C O N T E N I D O
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9. Cultivos Florales
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Puede afirmarse, de un modo general, que todas o casi todas las especies, géneros y variedades florales pueden ser cultivados por el método hidropónico en la seguridad que los resultados han de superar los clásicos obtenidos por el método común en tierra. Desde luego, estos resultados, en cuanto no sólo a cantidad y cualidad específica, sino también en cuanto a obtención de nuevas variedades con la aparición de insospechada gama de coloraciones de acuerdo con las variantes que se introduzcan en las fórmulas de las soluciones nutritivas, igualmente en cuanto a modificaciones caprichosas pero sugestivas de forma, dependerán de la dedicación e inteligencia del hidrocultor, amén de la experiencia que pueda ir acumulando en la práctica. Será útil analizar a cuatro especies florales que por la natural atracción de sus cualidades, su extraordinaria difusión y la facilidad de su cultivo hidropónico, han de contar, sin duda, con la preferencia de los aficionados que se inician. Son los rosales , los claveles , los crisantemos y los geranios . ROSALES El cultivo de los rosales se adapta muy bien al método hidropónico y los.resultados pueden ser brillantes. Los rosales se dividen en dos grandes grupos: rosales sarmentosos o leñosos, también conocidos por trepadores y rosales celulosos o de tallos tiernos. Las expresiones más comúnmente usadas a propósito de los rosales son las siguientes: Rosal enano: Se caracteriza por su limitado desarrollo, alcanzando alturas que no pasan de 40 a 60 centímetros. Rosal celulósico: Es variedad enana, pero desarrolla más vigorosamente, con alturas entre 0,80 a 1,50 metros. Rosal de media altura: Cualquier variedad injertada en tallo de rosal enano, pudiendo alcanzar alturas entre 60 y 120 centímetros. Rosal sarmentoso o trepador: Produce largos tallos flexibles apropiados para fijarlos en los muros y las pérgolas. Rosal multifloral: Variedad que permanece florecida durante toda la buena estación (todo el verano y parte de primavera y otoño). Rosal unifloral: Que florece una sola vez en primavera. Es característica de los rosales sarmentosos. Rosal de pie franco: Obtenido por podas, o separación, o semillas, es decir, no injertado. Rosal híbrido: Resultante de cruzamientos de una variedad con otra. Rosal Thé: Con fragancia similar al té, de vegetación rápida y mucho follaje; ramazón divergente y pedúnculos débiles que se incurvan al cargarse de flores; no es variedad muy rústica, requiriendo ser protegida del frío, como asimismo óptima exposición a la luz solar. Rosal Thé sarmentoso: Como el anterior, pero trepador. Rosal híbrido multifloral: Obtenidos por cruzamiento de viejo rosal no floreciente con rosales Thé; son rústicos, pero no son muy pródigos en flores. Rosal de Bengala: Así llamado por su origen; florece casi constantemente. Rosal Noisette: Originario de América;. florece no menos de dos veces durante la primavera. Rosal Borbónico: Es un híbrido sarmentoso caracterizado porque tiene pocas o ninguna espina. (De cada uno de los anteriores tipos existen cientos de variedades que figuran en los catálogos y todos los años se obtienen nuevas.) Siempre se ha considerado que el cultivo de rosales en macetas es más difícil que directamente en tierra. Pero mediante el método hidropónico se eliminan las dificultades, de tal modo que éste llega a superar al método clásico en tierra, a poco que se adquiera cierta experiencia. En los recipientes hidropónicos (sea del tipo de maceta tamaño reducido, sea en los tanques de tipo comercial) los rosales deben colocarse de tal modo que la arena (o cualquier otro elemento utilizado para sostén de las plantas) cubra el tallo hasta dos o tres centímetros por arriba del sitio del injerto. Como la arena no ofrece a la planta la consistencia de la tierra donde las raíces pueden afirmarse, es conveniente darles un sostén complementario, sobre todo a las recientemente trasplantadas. Generalmente a los rosales les conviene