IGLESIA EPISCOPAL REFORMADA 

 

REC
evangelismo
discipulado
adoración
comunidad
credos
sacramental
confesional
episcopal

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Adoptada el dos de diciembre de 1873

I

La Iglesia Episcopal Reformada, al sostener "la fe una vez dada a los santos," declara su fe en las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento como la Palabra de Dios y la única Regla de Fe y Práctica; en el Credo de los Apóstoles; en la institución divina del Sacramento del Bautismo y la Cena del Señor; y en las doctrinas de la gracia tal como substancialmente se presentan en los Treinta y nueve Artículos de la Religión.

II

Esta Iglesia reconoce y se adhiere al episcopado, no como un derecho divino, sino como una muy antigua y deseable forma de política eclesiástica.

III

Esta Iglesia, manteniendo una liturgia que no ha de ser imperativa o represiva para la libertad en la oración, acepta el Libro de Oración Común, según fue revisado, propuesto y recomendado para el uso por la Convención General de la Iglesia Episcopal Protestante, en 1785 A.D., reservando plena libertad para alterar, resumir, ampliar o enmendar la misma, según sea más conducente a la edificación del pueblo, "mientras la substancia de la fe sea conservada intacta."

VI

Esta Iglesia condena y rechaza las siguientes doctrinas erradas y extrañas como contrarias a la Palabra de Dios:

Primero, Que la Iglesia de Cristo existe sólo en una forma u orden de política eclesiástica:

Segundo, Que los ministros cristianos son sacerdotes en un sentido distinto a aquel en el cual todos los creyentes somos "un real sacerdocio":

Tercero, Que la mesa del Señor es un altar en el cual la oblación del cuerpo y la sangre de Cristo se ofrece nuevamente al Padre:

Cuarto, Que la Presencia de Cristo en la Cena del SEÑOR es una presencia en los elementos del pan y el vino:

Quinto, Que la regeneración está inseparablemente ligada al Bautismo.


DECLARACIÓN MISIONERA

Adoptada por los Obispos de esta Iglesia el 3 de diciembre de 1992

y por el Concilio General, el 29 de mayo de 1993.

Edificada sobre el fundamento de la autoridad de la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, la Iglesia Episcopal Reformada declara que el evangelismo, la proclamación abierta y no adulterada de la salvación por medio de la fe en el Señor Jesucristo, es su prioridad inicial (Hechos 8:4).

Sin embargo, al guardar la fe que ha sido una vez dada a los santos, la Iglesia Episcopal Reformada, no considera que el evangelismo sea el fin, sino mas bien el principio se su vocación divina. Por tanto, esta Iglesia está profundamente comprometida con el discipulado, la obra de entrenar hombres y mujeres evangelizados para la vida cristiana (Mateo 28:20).

Esto significa, ineludiblemente, que la Iglesia Episcopal Reformada otorga a la adoración bíblica alta prioridad. Cuando del Evangelio es proclamado en verdad y las misericordias de Dios son dadas a conocer, los hombres y mujeres redimidos deben ofrecer sus cuerpos como un sacrificio vivo, que es su servicio espiritual de adoración (Romanos 12:1).

Así, la Iglesia Episcopal Reformada entiende que la vida cristiana es, necesariamente, participación de un cuerpo. El llamado del evangelio a la salvación, no es solamente un llamado a un Salvador, sino también a la comunidad de aquellos que han sido salvados (1 Corintios 12:27); esta comunidad, investida por el Espíritu de Cristo, trasciende tanto las barreras geográficas como las temporales.

Por lo tanto, la Iglesia Episcopal Reformada declara su fe en los credos, al proseguir la fe cristiana histórica tal como fue afirmada por la Iglesia primitiva sin división en el Credo de los Apóstoles (A.D. 150) y el Credo Niceno (A.D. 325); es sacramental, al practicar los sacramentos divinamente ordenados del Bautismo y la Cena del Señor como señales visibles de su gracia interna y espiritual; es confesional, al aceptar las doctrinas y prácticas de la Iglesia de la Reforma en Inglaterra tal como se encuentran expresadas en los 39 artículos de la religión, y es episcopal, al hallarse en unidad con la Iglesia de las primeras eras cristianas mediante la sumisión al gobierno de obispos piadosos.

De esta manera, al abrazar la amplia base doctrinal y práctica inherente en la Iglesia histórica de la reforma, la Iglesia Episcopal Reformada tiene un fundamento para el ministerio efectivo en el nombre de Cristo a un mundo que está perdido y muriendo sin Él.


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