Jueves 28 de Octubre de 1999
"Porque no tengo de contender para siempre,
ni para siempre me he de enojar; pues desearía el espíritu y
las alma que yo he criado" Isais 57:16
Nuestro Padre celestial no busca nuestra destrucción sino
nuestra instrucción. Si contiende con nosotros, es con un
propósito bienhechor hacia nosotros. No estará para siempre en
contra nuestra. Creemos que el Señor prolonga sus castigos
porque tenemos poca paciencia. Para siempre es su misericordia,
pero no su ira. La noche puede ser larga y pesada, pero al fin
amanece un día alegre de sol. El enojo dura un poco de tiempo, y
lo mismo sucede con la causa que lo produce. El Señor ama mucho
a sus escogidos para no estar siempre enojado con ellos.
Si siempre nos tratara como algunas veces lo hace, desmayaríamos
del todo y descenderíamos sin esperanza a las puertas del
sepulcro. ¡Animo, hermano! Soporta la prueba, que el Señor te
sostendrá. El que te sacó de la nada sabe cuán débil eres y
cuán escasas son tus fuerzas. El tratará con ternura lo que ha
formado con tanta delicadeza. Por lo tanto, no temas el
sufrimiento presente que conduce a un futuro gozoso. El que te
hirió te sanará; su breve enojo será seguido de grandes
misericordias.