Al final del Siglo XX, el mundo se ve invadido por nuevas formas de producción y consumo, una preocupación por el deterioro incontenible de los recursos naturales, el avance de la pobreza, etc.; sin embargo, constantemente se hace referencia a un nuevo fenómeno que ha llegado a convertirse en un paradigma para los países en desarrollo y que les plantea nuevos retos.
La globalización es un proceso económico, político y social que si bien es cierto no es nuevo, ha sido retomado con mayor énfasis en los países en desarrollo como premisa específica para lograr un crecimiento económico y erradicar la pobreza. Pero este fenómeno en ningún momento fue concebido como modelo de desarrollo económico, sino más bien como un marco regulatorio de las relaciones económicas internacionales entre los países industrializados.
El término engloba un proceso de creciente internacionalización o mundialización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones políticas internacionales y el surgimiento de la Empresa Transnacional que a su vez produjo - como respuesta a las constantes necesidades de reacomodo del sistema capitalista de producción- nuevos procesos productivos, distributivos y de consumo deslocalizados geográficamente, una expansión y uso intensivo de la tecnología sin precedentes.
Los orígenes del fenómeno se remontan a las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en el cual los países industrializados de Norteamérica, Europa y Asia alcanzan tasas de crecimiento del PIB tres veces superiores que en los 130 años precedentes, lo que a su vez provoca una expansión a nivel mundial de las transacciones comerciales de estos países.
Con el fin de regular las crecientes relaciones comerciales, los países en cuestión generaron una estrategia económica y política de liberar todas las barreras al libre comercio, implantadas por la Estrategia de Sustitución de Importaciones. Producto de ello son las negociaciones del GATT, la creación del FMI y el BM, las áreas de libre comercio subregionales, etc.
Este proceso se vio acelerado por las diferentes crisis en que se vio inmerso el entorno internacional en los años 1971 (crisis del dólar), 1973 y 1979 (crisis del petróleo) y en 1982 (crisis de la deuda) un reflejo de ello es la caída de los porcentajes de los flujos de inversión directa procendente de los países ricos hacia los países en desarrollo. Del total registrado en las dos décadas anteriores, éstos descendieron a una tercera parte en la década de 1970 y al 25% en el período comprendio entre 1980 y 1984; sin embargo, otro elemento que ayudo al avance vertiginoso del mismo fue el surgimiento de una teoría económica a tono con los requerimientos del fenómeno:la contrarrevolución neoclásica o neoliberalismo. Este no es más que un programa económico ideado originalmente en la Escuela de Chicago, siendo Chile el primer país de América Latina que implementó este programa a nivel macroeconómico.
Con el transcurso del tiempo, el programa neoliberal acuñó sus propios postulados y se convirtió en un modelo económico, político y social; cuyo basamento teórico lo componen tres grandes premisas:
En conclusión, la globalización es un fenómeno complejo de carácter internacional. Su acción consiste principalmente en lograr una penetración mundial de capital (financiero, comercial e industrial), que se desarrolla de forma multipolar. Es precisamente esa penetración, que conlleva hacia una competencia internacional de acceso a mercados, la que permitió el desarrollo y expansión ilimitada de las Empresas Transnacionales por todo el mundo, mismas que a la vez cuentan con el respaldo incondicional de sus respectivos Estados Nacionales.
La limitación de mercados y la necesidad de mejores procesos de producción, distribución y consumo hacen necesaria una transformación de la manera en que se desarrolla la producción, incluyendo componentes de tecnología y deslocalización geográfica con el objeto principal de reducir los costos.
El grave deterioro en las condiciones sociales causado por el neoliberalismo conllevó a la demonización del mismo por parte de los neoestructuralistas y marxistas, razón por la que sus teóricos idearon el término globalización para disfrazar los postulados internacionales de la corriente, imponiéndose en América Latina y el Caribe a través de reformas económicas profundas centradas en el intercambio comercial internacional como punto de partida para lograr un crecimiento económico.