la media-sombra cuando ya están florecidos. Por esta razón, siendo posible, convendrá retirar los recipientes de los sitios muy asoleados en ese período. Si esto no es posible, por tratarse de variedades, por ejemplo, trepadoras, que ya han sido fijadas, o por otras razones, estará en el arbitrio del cultivador idear el modo de atenuar el asoleamiento demasiado vivo. De este modo las flores adquieren desarrollo más completo y vistoso. Para obtener una profusa floración conviene dejarle a la planta pocas ramas, efectuando buenas podas. En general, las plantaciones de rosales deben efectuarse durante el período de reposo de las plantas y si aquéllas tienen lugar a raíz desnuda, preferentemente desde junio a setiembre, correspondiente entonces al invierno (hemisferio sur), por cuya razón, siendo las raíces muy sensibles al frío, no conviene tenerlas mucho tiempo expuestas al aire. Es comprensible también que durante los períodos de reposo de los rosales (meses más fríos) debe dejarse en los recipientes hidropónicos un mínimo de solución, lo necesario para mantener cierto grado de humedad, ya que los rosales, como sucede con los animales hibernantes, estando en reposo no se alimentan sino en insignificante proporción. De hecho, la tarea del cultivador hidropónico de rosales, desde el punto de vista de las soluciones nutritivas, es, puede decirse, nula o casi nula en ese período. Cuando se adquieren ejemplares de rosales recién llegados de lugares distantes, ocurre con frecuencia que los tallos se han resecado formando cortezas semidescascaradas, en cuyo caso conviene sumergirlos de inmediato en el agua, no demasiado fría, dejándolos durante dos o tres horas. Mientras tanto, hasta llegar el tiempo apropiado, no es necesario hacer la plantación definitiva en los recipientes de cultivo. Las plantas, lo mismo si son tallos o podas, pueden ser colocadas en conjunto, en un mazo, en posición semihorizontal y cubiertas con arena según se ha explicado y aun con tierra, hasta llegado el momento de ubicarlas para su floración. Es bien entendido que lo anterior se refiere a casos de emergencia, porque no es conveniente que ese período de almacenamiento se prolongue demasiado. Si los rosales hubieran sufrido muy bajas temperaturas (heladas, etcétera), pero estando todavía verdes, se los colocará durante dos o tres días en local cerrado, donde la temperatura no sea demasiado fría, con poca luz y alguna humedad. Antes de plantar un rosal se debe podarlo tallando las ramas hasta tres cuartos de su largo y no debe temerse dejarlo demasiado corto, porque cuanto más corta sea la podadura, más vigorosos serán los nuevos brotes, especialmente en las plantaciones tardías de primavera. Se conservarán todas las raíces que no estén muertas o heridas. Un medio práctico de defender los rosales contra el frío durante los períodos de reposo es cubrir la arena semihúmeda con una espesa capa de paja; de este modo las raíces sufren menos. Los rosales aman la luz, quieren absolutamente el cielo abierto, por lo cual no debe plantárselos en sitios muy sombreados o mezclados con otros arbustos. Pero siendo así de un modo general, hay variedades de tintes delicados y oscuros que prefieren la media luz. Los rosales no trasplantados deben ser podados adecuadamente todos los años, puesto que las podas influyen preponderantemente sobre la mayor o menor floración. Además, de ese modo, se le da a la planta buena forma para hacerla desarrollar según el deseo de cada uno. La poda será regulada según el vigor natural y diverso de las variedades. Acortando demasiado las ramas en las variedades vigorosas, se provoca el desarrollo inconveniente en longitud, y no florecen o producen muy pocas flores. Asimismo, en las variedades poco vigorosas el inconveniente de la excesiva longitud se traduce por una floración abundante, pero de flores muy pequeñas o deformadas. Siempre que sea posible, la poda será efectuada por encima de una gema vuelta hacia el centro de la planta, dejando por encima de esta gema algunos milímetros de tallo. En las zonas de temperatura benigna, la