Miércoles 5 de Noviembre de
1997
PEÑAROL
VOLVIO A GANAR DE ATRAS CUANDO TENIA TODO PERDIDO
Peñarol ganó de atrás.
Perdía 2 a 0 y cuando todo parecía de Nacional, el conjunto
aurinegro terminó venciendo 3 a 2 y alcanzó las finales del
Uruguayo.
Pitó Bello por última vez y tras el primer
éxtasis de gozo y alivio que invadió a más de la mitad de la
concurrencia aún presente en el Centenario, se produjo como un
extraño silencio, como una singular calma. No era para menos.
Fue como si las dos hinchadas, antepuestas en sus pasiones toda
la noche a despecho del loco vaivén con que fueron llegando los
goles como hacía ya un par de semanas, quedaran unidas en una
sola actitud de cuerpos desinflados, aplastados: los de Nacional,
como es lógico, no podían pronunciar palabra; les pesaba el
alma. Y los de Peñarol, amén del inacabable sufrimiento de los
minutos finales, no podían creer lo que habían visto, y hasta
ni siquiera se podían convencer de lo que estaban viviendo, de
lo que estaban gozando.
No era para menos. Ya estaba muy lejos en el
recuerdo aquel comienzo de Peñarol a todo trapo. Avasallante.
Dominante. Con Serafín García y Adinolfi subiendo por los dos
laterales como máquinas y con Bengoechea, Pacheco y Aguilera
dirigiendo un ataque que llegaba preferentemente por el costado
de la retaguardia tricolor que defendía Oscar Suárez y estuvo a
punto de conseguir el gol de la apertura en varias oportunidades.
Ahora, al final, ya casi nadie se acordaba que
Nacional casi no pasaba la mitad de la cancha. Que le costaba
pararse porque Barilko en el medio no ganaba a cara descubierta
como en otras ocasiones y porque adelante Rodríguez no pesaba y
Sosa esta vez, a diferencia del clásico anterior, no mostraba la
misma precisión de manejo que un par de semanas antes, en la
mayoría de las jugadas era anticipado y, para peor, hasta no
conseguía rematar bien al arco. Ni siquiera figuraba en la
memoria de nadie aquella pelota que, tras un cabezazo de De
Souza, sacó Suárez "in extremis" de la raya.
Tampoco, hay que convenir, era para rememorar
siquiera, todo lo que hizo Nacional para no volver a morir como
una víctima de los centros del adversario, en la medida que
Escames salió bien y prestamente de su arco cuando la pelota
llegó por el aire hasta su área y que hasta la retaguardia
expuso una atención que le permitió sacarse de encima con
resultado positivo lo que en los días previos había
sobrellevado como una obsesiva y pesada carga.
Si acaso, lo que sí se podía entrar a refrescar
era la forma cómo Nacional, promediando la primera etapa,
empezó a emparejar el trámite e incluso a enviar mensajes de su
nueva predisposición atacante, que de la mano de Zalazar hasta
le permitió armar incidencias como una en la que Adinolfi le
cometió un claro penal a Barilko que no fue sancionado por el
árbitro.
Eso ya era memorable. Porque, al fin de cuentas,
formó parte de lo que pasó después; luego que Kanapkis metió
un cabezazo que Serafín García también sacó de la raya y que
Sosa pusiera a Nacional en ventaja con un tiro librel bajo que
pasó entre la abierta barrera aurinegra poco antes del final de
la primera parte. Como formó parte, también, lo que ocurrió
con el inicio de la segunda etapa, cuando al minuto nomás,
Zalazar cazó un centro que Tony Gómez metió desde la derecha,
y sin dejar caer la pelota, de soprepique, pareció asegurar la
victoria con un zapatazo infernal que clavó la pelota en un
ángulo.
