La actual crisis
económica tiene por epicentro nada más y nada menos
que a los Estados Unidos. El denominado “supermartes”
fue en verdad un “martes negro” para su economía. El
anuncio de que en el mes de enero la actividad del
sector servicios registró su primera contracción desde
la recesión del 2001, provocó una fuerte caída de Wall
Street y de las bolsas de valores de Europa, México y
Argentina, entre otras. El dato estaría indicando que
en el primer mes de 2008 se produjo una contracción en
la economía de EE.UU. Esta contracción se verifica en
el hecho de que en enero se perdieron empleos por
primera vez en cuatro años y medio, y en los datos del
crecimiento del último trimestre de 2007 que fue
extremadamente bajo, arrojando apenas 0,6% anual. El
rumor de que la crisis podría afectar incluso las
tarjetas de crédito, que son un instrumento
extremadamente popular en EE.UU. hizo que se
desplomaran las acciones de los principales bancos
como el Citi o el JP Morgan Chase. El temor a que la
recesión se haya instalado más claramente en EE.UU. de
lo que pensaban, es lo que provocó las caídas del
martes pasado.
Pero vayamos un poco
más atrás. Los primeros temblores comenzaron a
mediados del año 2007 tomando fuerte impulso en 2008
cuando el día 21 de enero se produjo una violenta
caída internacional de las bolsas, la mayor después de
aquella que siguió al atentado a las Torres Gemelas.
La caída se combinó con pérdidas sin precedentes de
los bancos norteamericanos más importantes. Estos
fenómenos ya anunciaban la entrada en recesión de la
economía norteamericana y, todo indica que esta
recesión, va a ser mucho más profunda que aquellas de
los años 1990-91 y 2001. Síntoma de ello son el
despertar y los ya miles de litros de tinta gastados
por anquilosados premios Nobeles, economistas,
profesores, financistas y empresarios que como George
Soros, vienen hablando de “la peor tormenta desde la
segunda guerra”, de las tendencias proteccionistas y
de los peligros de un mayor guerrerismo del imperio
norteamericano.
Los trabajadores
debemos huir como de la peste de la idea de que la
economía es una especie de “ciencia oculta”, inasible
para la gente de a pie. Esa creencia es un arma muy
importante en manos de los capitalistas, que viven de
nuestro trabajo. Por el contrario debemos hacer el
mayor esfuerzo para comprender las tendencias más
profundas de la economía, ya que tanto en las alzas
como en las crisis, somos nosotros los que cargamos
con la peor parte. Las crisis económicas más agudas
han terminado invariablemente en indescriptibles
penurias para los trabajadores. Es por ello que
debemos comprender de qué se trata la crisis, para
poder intervenir en ella con una salida propia, contra
los capitalistas, única forma de que no seamos
nosotros quienes paguemos sus desastrosas
consecuencias.
En las presentes
páginas, hemos formulado las preguntas y respuestas
que nos parecieron más relevantes para aportar a la
compresión de las bases de esta crisis, intentando
explicar lo más sencillamente posible, conceptos que
se han planteado en anteriores artículos1.
1¿Que contradicción se viene desarrollando en las
últimas décadas entre rentabilidad e inversión?
Comencemos con una
definición clave. Un factor fundamental que tienen en
cuenta los empresarios capitalistas antes de realizar
una inversión, es la rentabilidad o la ganancia que
van a obtener tanto en el corto como el largo plazo.
Una forma de medir esa ganancia es calculándola como
proporción del total del capital que invierten. De
este modo, si por ejemplo un capitalista hace una
inversión por $100 y gana $10, su ganancia será del
10%. Esto es una aproximación muy simplificada de lo
que los marxistas denominamos “tasa de ganancia”.
Aunque no lo vamos a explicar aquí, queremos aclarar
que ese 10%, lejos de extraerse del “rendimiento del
capital” como nos quieren hacer creer corrientemente,
surge pura y exclusivamente del trabajo humano
realizado y no retribuido es decir, de una parte de
nuestro trabajo que efectuamos pero que no nos pagan.
Naturalmente, aunque por supuesto no existe una
relación exacta, cuánto más alta es esa tasa de
ganancia, los capitalistas más ganan y más tienden a
invertir y de este modo, más crece la economía.
