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La colaboración telemática entre centros de información juvenil exige una nueva clasificación temática

Grupo TIJ
Primer Seminario - Murcia - Noviembre 1997

Unos apuntes para una posible reflexión entre muchos. Estas notas han sido redactadas de forma improvisada como pequeña aportación al debate de detalles en el seminario de Murcia del grupo TIJ. El autor confiesa que el origen es una incomodidad arrastrada desde hace años por artefacto un tanto ortopédico (que le aprieta el juanete informativo cuanto más fácil ve las posibilidades de cooperación entre CIJ).

  1. Las oficinas y centros de información juvenil de España han desarrollado diversos sistemas para elaborar y difundir diferentes tipos de informaciones.
  2. Los intentos de colaboración entre centros diferentes para dividir la carga de trabajo, o aumentar la cantidad y calidad de las informaciones disponibles se han visto dificultados por la inexistencia durante mucho tiempo de criterios y sistemas de clasificación homologados, consensuados o coordinados.
  3. En la mayor parte del país se utiliza una clasificación temática que, con ligeras variaciones, ha permanecido vigente durante varios años.
  4. Esta clasificación, que fue fruto de un largo proceso de elaboración, ha intentado unificar las antiguas clasificaciones que dividían las materias entre información perecedera e información estable, pero la radical diferencia de uso entre convocatorias y temas estables (que no "permanentes") obliga a tratar de forma también diferente el área A de las áreas B-M.
  5. El uso cada vez más extenso e intenso de soportes y canales de información de bajo costo (CD-ROM y aplicaciones internet) rompe realmente con la barrera del costo de los sistemas de relación y comunicación entre los CIJ. Ahora sí se ve la posibilidad de realizar amplios proyectos de bases de datos ("perecederas" y "estables") entre las diferentes unidades de las redes de información juvenil. Se ve la posibilidad de aprovechar el trabajo realizado por un equipo concreto en un ámbito de extensión muy superior (no hay que realizar tiradas de miles de ejemplares de una publicación, no hay que esperar plazos exactos para publicitar las informaciones, como pedía antes la lógica de la prensa escrita, etc.).
  6. Se "ve" también la posibilidad de colaboración (o aprovechamiento no planificado previamente) entre centros de escala y capacidades muy diversas: nada impide que un pequeño centro, o incluso un individuo de manera personal, aporte un material elaborado de interés para las redes de centros y para destinatarios muy "alejados" de los que inicialmente estaban en la mente del autor. Los CIJ, en muchos casos paradigma de los servicios de información generalistas, pueden valerse de la especialización de otros centros: este es el verdadero significado de trabajar en red.
  7. Esta orientación a la cualificación de los productos por la validez de su contenido exige disponer de sistemas de clasificación elaborados con criterios concretos, que den consistencia y consecuencia a la ordenación de los materiales informativos (nos resistimos a hablar de fondos, pues cada vez éstos están más en la superficie, están menos archivados; obedecen cada vez más a la dinámica de fluidos que a los procesos de sedimentación).
  8. Caso 1: las áreas A.4, A.5 y A.6 (cursos, jornadas y premios, respectivamente) están subdivididas en unos 50 subapartados iguales. Es decir, si clasificamos un "montón" de referencias de una de estas áreas nos obligamos ha hacer 50 "montoncitos". ¿Es esto clasificar o es triturar? Sería preferible aplicar el criterio de clasificación jerarquía en menos áreas o "montones" secundarios. Alguien ha propuesto, con respecto a los enlaces de los navegadores HTTP, almacenar las URL siguiendo los epígrafes de la clasificación temática: parece no ser muy viable disponer una rejilla de 50 (o más) descriptores en mi área de favoritos...
  9. Caso 2: Por cierto, el criterio de clasificación de esos 50 o más epígrafes era...¡alfabético! ¿Cómo se puede llamar "temática" una clasificación que se ordena alfabéticamente? Para culminar estos despropósitos, los últimos epígrafes introducidos se colocan al final de la lista (para no romper el orden de los anteriores), pero ya está roto el criterio alfabético de igual modo.