Con Romero en una pierna, casi perdido en la
cancha, ofuscado porque Bello casi nunca impedía que las
barreras tricolores se adelantaran cada vez que un futbolista
aurinegro iba a ejecutar una falta pretendiendo poner el balón
por arriba en el área contraria, Peñarol dio la sensación de
estar a merced de una goleada, como pudo suponerse cuando Barilko
entró solo y Flores le tapó el tercer tanto. Pero todavía
faltaba lo que ahora, al final, unía por un instante en el
silencio a las dos hinchadas. El ingreso de Zalayeta por Serafín
García cuando Gregorio Pérez empezó a quemar las naves, el
cambio que hace Fleitas sacando a Barilko (el volante dijo que le
comentó al técnico que el juez lo había amenazado con echarlo)
y poniendo a Coelho supuestamente para buscar asegurar el partido
de contraataque --tal como hizo al sustituir a Tito por Carrasco
en el otro clásico-- y los goles de Peñarol que empezaron a
surgir como de nada: el de Zalayeta al rozar una pelota metida
por Aguilera al área contraria, el de Romero tras un pase de
Zalayeta y una jugada armada por Pacheco y Bengoechea por abajo y
ese tercero de De Lima, gracias a flor de pase largo metido por
el riverense desde su propio campo, que a esta altura ya tiene el
valor de un milagro, o de una cábala. Al final, entonces, nadie
lo podía creer. Por eso ese silencio fugaz y extraño. Había
ganado Peñarol. No podían dar crédito a ello los que lo
sufrían y ni siquiera lo que lo gozaban. Revoleando sus ganas de
llegar al quinquenio el elenco aurinegro está en las finales del
Uruguayo.
Minuto 38: De Souza le cometió un
foul a Ruben Sosa cerca del área, contra la izquierda. El mismo
Sosa colocó el balón y remató el tiro libre bajo, de zurda,
fuerte, contra el palo derecho de Flores. La pelota rozó en el
palo y fue adentro. Nacional 1 a 0.
Minuto 47: Se fue Tony Gómez por derecha,
levantó la cabeza y le metió un pase a Zalazar. José Luis le
pegó como venía, de sobrepique, con un derechazo imponente que
se coló en el arco, ante la volada de Flores. Nacional 2 a 0.
Minuto 50: Cambio en el mediocampo tricolor.
Fleitas puso a Coelho y sacó a Barilko.
Minuto 63: Tiro libre para Nacional. Sosa disparó
y el zurdazo se estrelló en el ángulo. El rebote también fue
tomado por Sosa, que volvió a intentar, pero la pelota rebotó
en un defensa y se fue afuera.
Minuto 65: Zalayeta recibió al borde del área,
de espaldas al arco, se tiró al piso y dio de primera un pase a
Romero. Este ingresó solo, la pifió y con eso descolocó a
Escames, para luego intentar de nuevo un remate que terminó
adentro. Suárez intentó cerrar pero no llegó. Empató
Peñarol. 2 a 2.
La lluvia fue ácida. El pitazo final fue un
puñal. La herida en el pecho le aflojó las piernas y se
derrumbó.
Las palmas se juntaron a la altura del corazón y
apuntaron al cielo. Los pesados ojos miraron hacia el césped y
después buscaron los rostros y las almas destrozadas. Con una
sufrida ceremonia, Ruben Sosa pidió perdón. Suplicó a los
hinchas que los perdonaran por el dolor causado.
El pueblo tricolor, amargado como nunca por la
traición sufrida de esos jugadores que habían prometido a
Ceferino Rodríguez "no perdemos más", ni siquiera
pudo responder con un poco de cariño.
Uno de los pocos hinchas que pudo soltar unas
palabras, después del mortal golpe sufrido, sólo consiguió
preguntarse: "Y ahora, ¿cómo le explico a mis nietos lo
que nos sucedió otra vez?".
La lluvia fue champaña. El pitazo final fue un
regalo de Dios. El corazón saltó del pecho y las piernas
temblaron.
Las palmas se juntaron encima de las cabezas y
apuntaron al cielo. Los ojos miraron hacia el césped y
encontraron almas felices y eufóricas. Con una emocionante
ceremonia, los jugadores aurinegros ofrendaron una nueva salida
al campo de juego para unirse con sus hinchas en un interminable
festejo.
El pueblo aurinegro, pleno de felicidad, como
nunca por la nueva hazaña regalada, tal como había sido
prometida a José Pedro Damiani "tranquilo que no
perdemos", respondió con más gritos ensordecedores.