Pero ¿qué está
sucediendo en el capitalismo hoy? No se está
cumpliendo esta relación de relativa concordancia
entre aumento de la tasa de ganancia y aumento de la
acumulación de capital. Desde los años ‘80, gracias a
la ofensiva neoliberal y, con más fuerza, a partir de
la década del ‘90, la tasa de ganancia en los países
centrales se ha recuperado de la caída iniciada a
fines de los años ‘60 y principios de los ‘70. Todos
los economistas marxistas que han estudiado la
evolución de la tasa de ganancia en los principales
países capitalistas coinciden en que esta recuperación
resulta un hecho indiscutible. No obstante existen
distintas posiciones alrededor de los niveles que
alcanza hoy la tasa de ganancia por comparación con el
período de crecimiento excepcional que se produjo
durante la segunda posguerra mundial. Por ejemplo,
“Duménil y Lévy estiman que ´la tasa de ganancia en
1997´ era ´todavía sólo la mitad de su valor en 1948,
y entre 60 y 75% de su valor promedio para la década
1956-65”2. Otros autores marxistas como Shaik y
Darmangeat, coinciden que sin duda hay crecimiento de
la tasa de ganancia, pero estiman que el repunte es
más parcial. Pero más allá de esas diferencias todos
coinciden en que la tasa de ganancia se ha recuperado.
Lo novedoso es que esta recuperación, no está siendo
correspondida por una acumulación de capital
(inversión) duradera y generalizada. Es decir, los
capitalistas no están invirtiendo en forma acorde al
incremento de la tasa de ganancia. Como señala el
economista marxista Michel Husson “En regla general,
ganancias y acumulación evolucionan según un perfil
parecido: los movimientos al alza o a la baja de la
tasa de ganancia repercuten, con más o menos defasaje,
en los movimientos de la tasa de acumulación. La
divergencia entre las dos curvas, a mitad de los ’80,
aparece como un fenómeno excepcional de esta dinámica
a largo plazo.”3
2
¿Cómo se manifiesta esta contradicción?
La contradicción que
hemos señalado se manifiesta de diversas formas.
Veamos algunos aspectos. En EE.UU. y según señala el
premio Nobel en economía Joseph Stiglitz, las bajas
tasas de interés (que hacen que pedir dinero prestado
sea más barato) que aplicaron los Bancos Centrales al
principio de la presente década funcionaron “(…) pero
de un modo fundamentalmente distinto a como funciona
normalmente la política monetaria. Por lo general, las
tasas bajas hacen que las empresas pidan más préstamos
para invertir, y el aumento del endeudamiento trae
aparejados más activos productivos”4. Stiglitz afirma
que “(…) las tasas de interés reducidas no estimularon
una gran inversión. La economía creció, pero
principalmente debido a que las familias
estadounidenses decidieron endeudarse más para
refinanciar sus hipotecas y gastar parte del
excedente.”5
En el caso de Japón y
Alemania, parte de las ganancias no han sido
reinvertidas, y es llamativo, sobre todo en Japón, la
acumulación de ganancias en forma líquida, es decir
como dinero, ya sea en los bancos o de otras formas
pero no como inversión en sectores productivos. Hemos
dado algunos ejemplos pero resulta importante resaltar
que la ausencia de reinversión sostenida y
generalizada de las ganancias, se produce junto con
una acumulación (inversión) excesiva de capitales en
determinados nichos que el capital encuentra a nivel
internacional. Esos nichos son “espacios”
relativamente aislados de la economía de un país o, a
veces un país con respecto al resto del mundo, en los
que se producen condiciones particulares para la
rentabilidad. Si hemos planteado que existe una baja
acumulación de capital en amplias franjas de la
economía, en determinados “espacios”, por el
contrario, los capitales se “sobreinvierten” o se “sobreacumulan”.
Como define el economista marxista Isaac Joshua, la
sobreacumulacion es “ (…) una acumulación del capital
que se hace a un ritmo tal que no puede sostener
durante un largo periodo la tasa de ganancia esperada
por los que aportan el capital. La sobreacumulación
es, de cierto modo, una acumulación que no supo
pararse a tiempo.”6 Esto sucedió por ejemplo en EE.UU.
durante la década del ‘90, durante el boom de la
llamada “nueva economía” motorizada por las
telecomunicaciones y la informática, luego, la
sobreacumulación de capitales se produjo en la llamada
“burbuja” inmobiliaria que se generó a nivel mundial
con sus epicentros en EE.UU., España e Inglaterra. Son
varios los analistas marxistas que coinciden en que
otra gran tendencia a la sobreacumulación de capitales
continúa registrándose en China.
