Domingo 10 de Octubre de 1999
"E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tu me
honrarás." Salmo 50:15
¡Esa sí que es una magnífica promesa! Es dada para un caso urgente: "el día de la
angustia".
En un día como éste, aun a pleno sol hay oscuridad; cada hora parece más tenebrosa que
la anterior. Acordémonos entonces de estas palabras que se nos dirigen expresamene para
sostenernos en los días de tinieblas.
He aquí un consejo lleno de benevolencia: "invócame". No debía sernos
necesria tal exhortación: orar debería ser la ocupación constante de todo el día y de
cada día. ¡Cuán sabios no smostraremos si sabemos utilizarla! ¡Y cuán insensatos
somos si andamos de acá para allá mendigando la ayuda de los hombres! El Señor nos
invita a presentarle nuestro caso. No vacilemos en hacerlo.
A continuación tenemos un poderoso incentivo: "te libraré". Cualquiera que sea
la angustia en que nos encontremos, el Señor no hace excepciones, sino que promete una
liberación completa. El mismo llevará a cabo nuestra liberación. Creámoslo, y el
Señor honrará nuestra fe.
En último término, he aquí el resultado final: "tú me honrarás". Hagámoslo
superabundantemente. Cuando nos haya liberado, le alabaremos en alta voz; y como
ciertamente lo hará, comencemos a glorificarle ahora mismo.