La discusión sobre la legalización de las drogas en general y del cannabis en particular está viciada por una propaganda oficial que tergiversa los datos, esconde los hechos, unifica las sustancias y atribuye a las drogas los males que la prohibición provoca. Por todo esto, es obligación de quienes nos oponemos a estas políticas injustas enfrentarnos al discurso oficial con hechos y argumentos reales y eficaces. He creído, pues, interesante reunir algunas estrategias y tácticas que puedan ser de utilidad a quien deba defender el fin de la Prohibición ya sea en una discusión con familiares, amigos o vecinos, o en un debate sobre el tema en cualquier foro público.
Aunque algunos de los argumentos y estrategias indicadas sirven en general para debatir sobre la legalización de las drogas, mi objetivo aquí es centrarme, exclusivamente, en el caso del cannabis. Tal vez en otra ocasión podamos hablar, de manera más general, sobre las otras drogas.
1. Conozcamos el tema para poder debatirlo.
Así pues, las cuestiones clave en un debate sobre la legalización del cannabis son:
- ¿Debemos encarcelar a quienes producen, venden o consumen cannabis?
- Aun asumiendo la posible existencia de riesgos en su consumo, ¿justifican éstos el uso de la policía, el ejército y la cárcel para evitarlos?
- ¿Cuáles son los efectos colaterales de la prohibición por lo que respecta a la salud, los derechos civiles, la corrupción del aparato estatal, etc.?
Algunas ideas básicas:
- Los males de la prohibición.
Tiene que quedar claro, no sólo que la prohibición es injusta e inefectiva, sino que, además, tiene enormes costes y genera enormes problemas. La siguiente es una pequeña lista de ellos: Adulteraciones. La legalización permitiría conocer exactamente qué se consume, de qué calidad es, y evitar los adulterantes que contiene el hachís procedente del mercado negro. Este es un ejemplo de como la prohibición atenta contra la salud pública que dice defender.Narcotráfico. La legalización, única manera de acabar con él, quitaría dinero y poder de las manos de las mafias y del crimen organizado que ahora explotan el negocio de las drogas justamente porque es ilegal.
Corrupción de los estados. Los enormes intereses económicos generados por la situación de ilegalidad, corrompen con facilidad a los mismos aparatos estatales que deberían, teóricamente, luchar contra el narcotráfico. Así, con excesiva frecuencia, leemos de policías, guardias civiles, aduaneros, etc. que han sido acusados de aceptar sobornos o, incluso, de organizar sus propias redes de tráfico de hachís y otras drogas.
Atentados contra los derechos civiles. Registros y detenciones sin autorización; intromisión en los domicilios privados; conculcación de los derechos individuales.
- El ‘argumento de la cárcel’
- Los riesgos: pongamos las cosas en su sitio
Una observación respecto a la comparación con el alcohol y el tabaco. Aun cuando el contrario asuma que estas dos drogas legales son objetivamente más peligrosas que el cannabis, un argumento usado a menudo es: "Ya vemos los problemas que nos dan estas drogas legales, sólo faltaría legalizar más." Ante esto, hay que recordar que los intentos de minimizar los daños asociados al alcohol mediante la prohibición desencadenaron, cuando la Ley Seca, mayores daños que los que pretendían evitar: corrupción, intoxicaciones por adulterantes y crimen organizado.
- Basta de especulaciones teóricas: El ejemplo holandés
En Holanda la venta de cannabis está legalizada ‘de facto’ desde hace veinte años. Pues bien: ni los índices de consumo se han disparado (siendo, de hecho, inferiores a los de países como Francia o EE.UU. donde las políticas son muy represivas al respecto), ni se ha producido ningún problema para la salud pública o la sociedad, como el propio gobierno holandés ha reconocido recientemente. Además, al separar los mercados de drogas blandas y drogas duras, han conseguido un descenso del numero de usuarios de estas últimas. España, por ejemplo, triplica el numero de heroinómanos de Holanda, y, en general, las cifras de consumo allí son inferiores a la media europea. Por otra parte, los usuarios pueden disponer de un producto de mayor calidad y sin adulterantes.
Ante estos datos objetivos, los prohibicionistas arguyen que el experimento holandés ha dado muchos problemas y ya están dando marcha atrás. Esto es totalmente falso y recomiendo acudir al artículo que publiqué en el numero 4 de la revista Cáñamo, "Experimento Holanda" , comentando el informe del gobierno holandés sobre drogas. En resumen, Holanda esta satisfecha de su política y la consolida. Sus problemas principales radican en las presiones políticas que recibe de, principalmente, EE.UU., Alemania y Francia debido al mal ejemplo que Holanda es para las posturas más prohibicionistas.
- Muchas culturas han convivido y conviven con el uso habitual de cannabis sin mayores problemas.
El gobierno inglés elaboró un magno informe a finales del siglo pasado sobre el uso habitual de marihuana en la India. El resultado concluía, de manera inequívoco, que eso no provocaba ningún problema sanitario o social significante.
Diversos estudios antropológicos realizados en Jamaica, donde la inmensa mayoría de la población adulta fuma marihuana, muestran como este es utilizado para hacer más soportables y productivos los duros trabajos en el campo. Y allí se atribuye el síndrome amotivacional a quienes NO usan cannabis.