3
¿Cuál es la explicación de esta contradicción?
Fundamentalmente la
combinación de dos factores está en la base de este
proceso contradictorio que se pone de manifiesto. A
los capitalistas no les interesa sólo obtener una alta
tasa de ganancia “potencial” sino que además y muy
particularmente, les interesa vender las mercancías
que producen para que su ganancia se haga efectiva,
para que se realice, es decir, se convierta en dinero.
Un gran problema del que hoy es “víctima” el
capitalismo mundial es consecuencia de uno de los
principales mecanismos que, mediante la ofensiva
neoliberal comenzada en los años ‘80, permitió
recuperar la tasa de ganancia. Esto es, el ataque
brutal a los salarios y a las condiciones de trabajo.
En este contexto, el estancamiento de los ingresos de
los trabajadores, por un lado ha posibilitado el
incremento de la rentabilidad, pero por el otro, se
convierte en una traba para que esa rentabilidad se
realice es decir, para que el enorme mercado de
consumo que representan los trabajadores,
efectivamente compre esas mercancías que son
producidas por los capitalistas con una alta
rentabilidad en potencia.
Llegamos así a una
conclusión central: los mismos mecanismos que durante
las últimas tres décadas le permitieron al capital
aumentar su rentabilidad, le obstruyeron el mercado
para vender esos productos tan rentables, es decir, le
obstaculizaron las posibilidades de realizar en el
mercado las ganancias obtenidas en la producción. Esta
contradicción explica en gran parte la debilidad de la
acumulación a pesar de la recuperación de la
rentabilidad. También explica la sobreacumulación de
capitales en determinados nichos en los que se
combinan tasas de ganancias más altas que el promedio,
con posibilidades de realización (venta) de las
mercancías producidas. Un caso testigo en este sentido
lo representa China. “Gracias” al proceso de
restauración capitalista que se produjo allí, mientras
en países centrales como EE.UU., Alemania y Japón, la
tasa de ganancia en forma aproximada (según datos del
año 2000), oscila entre un 10 y un 20%, en China llegó
al 40% en 1984 y aún no bajaba del 32% en 20027. En
China se combina tanto la abundante mano de obra y los
bajos salarios que explican la fuerte rentabilidad,
como las posibilidades de vender lo que producen al
mundo y, particularmente a EE.UU. a donde se dirige el
40% de sus exportaciones. La contradicción entre baja
acumulación del capital en amplias franjas de la
economía y sobreacumulación en determinados “nichos”,
que sucede junto a un bajo consumo de masas y una alta
especulación financiera, es una característica
principal que prueba cuán lejos ha estado la economía
de lograr un boom al estilo del que se produjo luego
de la segunda posguerra mundial y que fue conocido
como los “años dorados” del capital.
4
¿Cuál es el lugar de las finanzas en este proceso?
El desarrollo
descomunal del sistema financiero durante las últimas
décadas es un fenómeno íntimamente asociado a los
problemas de la tasa de ganancia y de la realización.
De un lado, la progresiva eliminación desde los años
‘80 de las trabas a los movimientos internacionales de
capitales, permitió que el capital se expandiera a la
“caza” de “trabajo barato” en países de abundante
oferta de mano de obra, contribuyendo a aumentar la
tasa de ganancia. Pero a la vez, el menguante control
estatal sobre los capitales junto con las escasas
fuentes de rentabilidad, permitieron que se obtuvieran
grandes cantidades de dinero barato (contra garantías
de muy mala calidad muchas veces), y que además esos
capitales se utilizaran en forma indiscriminada en
cuanto “nicho” rentable (o “esperadamente” rentable)
se presentara. Este es el origen de las llamadas
burbujas especulativas. Estas “burbujas” están
asociadas íntimamente a la existencia de escasos
espacios para una rentabilidad efectiva del capital
(en el sentido de generación de ganancias y
realización -venta-). Las “burbujas” se generan porque
sobre la base de una inversión en principio rentable,
se produce una cadena infinita de crédito barato con
mala garantía, que se toma para invertir sobre una
expectativa de rentabilidad que a su vez se va
desprendiendo cada vez más de la rentabilidad real.