Uno de los tantos hinchas que reventó sus cuerdas
vocales, después del mortal golpe aplicado, sólo consiguió
afirmar: "Esto es mágico, es único. No me voy más de
acá".
La lluvia fue ácida. La salida del Centenario un
calvario. Con cabezas enroscadas entre los brazos y con los
incisivos clavándose en el labio inferior, los hinchas
tricolores masticaron la bronca y enfilaron hacia la América
para descargarse.
La lluvia fue champaña. La salida del Centenario
un paseo maravilloso. Con brazos y manos entrelazándose con los
de cientos de desconocidos y con los dientes al viento, los
hinchas aurinegros mostraron su alegría y enfilaron hacia la
América para seguir agradeciendo.
La lluvia fue ácida. En el auto y el ómnibus,
una sordera voluntaria impidió formar parte del eco. Ningún
receptor fue encendido para revivir lo experimentado.
La lluvia fue champaña. En el auto y el ómnibus,
no faltó quien pidiera silencio para revivir la histórica
noche. Así se cerró el clásico. Así se despidieron ganadores
y perdedores.
Lo que se dijo
"Me voy muy contento, muy contento..."
(Dr. Julio María Sanguinetti, el presi manya).
--------
"Peñarol remontó el resultado y ganó bien.
Nacional estuvo muy bien plantado, pero errores defensivos
nuevamente hicieron que pierda el partido" (Dr. Víctor
Della Valle, bolso).
--------
"Un clásico emocionante, sobre todo en el
segundo tiempo, por las variantes que tuvo el mismo. Peñarol dio
vuelta un resultado en un partido inexplicable. (Washington
Rivero, manya).
--------
"Fue un partido emocionante y ganó el que
hizo mejor las cosas durante los noventa minutos" (Osvaldo
Giménez).
--------
"Un partido muy disputado y ganó el cuadro
que, en definitiva, puso más en la cancha. Peñarol se llevó
por delante al rival en la última media hora" (Carlos
Maresca, boehmio).
--------
"El clásico me dejó una gran decepción y
un pedido urgente: Jamás hablo de los jugadores, pero al señor
Kanapkis hay que rescindirle el contrato" (Roberto Recalt,
bolso).
--------
"Muy movido, intensísimo, bien jugado. Es de
los clásicos que más me ha gustado en los últimos tiempos.
Peñarol hizo la diferencia con la entrada de Zalayeta. Le dio
más potencia y posibilidades de gol que era lo que le
faltaba" (Benito Stern).
--------
"Un clásico muy emotivo. Además un
espectáculo deportivo que hace que la afición siga
concurriendo. Ganó el que anímicamente estaba en condiciones
para ganar" (Dr. José Luis Corbo).
--------
"Fue un clásico emocionante con un estadio
repleto como siempre lo queremos ver. Fue una fiesta del fútbol,
más alla del resultado, que siempre favorece a uno o a
otro". (Daniel Pastorini).
Ceferino con el corazón
destrozado
En el Palco Oficial se vivieron dos partidos, uno
en el primer tiempo y el otro del gol de Zalayeta en adelante.
Cuando terminó la etapa inicial los rostros de
los presidentes, Ceferino Rodríguez y Cr. José P. Damiani lo
decían todo, incluso para alguien que no supiera en ese momento
el resultado parcial del encuentro. Mientras el titular de
Nacional conversaba con Washington Rivero y el Gerente de la AUF,
Cr. Fernando Sureda, mostrando su satisfacción por el trámite
que estaba teniendo el encuentro con su equipo arriba en el
tanteador, a pocos metros el Cr. Damiani era la cara opuesta de
la situación reinante, serio y sin hablar con nadie.
Cuando los tricolores convirtieron por segunda
vez, el dos a cero parecía inalcanzable para los carboneros e
incluso en el Palco alguien dijo: "partido liquidado".
Pero indudablemente en el fútbol nunca está
dicha la última palabra hasta los 90' de un partido, se veía
venir por más que Ruben Sosa había estrellado un bombazo en el
horizontal al ejecutar un tiro libre y después de empatar,
Peñarol convirtió el tercero a los 32' del segundo tiempo.
Ceferino Rodríguez no aguantó más, se levantó
de su asiento y acompañado por el directivo Manuel Ramos inició
la retirada del Estadio Centenario.