  10. Caso 3: Sumando todos los epígrafes y subepígrafes de las áreas (A-M) tenemos más de 1.700 de "casillas" para ordenar las diversas informaciones (sin contar con las subclasificaciones por soporte físico documental y los auxiliares geográficos). Pero como los temas y subtemas de la realidad generalista con que nos las tenemos no responden al fijismo sino a la proliferitis, periódicamente surgen los problemas al desaparecer especies concretas (un epígrafe suelto), géneros completos (los dinosaurios del sistema educativo LODE), o al aparecer nuevos reinos íntegros (proliferación de centros de formación fuera de los sistemas de educación, p.ej.). Posibles soluciones: a) limítese el número de niveles de clasificación (¿algún centro subdivide las informaciones en más de 3 o cuatro niveles?); b) no se pretenda abarcar la realidad presente con precisión fotográfica, pues clasificar no sólo es descubrir diferencias sino también discriminar semejanzas.
  11. Unos ejemplos ilustrativos:
    • En M (generalidades) hay de todo: informática, documentación, derecho, administración...Se ve que lo que se pretendía era cubrir las áreas que faltaban para poder poner tejuelos a los libros del centro...Por cierto, se incluyen administración central y autonómica, y en esta última (M.06.02) algunos se empeñan en reflejar la estructura de la administración regional (daría igual de otro ámbito) a base de epígrafes como si la realidad se estructurara según las diferentes consejerías de un gobierno en ese preciso periodo (si cuando cambia una estructura ministerial hay que cambiar los epígrafes de clasificación algo siniestro ha pasado en la base de los criterios documentales...).
    • He escrito en el párrafo anterior "M.06.02" y me ratifico: algunos nos hemos quitado problemas con los SGBD (los programas de bases de datos) haciendo explícita la característica de centesimal de la clasificación temática, colocando ceros antes de las cifras menores de 10 y separando con puntos las parejas de cifras: los buscadores de orden alfabéticos piensan que B.2.2 va después de B.11.2, pero no se equivocan con B.02.02 y B.11.02...
    • El área G no tiene desperdicio: "programas de juventud" reza su rótulo. En efecto todos reconocemos que hay "muchos" programas de juventud y muy variados (educación, inserción social, trabajo, salud, asociacionismo, etc.), pero si los meto todos en un área ¿para que quiero una clasificación temática? ¿O no puedo a su vez encontrar "programas de juventud" en epígrafes de las áreas de educación, trabajo, salud, cultura, etc.? Si respondo a una consulta sobre el Sócrates estamos en el área temática de educación, y si del FEDER en trabajo-economía (por cierto, el FEDER y otros muchos no son programas "de juventud"). Un fenómeno perverso derivado de eso es el caso de algunos CIJ que registran las consultas sobre el TIVE o los carnets de alberguista en esta área y no en tiempo libre...
    • En A (convocatorias) bien se podrían unificar las áreas de cursos (A.4) y de seminarios (A.5), pues a veces es difícil diferenciar (cursos magistrales, seminarios que expiden títulos y certificados...) y los usuarios están buscando espacios similares de formación, antes o durante su ejercicio profesional o su dedicación a una afición...

Final (por ahora). Comprendo que muchos centros han realizado en los últimos años un gran esfuerzo por adaptar sus sistemas documental y de archivo a esta clasificación, en pro de la homologación con las redes más amplias, y que no apetece estar replanteando continuamente el tema de clasificación (¡con los años y los disgustos que llevó disponer de una más o menos consensuada!). Pero la dinámica de aumento exponencial de trasvase de datos gracias principalmente a la vía internet plantea de facto la necesidad de simplificar la clasificación temática en su extensión y pretensiones descripcionistas, y a la vez, consolidar los criterios formales (alfanumérica, decimal, etc.) y materiales (temática, jerárquica según los temas, etc.).

3 de noviembre de 1997

Jorge Juan Manrique


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