Estos procesos suelen continuar hasta que algún
crédito no se paga y se pone de manifiesto que el
endeudamiento es mucho mayor de lo que realmente puede
cancelarse. Junto con esto suele ponerse de manifiesto
que la rentabilidad que se esperaba no se produjo
realmente. La consecuencia es que los capitales huyen,
la rentabilidad cae bruscamente y comienza la crisis.
A su vez, el desarrollo
del crédito, está poderosamente asociado al estímulo
del consumo, intentando liberar al capital de la
barrera que significan los bajos ingresos de los
trabajadores. Mediante la toma de crédito barato los
trabajadores y los sectores populares, particularmente
en EE.UU., suelen endeudarse y consumir mucho más allá
de lo que sus ingresos reales les permitirían.
La relación entre
estímulo al crédito barato y especulación financiera
asociada tanto a la búsqueda de ganancias rápidas y
abundantes como a las necesidades de consumo, se hace
clara frente a lo que fue la burbuja inmobiliaria en
EE.UU. En ese país, una política estatal de bajas
tasas de interés que estimuló la especulación
inmobiliaria, fue la forma de evitar una recesión
profunda en el 2000, tras la crisis de la burbuja
anterior montada sobre el nicho del denominado sector
“punto com”. Alrededor de la especulación sobre la
propiedad, que también tuvo fuerte impulso en España e
Inglaterra, el mercado financiero tomó un nuevo y
fuerte impulso. Dio un salto el desarrollo de
mecanismos de crédito o financieros (conocidos como
titularización, CDS, CDO, ABCP, swaps, derivados,
entre otros) tan complejos que el mismo presidente de
la Reserva Federal, Ben Bernanke, tuvo que hacer un
curso para comprender su funcionamiento. De este modo,
alrededor de una montaña infinita de dinero prestado
con escasas probabilidades de ser recuperado, el
sector inmobiliario fue clave en el crecimiento
económico norteamericano del período 2001-2006,
generando un tercio de los empleos creados y casi la
mitad del gasto de consumo. Aunque en EE.UU. la
generación de ingreso es débil, el consumo creció a un
nivel equivalente al 72% de su Producto Bruto Interno
en 2007. Pero estos mecanismos de endeudamiento no
sólo caracterizan la conducta de los “particulares” en
EE.UU. sino que es la política del Estado
norteamericano en el último período. Gracias al
incesante endeudamiento, EE.UU. mantiene un elevado
consumo que lo convierte en el destino de la mayor
parte de las exportaciones mundiales. Gracias a su rol
hegemónico sostiene enormes déficits estaduales y
comerciales financiados con los ahorros de economías
como China que sufren grandes desproporciones entre
inversión y exportaciones por un lado y consumo, por
el otro. Esto genera una relación perversa entre
EE.UU. y el resto del mundo en la que el primero se
endeuda consumiendo gran parte de lo que países
altamente dependientes de las exportaciones hacia
EE.UU., como Canadá y México pero también China,
Japón, Corea y una parte significativa del resto de
Asia, no pueden consumir. Luego EE.UU. financia sus
déficits con el ahorro de esas economías. A su vez,
países como China, en tanto puedan mantener un volumen
de producción asociado en gran parte a este mecanismo,
son grandes importadores de insumos para desarrollar
la producción. En este contexto, un grupo importante
de países, entre ellos Argentina, tiene a China como
destino importante de sus exportaciones.
5
¿Cuáles serían las consecuencias de una recesión en
Estados Unidos?
Como se empezó a
plantear en la respuesta anterior, existe una fuerte
dependencia entre el endeudamiento norteamericano y el
consumo del resto del mundo. Por lo tanto existe una
estrecha relación entre la economía mundial y la
norteamericana. La burbuja inmobiliaria en EE.UU. ha
estallado provocando el derrumbe de los precios de la
propiedad y un agudo golpe al sistema de crédito.
