadas de la virtud. Amén.
Tercera Jornada, 18 de diciembre
Oración diaria:
Oh Reina de los Ángeles! comunica a mi alma Oh Inmaculada María!, la fortaleza con que soportasteis las penalidades de vuestra tercera jornada llevando por toda compañia a vuestro esposo José y a los ángeles celestiales que en coro cantaban y bendicen al hijo de vuestras Purísima entrañas, para que con vos pueda yo continuar mi peregrinar en esta tierra. Amén.
Cuarta Jornada, 19 de diciembre
Oración diaria:
Oh Madre Mía!, así como vos soportasteis miseria, vejaciones y desdeñosas negativas cuando sin desmayar posada implorabas en esta jornada transmíteme oh Virgen Santísima esa misma sumisión y humildad vuestra para que a mí alma no tienten las vanidades del mundo y que mi corazón sólo dé albergue al amor puro piadoso y sencillo hacia vuestra sagrada familia. Amén.
Quinta Jornada, 20 de diciembre
Oración diaria:
Oh cándida paloma!, Madre y Reina celestial que a tu llegada a Belén tras de buscar alojamiento presurosa os encaminasteis a cumplir el mandato que ahí los traía, con este ejemplo de sumisión que me dais: encausándome en el camino de la obediencia también y sujétame a la voluntad de vuestro Hijo Jesús para que se vigorice mi espíritu y avive el fuego de mi amor y no dejéis. Madre mía, que vacile mi fe. Amén.
Sexta Jornada, 21 de diciembre
Oración diaria:
Reina soberana!, que soportasteis las duras fatigas de tan cruenta jornada de Nazaret a Belén de puerta en puerta pidiendo posada que todos os negaban sin haber encontrado humilde asilo por fin, ¨por qué no he de soportar yo penalidades de la vida para alcanzar la gracia de encausarme por el camino de la virtud y conseguir el miraros eternamente en la gloria? Amén.
Séptima Jornada, 22 de diciembre
Oración diaria:
Rosa mística!, y Purísima de aroma celestial que en esta jornada a falta de albergue, con abnegación inefable, sumisa aceptasteis por asilo la solicita oferta de vuestro Santo esposo que sólo conducirte podía a una gruta, morada y refugio eventual de pastores que ahí, con sus rebaños se guarecían contra lluvias e inclemencias del tiempo. Tú que todo esto soportasteis dadme paciencia para soportar amarguras terrenas. Amén.
Octava Jornada, 23 de diciembre
Oración diaria:
Oh Santísima Virgen, Oh Reina Inmaculada, se acerca el feliz momento en que con resignación sin igual darás a luz al Redentor del mundo, considerar que a pesar del sufrimiento del ya cercano alumbramiento aún solícita ayudasteis a vuestro amante esposo a limpiar de inmundicias el lugar que ni para bestias era digno, has Virgen Santa que pueda alcanzar la eterna ventura de ser digno siervo vuestro. Amén.
Novena
Jornada, 24 de diciembre
Por fin, madre Gloriosa, llegó el ansiado momento en que disteis
a luz al niño más hermoso, sabio y apacible cuya sola presencia,
el establo embelleció, Casticismo Patriarca que hallándote
a sus pies, celebras en el empíreo con los Hosannas de ángeles,
arcángeles y querúbes y en toda la orbe cristiana y con el
júbilo de millones de fieles que le adoran y cantan Gloria a Dios
en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, y aún
las bestias se acercan lentamente a dar calor con su aliento al desnudo
cuerpecito de nuestro redentor.
Suena la aurora del cristianismo, la luz divina que ensalza al débil
y oprimido igualando al rico con el mendigo. Oh María; por este
feliz momento en que recibiste el homenaje de los humildes; te pedimos
con la misma humildad que nos ayudéis a conformarnos con la voluntad
de tu Divino Hijo. Amén.
Consagración al Niño Jesús
Oh dulcísimo Niño Jesús, Cordero de Dios, que
has venido al mundo a quitar los pecados de las almas.
Aquí nos tenéis. Niñito de Belén, te amamos,
te adoramos, queremos aprender tus divinas enseñazas porque Tú
eres nuestro modelo y Maestro Nos consagramos a Ti, Divino Niño
y te suplicamos humildemente nos enseñes el amor a la inocencia,
a la santa pureza y santidad de vuestra vida; enséñanos el
amor a la cruz del sufrimiento, a la pobreza y humillación, enséñanos
a obedecer a nuestro Dios; a nuestra Madre la Santa Iglesia Católica
Apostólica; a nuestros padres a nuestros superiores y a nuestros
maestros, para que imitándote en el Pesebre de Belén y en
tu vida oculta de Nazaret, te sigamos hasta el Calvario y resucitemos contigo
en la gloria, para librarnos del Infierno y amarte, con los Ángeles
y Santos para toda la eternidad, en el cielo. Amén.
Oh dulcísimo Jesús Cordero de Dios, que has venido al
mundo a quitar los pecados de las almas.
Aquí nos tenéis, Niñito de Belén, te amamos,
te adoramos queremos aprender tus divinas enseñanzas porque. Tú
eres nuestro modelo y Maestro. Nos consagramos a Ti, Divino Niño,
y te suplicamos humildemente nos enseñes el amor a la inocencia,
a la santa pureza y santidad de vuestra vida; enséñanos el
amor a la cruz del sufrimiento, a la pobreza y humillación.
Enséñanos a obedecer a nuestro Dios; a nuestra madre
la Santa Iglesia Católica Apostólica; a nuestros padres a
nuestros superiores y a nuestros maestros, para que imitándote en
el Pesebre de Belén y en tu vida oculta de Nazaret, te sigamos hasta
el Calvario y resucitemos contigo en la gloria, para librarnos del Infierno
y amarte, con los Ángeles y Santos para toda la eternidad, en el
cielo. Amén.