poda debe efectuarse en la segunda mitad de julio para las variedades más rústicas e igualmente en los rosales conservados en invernáculos; para las variedades más delicadas es preferible el mes de agosto. En las zonas frías debe retardarse la poda en algunos días con relación a las fechas anteriormente indicadas y para las zonas muy cálidas, al contrario, conviene anticiparlas. De todos modos, cada uno podrá regular fácilmente los momentos oportunos de la poda teniendo en cuenta que deberá hacerlo cuando la planta empieza a mostrar signos de actividad, o cualquier día inmediatamente antes de ese despertar, lo cual es cuestión de un poco de práctica. Advertimos que para los rosales sarmentosos o leñosos, es suficiente cortar solamente los gajos muy marchitados o secos. Tratándose de las variedades que reflorecen, es oportuno efectuar una segunda podadura en el verano, que consistirá en la eliminación de todas las ramas que ya han florecido, o que aparecen sin vida o que están mal situadas en la planta; además, en todo el tiempo de la actividad floral se irán podando poco a poco las ramas que han adquirido un vigor extraordinario o que comúnmente se les llama jugosas, cuyo verde vivo contrasta con el tono más oscuro del resto, como asimismo deberán eliminarse todos los brotes selváticos en los rosales injertados, que aparecen en el tronco, porque si se les permite desarrollarse terminan por predominar sobre los gajos florales matándolos. El corte debe hacerse a ras del tronco, si es necesario escarbando la arena para irlos a buscar en el sitio del nacimiento. La reproducción de los rosales se obtiene por semilla, gajos, injerto, acortamiento, división del tronco. La reproducción por gajos es la más fácil, aunque también el acortamiento da buen resultado, sobre todo en las variedades sarmentosas. Este último se realiza en octubre o noviembre. El método del injerto requiere pies de tronco muy bien seleccionados, aconsejándose de Rosal Canina a los pequeños cultivadores. CLAVELES Así como los rosales constituyen la planta ideal de floración para los pequeños jardines en las azoteas y los patios, los claveles de grandes flores,que las dan casi toda la primavera y gran parte del verano, son los más indicados para las ventanas, los balcones y las pequeñas terrazas. Los claveles constituyen la especie más generosa cuando se les cultiva por el método hidropónico, por eso los aconsejamos con entusiasmo. En algunos países como Italia, donde el clavel es tradicionalmente la planta floral del pueblo y adorna profusamente las casas suntuosas como las modestas en las ciudades como en los pueblitos, resulta ya notable la diferencia que se observa entre los cultivos realizados por el método común y los que se efectúan según las reglas tan sencillas de la hidroponía. Si el cultivo del clavel se ve favorecido en las zonas altas de colina a diferencia de su menor frecuencia en los sitios bajos de llanura, puede decirse que con nuestro método desarrolla y florece magníficamente bien en todo sitio. Durante el invierno, en las zonas donde la temperatura desciende comúnmente a bajo cero, conviene colocar al reparo los recipientes con claveles, en sitios bien iluminados y no olvidando que esta especie es enemiga de la humedad. Durante el verano, en la época de la florescencia, los claveles serán colocados en sitios de pleno sol, pero en ciertas horas, después de medio día, convendrá darles algún reparo para que las flores no desmerezcan. Se puede facilitar la obtención de flores de gran tamaño, suprimiendo los botones florales laterales y dejando sólo el terminal. Pero esta supresión debe hacerse apenas comienza a formarse el botón. La multiplicación de los claveles se obtiene por semilla, gajos, acortamientos, división. En general la multiplicación por semilla se hace solamente para obtener variedades nuevas y se reserva al floricultor profesional; solamente el clavel Margarita se siembra en los primeros días de setiembre tratándolo como planta herbácea anual; florece desde octubre hasta mayo. El medio de reproducción más empleado, aun por