Bancos de primera línea como el Citigroup o el Merrill
Lynch sufrieron pérdidas record. Incluso en
Inglaterra, el banco Northen Rock se declaró en
bancarrota y el banco francés Societé Génerale sufrió
enormes pérdidas. En este contexto, gran parte de la
población corre riesgo de perder su vivienda y por
tanto no es probable que quiera (ni pueda) seguir
endeudándose. El crédito que fluía por todas partes se
está secando y la Reserva Federal viene intentando
reestablecerlo a través de recortes a la tasa de
interés.
Como mencionamos al
principio, el reciente “supermartes” fue un “martes
negro” para la economía norteamericana. La recesión en
EE.UU. estaría comenzando y aunque no puede conocerse
su magnitud, todo indica que será más fuerte que las
anteriores. Incluso muchos economistas plantean la
posibilidad que tras un salto en la crisis bancaria,
EE.UU. entre en un escenario recesivo estilo Japón en
los años ‘90, del que no pudo salir por más de una
década.
Dada la
interdependencia existente, la recesión en EE.UU.
tendrá fuertes efectos sobre el resto de la economía
mundial. Su rol frente al mundo es un indicador de la
gravedad que comporta el hecho de que hoy sea el
epicentro de la crisis a diferencia de, por ejemplo
1997, cuando la crisis comenzó en el Sudeste de Asia.
Muchos economistas de
la burguesía e incluso algunos marxistas, sugieren la
posibilidad de que ante la crisis de EE.UU., China
ocupe su lugar económico en el mundo. Aunque el lugar
de China en las próximas décadas es uno de los grandes
problemas de la política mundial que merece ser
discutido en profundidad, adelantemos que los rasgos
de la economía china están muy lejos de que pueda
cumplir ese rol. Por un lado, el exuberante
crecimiento chino que comenzó gracias al proceso de
restauración capitalista, muy lejos de estar asociado
a un crecimiento de su mercado interno, lo estuvo, al
crecimiento de la explotación del trabajo. Grandes
masas dispuestas a trabajar por muy poco dinero fueron
la base del “milagro” del crecimiento chino. Como
hemos señalado, China, a pesar de su pobre consumo es,
gracias a la altísima tasa de rentabilidad que
obtienen allí los capitales y de sus ventas al resto
del mundo a través de las exportaciones, uno de los
nichos para la rentabilidad del capital. Para que
China diera un giro hacia el mercado interno, que es
lo que sugieren muchos economistas y analistas,
necesariamente se deberían producir fuertes aumentos
de salarios que socavarían la rentabilidad obtenida
gracias al trabajo barato. Si China pierde sus
mercados de exportación y sus superlativas tasas de
ganancia ¿qué ventaja presentaría para los capitales
internacionales? En todo caso, si China quedara frente
a un dilema tan agudo como este, nos parece probable,
no sólo que estalle una crisis de sobreacumulación de
capitales, sino que se desencadenen problemas más
complejos desde el punto de vista de las relaciones
políticas mundiales entre los Estados, antes de que el
tan mentado “giro mercadointernista” chino pueda
siquiera ser pensado. Pese al proceso de restauración
capitalista en China, lo cierto es que aún no está
definido su lugar en la crisis mundial de los estados.
La magnitud de la crisis económica y el nivel de
problemas que plantea por ejemplo la “cuestión China”,
no dejan dudas que habrá que prepararse para grandes
convulsiones en el período venidero.
NOTAS
1 Ver Estrategia
Internacional Nº 24: Crisis y contradicciones del
“capitalismo del siglo XXI”, por Juan Chingo y La
Verdad Obrera Nº265: Un salto en la crisis capitalista
mundial, por Juan Chingo.
2 Chris Harman,
International Socialism Nº 115.
3 Extraído de EI Nº 24.
4 Stiglitz, Joseph,
“Estados Unidos, la hora de la verdad”, IECO, Buenos
Aires, 12/08/2007. Citado por Juan Chingo en EI Nº 24.
5 Stiglitz, Joseph,
“Estados Unidos, la hora de la verdad”, IECO, Buenos
Aires, 12/08/2007.
6 Citado por Juan
Chingo en EI Nº 24.
7 Datos extraídos de
Chris Harman, La tasa de ganancia y el mundo actual,
Internacional Socialism 115, 2007.