Ese dia era bueno para morir, las nubes se colaban entre las rocas de la montaña y los arboles de la misma, la avalancha de nubes traia consigo momentos de calma, mi alma era libre en aquel lugar.
La muerte seducia a los presentes, el abismo se nos presentaba atractivo, nos llamaba. La tanquilidad, la paz de aquel día son indescriptibles, era como ya lo dije una dia bueno para morir.
El viento era libre en la cima y con el venian las nubes, la paz, y una avalancha de recuerdos, un sin fin de ellos.
Las aves volaban tranquilas, mientras las pequeñas ardillas salian entre las rocas a tomar su alimento.
El sol se presentba a ratos, las faldas del cerro no exitian ante nuestro ojos, ni el fondo del abismo, que nos seguia llamando.
Nos sentamos a la orilla del mismo recuerdo que esa mañana eramos tres, mi primo, un amigo al pie del abismo, al pie del vacio, el cual nos llamabacon si tranquilidad eterna, con la promesa de calmar el alma.
Estubimos contemplando el panorama, el paisaje ante nosotros eran solo nubes, pero de pronto estas se abrieron y nos mostraron un poco de la paz que se nos prometia un lugar dnde nuestros huesos se quemarian con el sol.
En unos momentos me puse de pie y al borde me quede contemplando el mar de nubes, al pie del vacio, me puse a jugar a equilibrar, a jugar a sentirme vivo, no temia, no habia por que hacerlo solo estabamos yo y el vacio, de pronto senti una mano en mi hombro, era mi primo que me decia vamos a casa.
Camino a casa el encanto desaparecio al ir bajando la montaña los secretos se fueron perdiendo uno a uno, quedaron entre ella y yo