Sabado 23 de Octubre de 1999
"Y tu irás al fin, y reposarás, y te
levantarás en tu suerte al fin de los días" Daniel 12:13
Nosotros no podemos entender todas las profecías, pero no
debemos mirarlas con espanto, sino con verdadero placer. En la
voluntad del Padre, nada puede haber que pueda inquietar a su
hijo. Aun cuando viéramos levantarse la abominación de la
desolación, no será contaminado el verdadero creyente; al
contrario, será purificado y emblanquecido en la prueba. Aunque
la tierra fuere abrazada, no llegará el olor del fuego a los
escogidos. En el derrumbamiento de la materia y la ruina del
mundo, el Eterno sabrá preservar a los suyos.
Resueltos a cumplir con nuestros deberes, valientes en el
combate, sufridos en la prueba, sigamos rectos nuestro camino,
sin desviarnos ni a la diestra, ni a la siniestra. Un día
llegará el fin: avancemos por el camino hasta que venga.
El descanso será nuestro. Todo lo de este mundo vacila y se
estgrmece, mas nuestro fundamento permanece inconmovible. Dios
reposa en su amor, por eso nosotros reposamos en El. Nuestra paz
es, y será siempre, a manera de río. Una suerte nos ha sido
reservada en la celestial Canaán, y la ocuparemos suceda lo que
suceda. El Dios de Daniel dará una porción digna a todos los
que se deciden valerosamente como Daniel, por los fueros de la
verdad y santidad. Ningún foso de leones nos privará de nuestra
herencia eterna.