Mención especial merecen los argumentos históricos, pues suponen un arma de doble filo. Sólo deben emplearse si se dominan bien. Resulta muy útil, si se tiene tiempo, mostrar cuáles eran los principios ideológicos de la prohibición, mostrando que tenían una base moral más que sanitaria (ver Breve historia de la prohibición de la marihuana). También se puede hacer ver que muchos de los problemas actuales no existían antes de la prohibición porque es ésta quien los ha generado. Por el contrario, muchos oyentes pueden pensar que hablar del pasado es absurdo y que las discusiones al respecto son puramente académicas. Se les puede recordar que, según una célebre frase, quien no aprende de la historia está condenado a repetirla.
Una descripción detallada de los argumentos y contraargumentos ocuparía un espacio del que ahora no disponemos. Pero, sin pretender esa exhaustividad, el siguiente es una breve resumen que puede servir de recordatorio.
El consumo de cannabis tiene asociados graves problemas de salud.Los grandes informes sobre el cannabis, la experiencia de millones de consumidores y el ejemplo holandés, desmienten eso. Los riesgos son menores y en ningún caso justifican los métodos represivos actuales.
El cannabis propicia la escalada a drogas más fuertes.
La experiencia holandesa desmiente este hecho. Por otra parte, lo que sí favorece la escalada es la desinformación, el tratamiento de todas las drogas por igual y la ilegalización, que crea un mercado negro único para muchas de las drogas prohibidas. (Ver La marihuana, ¿lleva a drogas más duras?)
Síndrome amotivacional
Ninguna base científica. Los estudios antropológicos lo desmienten y los ejemplos aducidos normalmente no demuestran ninguna relación de causa-efecto.
Con las drogas legales ya es suficiente.
La principal falacia de este argumento es que, como se ha visto, prohibir una droga no implica que desaparezca o que deje de usarse, sino que se generan problemas nuevos que antes no existían. Cuando se intentó prohibir el alcohol, durante la Ley Seca, también resultó peor el remedio que la enfermedad.
No hay que evadirse de la realidad y para divertirse no hacen falta drogas.
No es eso lo que se discute. En cualquier caso la decisión debe ser libre y personal, y sin que nada justifique que intervenga la policía.
El consumo aumentaría inevitablemente.
Falso. La experiencia holandesa lo desmiente. Además, la prohibición incrementa la atracción de los sectores más jóvenes.
El cannabis provoca dependencia.
No existe dependencia fisiológica por consumo de cannabis.
Por lo que respecta a la potencial dependencia psicológica, hay que poner en cuestión el concepto en sí. ¿A qué nos referimos? Cualquier actividad que nos guste o resulte placentera generará un vinculo psicológico: sea el sexo, el fútbol o los culebrones, lo cierto es que cuando algo agrada se tiende a repetirlo. Pero la experiencia demuestra, y todos los grandes estudios lo avalan, que la inmensa mayoría de usuarios usan de la marihuana de manera no compulsiva, y, en muchísimos casos de forma discontinua y esporádica.
Todos los estudios sitúan el potencial adictivo del cannabis muy por debajo del alcohol, el tabaco o incluso el café. (Ver Dos tablas comparativas de la adictividad de algunas drogas)
Tenemos que proteger a los niños y a los jóvenes.
No es una buena ayuda tergiversar los hechos con el fin de asustar, creando con ello una atracción artificial hacia lo prohibido. Tampoco es una buena ayuda dejar en manos del mercado negro los controles de adulteración y de pureza.
Asimismo, en una situación de prohibición, son los más jóvenes quienes tienen más fácil acceso a lo prohibido, según muestran todas las encuestas. Además, en los ambientes juveniles es donde más dificilmente puede infiltrarse la policía y, por tanto, es un sector de la población muy seguro para los vendedores del mercado negro.
Además, al defender el fin de la prohibición, defendemos a las víctimas de la misma y arrebatamos el poder económico de las mafias y organizaciones criminales.
Por lo tanto, hay que recordar que uno de los males de la prohibición es que impide conocer con cifras exactas la realidad, y que somos conscientes de ello. Y hay que recordar también que la mayoría de los estudios que dicen demostrar alguna maldad horrible inherente al cannabis han sido luego puestos en entredicho al ser contrastados en estudios independientes, pero que el mal, propagandísticamente hablando, ya estaba hecho.
Ahora bien, para hacer ver lo absurdo del uso de la policía en este tema sí que puede resultar útil ilustrar las situaciones en que alguien usa marihuana: para charlar con los amigos, para oír música, para relajar tensiones, para dormir más fácilmente o, incluso, como medicina contra el dolor, las náuseas o el glaucoma.
"¿Cómo puede afirmar algo que ha sido sistemáticamente desmentido por todos los grandes estudios sobre la cuestión, que la experiencia diaria de millones de consumidores desmiente y que el ejemplo holandés, donde la marihuana se vende libremente desde hace 20 años muestra que es falso? ¿Puede citar el informe o el estudio en que se basa para realizar dicha afirmación?"
Si, como es muy probable, nuestro interlocutor es incapaz de citar, de manera concreta, un estudio que haga referencia a su afirmación, nosotros debemos dejar constancia que el contrario está dando por sentadas cosas de las que no dispone pruebas y que la experiencia de millones de usuarios en todo el mundo niega. Y, recordemos siempre, la obligación de aportar pruebas recae en quien afirma.