Pero al subir al ascensor le dijo a EL PAIS,
"no debió sacar a Barilko, estábamos ganando dos a cero
con total comodidad y se nos da vuelta el partido, discúlpeme,
no estoy con el ánimo como para decir algo más".
Llorando
Lágrimas. Dolor. Mucho dolor. Gritos de los
hinchas, como Wilson que les dijo cara a cara a cada jugador de
su tristeza. Una expresión que pudo muy bien terminar en golpes
de puño si no es porque los futbolistas ingresaron directamente
al vestuario.
Así era el ambiente en el vestuario tricolor. Con
el ingreso de Zalazar que expresó "para ganar hay que hacer
goles".
Torsos desnudos. Llantos, abrazos, gritos, rostros
desencajados. Emoción sin par. El vestuario de Peñarol fue
una locura.
"¡Vamossss... vamosssss.... corran que
tienen que entrar con 160 pulsaciones ehhhh... no se me queden
muchachos... vamosssss.... vamosss que esto no se terminó
ehhhhhhh...!". Iban diez minutos del segundo tiempo y los
gritos del Profesor Gonzalo Barreiro retumbaban en el túnel
debajo de la Tribuna América junto a la Colombes. A esa altura,
Nacional estaba ganando 2 a 0.
..................
El "Tito" Gonçalves, Lima, Deagustini y
De Lima corrían con bronca. Apretando los dientes.
..................
Pasaron los minutos y llegaron los goles. También
el festejo. Incontenible. Emocionante. Todos, absolutamente
todos, aparecieron con lágrimas en los ojos. Pero el que más
sintió la victoria fue el técnico Gregorio Pérez. El rostro
desencajado explicaba lo que habían sido esos noventa minutos.
No pudo hablar. No le salió una sola palabra.
Después llegó la hilera de jugadores. El
"Popi" Flores se confundió en un abrazo interminable
con Fernado Alvez que estaba junto s sus hijos en la puerta del
vestuario. El "Pato" Aguilera apareció sin la
camiseta. También lloraba y gritaba... "¡Peñarol y Cerro
nomáaaaa... Peñarol y Cerro...!".
Nelson Olveira subió por la escalera del túnel
con el torso desnudo, sin medias, con los zapatos en la mano...
"¡Otra vez pensaron que estábamos muertos ehhhhh!
¡Estamos más vivos que nuncaaaaa!".
Cuando todos estuvieron dentro se escuchó un
canto con sabor a homenaje: ¡Perea... Perea... Perea corazón...
la hinchada te saluda porque sos de Peñarol...!".
A las 23:05 se abrió la puerta del camarín y
ante la sorpresa de todos, los jugadores volvieron a salir a la
cancha. A ofrendarle la victoria a la hinchada de la Colombes que
todavía --media hora después del final-- permanecía repleta
agitando sus banderas. Fue el broche de oro. La comunión entre
los jugadores y sus hinchas...
En el vestuario aurinegro se vivía una alegría
indescriptible, entre el mundo de gente que allí estaba, el
relator de CX 50, Jorge Pasculli, rescató a Gregorio Pérez para
que pudiera realizar algunas declaraciones.
"Peñarol comenzó jugando muy bien, luego
nuestro juego, por diferentes motivos, se desvirtuó y cuando
terminó el primer tiempo recibimos un gol que no esperábamos y
lo sintió el equipo. Por suerte terminó ese período y pudimos
recomponer filas en el vestuario y con todo el respeto que me
merece el tradicional rival, por su historia por lo que es,
pensé que el triunfo no estaba lejos".
El calor era insoportable y la gente que quería
tocar, felicitar y abrazar al técnico hacía muy difícil
trabajar pero Gregorio sin inmutarse continuó hablando.
"Luego hicimos un cambio que en esta
oportunidad nos dio resultado, son las cosas del fútbol, a veces
se acierta y a veces se erra pero siempre lo hacemos tratando de
mejorar.
Se vino el descuento y allí sí me quedé
tranquilo porque sabía que seguíamos de largo y por suerte y
por todo lo que pusieron los muchachos así fue.