el aficionado, es el de gajos. Para esta clase de reproducción se procede como sigue: después de terminado el período de florescencia se separan los vástagos nacidos en la base de cada una de las ramas o al pie de la planta adulta; éstos son preferidos por algunos cultivadores, mientras que otros optan por los nacidos a mitad de altura de la planta. Con estos vástagos se preparan gajos. Mientras que algunos los cortan por debajo del nudo, dejándolo entero, otros hienden la parte inferior en dos o cuatro partes a lo largo, considerando que así se asegura o facilita la emisión de raíces. Los tallos se conservan en la arena en sitios moderadamente templados, comprimiéndose la arena y colocando encima paja. El período más apropiado para colocar los tallos en el sitio definitivo en que han de desarrollar y florecer, es el de noviembre a enero. Con temperatura templada, por encima de 10 grados, en una veintena de días los tallos han desarrollado ya las primeras raíces. Una maniobra importante es la que consiste en efectuar con la uña (no con cuchillo o algún otro instrumento) en el momento en que la plantita está ya bien túrgica y en día nublado, preferentemente de mañana o al atardecer, ciertas raspaduras o hendiduras para obtener más tarde que la planta florezca en la forma más rendidora. Se la realiza cuando la plantita está compuesta todavía de un solo tallo con siete u ocho pares de hojas. La operación se repite a medida que la planta va multiplicándose y formando nuevos tallos; de este modo se obtiene que la floración no se produzca contemporáneamente, de una sola vez, sino continuadamente. Esa maniobra se suspende en diciembre para las variedades de crecimiento lento y en enero para las variedades de crecimiento rápido. Es necesario obtener todos los años nuevas plantas por medio de gajos, porque los claveles viejos florecen precariamente. Las variedades de claveles se cuentan por centenares y son divididas en grupos. Antiguamente se les dividía en dos clases: Claveles en cáliz y Claveles reventones (scoppioni). La división moderna corresponde mejor por ser más detallada. Primer Grupo: Claveles unicolor.- En general, son más fragantes y su color es el rosado o el rojo, muy fuertes y grandes. Puede decirse que a este grupo pertenecen las variedades más rústicas porque viven bien por muchos años y pocos cuidados, siendo en algunos lugares, muy floríferos Se incluyen las dos variedades más conocidas: el rosado toscano y el coralino, igualmente el clavel de Viena, enano y precoz. Segundo Grupo: Claveles de verano.- Es el grupo más numeroso en variedades, con aroma menos pronunciado, a veces completamente sin aroma. Los franceses los llaman claveles de fantasía con motivo de la bizarría y variedad del colorido. Tercer Grupo: Claveles flamencos.- Los pétalos de esta variedad son redondeados, sin escotaduras, el fondo es blanco puro y está netamente lineado; estriados con colores bien definidos. Existen variedades de uno, dos y tres colores. Son muy bellos pero un tanto monótonos por su regularidad. Cuarto Grupo: Claveles reflorecientes.- Si se fuera a considerar solamente la forma y el color de las flores, las variedades que componen este grupo deberían incluirse en las precedentes. Pero su característica de reflorecer y prolongar su florescencia durante el invierno es lo bastante importante como para formar un grupo especial. Esta segunda floración requiere que la planta sea colocada en buenas condiciones de ambiente, extremando los cuidados. A este grupo pertenecen las variedades del Clavel siempre en flor (semperflorens) llamado también Clavel Margarita. Quinto Grupo: Claveles reventones.