Viernes 15 de Octubre de 1999
"Y establecerá con ellos pacto de paz, y haré cesar de la tierra las malas bestias; y habitarán en el desierto seguramente, y dormirán en los bosques." Ezequiel 34:25
Es una gracia extraordinaria que Dios condescienda
en establecer un pacto con el hombre, criatura débil, pecadora y
mortal. Pero el Señor ha quedado así compormetido por medio de un
solemne contrato del cual no se apartará jamás. En virtud de
este pacto, estamos seguros.
Así como los leones y los lobos son ahuyentados por los
pastores, así también huirán las influencias perniciosas. El
Señor nos guarda de todo lo que pueda dañarnos o destruirnos;
las malas bestias serán extermindas de la tierra. ¡Oh Señor,
haz que esta promesa se cumpla entre nosotros!
El pueblo de Dios gozara de la seguridad en los sitios de mayor
peligro; los desiertos y los bosques se trocarán en pastos y
rediles para la manada de Cristo. Si el Señor no mejora nuestro sitio, nos mejorará a nosotros en
El. El desierto no es un lugar habitable, pero el Señor puede
poblarlo; en los bosques no podemos dormir tranquilos, mas en
ellos el Señor dará a sus hijos el sueño reparador.
Nada, ni de fuera ni de dentro, debe espantar al hijo de Dios.
Por fe, el desierto puede convertirse en jardín del cielo, y los
bosques en la puerta de la gloria.