Hoy nos tocó a nosotros, por suerte, pero
rápidamente pasará a ser parte de la historia, de una rica
historia como la que tiene Peñarol pero hay que pensar, y con
mucho respeto, en el otro club que está esperando para definir
el Campeonato Uruguayo. Defensor fue un digno campeón del
Clausura, que cuenta con buenos jugadores, con un técnico muy
inteligente y muy capaz. Nosotros debemos recuperarnos no sólo
en la parte física sino también en la sicológica. Hoy estamos
contentos pero debemos tener mesura, nos vamos a preparar lo
mejor posible para esas dos o tres finales.
Ahora nos vamos para Los Aromos a cenar y
descansar, mañana nos iremos a nuestras casas ya que el viernes
debemos regresar para quedar concentrados.
Un recuerdo para mi familia y para los que no
están y uno muy especial para 'Fao' Perea y su familia y un
abrazo grande para toda esa hinchada que es inmensa, inmensa como
nuestra Institución".
FLORES: Sin culpa en los goles, porque en el
primero se abrió la barrera que tenía adelante. Una vez lo
salvó el palo y en otra fue su achique el que ganó un mano a
mano con Barilko que fue clave. GARCIA: Un motorcito que se
proyectó al ataque sin conceder ventajas en la marca. OLVEIRA:
Aún si miramientos, sacó un disparate. Jugó sin excederse y
con una fuerza física e interior impresionantes. DE LOS SANTOS:
Todavía no está a punto y tuvo altibajos. Mejoró en la segunda
parte. ADINOLFI: Aportó su clásica vocación ofensiva pero con
una predisposición y agresividad para la marca poco
acostumbradas. DE SOUZA: Parejo, importante. Le sacaron un gol de
la raya. Al final se hizo expulsar comprometiendo al equipo en un
momento bravo. ROTUNDO: Metedor, como siempre, pero desprolijo e
impreciso hasta para marcar, que es lo que mejor hace. BENGOCHEA:
Participó en el armado de la jugada del segundo gol y ambientó
el tercero con extraordinario pase. Esta vez no se malhumoró ni
"se puso el balde" a pesar de que la barrera rival se
adelantaba cada vez que iba a ejecutar una falta y eso
contribuyó a que su equipo pudiera dar vuelta el trámite.
PACHECO: Apareció de a ratos, pero igual fue trascendente, como
casi siempre en los clásicos. AGUILERA: Propició el primer gol.
Inteligente y peligroso en el primer tiempo; en el segundo bajó
algo. ROMERO: Fue al sacrificio. Jugó lesionado. Igual hizo el
primer gol y apuró en forma constante. ZALAYETA: Oportuno,
gravitante. Hizo un gol, metió el pase previo a otro y arrastró
marcas. DE LIMA: Entró y metió el gol de la victoria con una
definición de clase. Antes le habían anulado otro en el que
definió igual aunque en posición adelantada. GONCALVES: Pocos
minutos "a lo Goncalves".
ESCAMES: Sin responsabilidad en los goles. Le
sacó una a Pacheco con gran atajada y se mostró atento y
decidido para salir del arco. GOMEZ: Bien hasta la media hora
final: ahí entró en dificultades. RODRIGUEZ: El más solvente
de la retaguardia. KANAPKIS: Ganó de arriba pero aún así no
consiguió mantener un nivel de total eficacia. A veces hizo
fouls innecesarios. SUAREZ: Lo superaron. No logró cerrar su
costado. BALTIERRA: Corrió mucho, como es su estilo, pero su
gravitación resultó escasa. TITO: Quitó, marcó, aportó
balance. BARILKO: Se sintió su salida, aunque antes no había
impuesto la exhuberancia de otras oportunidades. Desperdició una
ocasión favorable. ZALAZAR: Metió un golazo y fue el gran
director de orquesta del ataque. Al final pareció cansarse.
RODRIGUEZ: Lo controlaron. SOSA: Metió un gol de foul con
certero remate. Antes y después la quiso simpre pero no la
manejó con la precisión esperada. COELHO: No trascendió.
DELAGADO: No pudo cambiar nada. CARRASCO: Entró justo cuando se
vino la debacle total. Una sucesión de hechos bochornosos que
involucraron a...
Proximamente relatos y mucho
más
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