- En estas variedades, el cáliz mal conformado o el número excesivo de pétalos hace que el mismo cáliz se rompa fácilmente o que pierda con igual facilidad muchos de sus pétalos, apareciendo la flor como deformada. Por tal motivo son poco cultivados, a pesar del tamaño atrayente de las flores. En las florerías se acostumbra mantenerles la forma natural mediante tirillas de goma o papel que las circundan. GERANIOS Varias son las especies de este género que se pueden cultivar bien por hidroponía. De algunas existen numerosísimas variedades; se les considera pequeños, minúsculos arbustos de cómodo cultivo. Son aplicables a todas las variedades las mismas atenciones. Durante el período activo de vegetación conviene aumentar ligeramente la proporción de nitratos, pues son muy ávidos del mismo, aunque naturalmente no tanto como del agua. La multiplicación más empleada es por gajos y los cortes se pueden realizar en todo tiempo, pero la mejor época es el verano, señaladamente el mes de enero. A los tallos, para el reemplante, se les quita las hojas dejándoles tres nudos y se les coloca en sitios a medio sol, cuidando al principio que la arena no esté demasiado embebida de agua. Las raíces advienen en plazos variados, hasta un máximo de un mes y medio. En invierno debe reparárseles de los fríos excesivos y aminorar las cantidades de solución nutritiva a un mínimo despreciable pero permanente. Al principio de primavera comienza su actividad de desarrollo y conviene entonces que no les falte el sol. Si se desean plantas robustas y bien ramificadas debe suprimirse la primera floración. A pesar de ser muy ávidas de agua como casi todas las plantas carnosas, es preciso evitar la sobreabundancia de solución nutritiva porque de lo contrario, aparecen ciertas enfermedades con relativa facilidad. (En este caso es prudente renovar totalmente la solución.) Algunas especies más que otras son atacadas por una variedad de hongo peronospora, en cuyo caso conviene curar las plantas con caldo bordelés. Pero otras enfermedades que comúnmente atacan a los geranios no aparecen con el método hidropónico, porque aquéllas están originadas en la tierra.
Los tipos más cultivados son los siguientes:
Las podas de los geranios consisten en suprimir totalmente las ramas menores y mal dispuestas, así como en acortar las más robustas a sólo 20 a 30 centímetros de largo, formando un conjunto redondeado y regular, de 4 a 8 ramas. Las plantas de geranios no tienen una vida mayor de los cuatro años. Convendrá con tiempo efectuar las renovaciones por medio de gajos. CRISANTEMOS El cultivo del crisantemo merece ser explicado con alguna extensión ya que los resultados obtenidos por el método hidropónico superan en mucho al común en tierra, y asimismo porque es planta que florece cuando todas las otras especies y géneros han cesado.en su florescencia. El crisantemo requiere pleno sol o por lo menos lugares de buen asoleamiento. Es planta anual. Terminado su período de florescencia, se seca. Pero las papas permanecen vivas y resisten aun fríos muy bajos. Éstas entran en actividad en primavera. Del riego para las raíces no hay porque hablar tratándose de cultivos hidropónicos, pero está el otro riego, es decir, el del follaje que ciertas especies de plantas así refrescadas, lo agradecen permaneciendo más lozanas y productivas. Así ocurre precisamente con los, crisantemos. Si las plantas muestran cierta tendencia a palidecer en el follaje, lo que constituiría un principio de clorosis, es conveniente reforzar en la solución nutritiva el sulfato de hierro. Asimismo, al igual que los geranios, según también ya se ha explicado, requieren un aumento en las dosis de nitratos. Las mejores flores se obtienen de plantas jóvenes, por lo que es conveniente renovar periódicamente las plantaciones. La reproducción por semillas es reservada a los profesionales, que así obtienen nuevas variedades. La división por plantas menos robustas es la que se obtiene mediante gajos, que por lo demás es muy usada, pero siendo inviernos muy fríos, esta maniobra requiere ambientes caldeados, por eso conviene, -no disponiendo de invernáculo- reservarse para efectuar este trabajo hasta principios de setiembre. Las podas se obtienen de gajos nacidos en el centro de la papa y no con ramas crecidas sobre el tronco ni de otras ramas. La rama elegida para hacer el gajo de reproducción debe ser vigoroso y bien provisto de hojas, reduciéndolo a 7 ó 10 centímetros de largo, eligiendo la parte terminal de la misma. Se quitan las hojas. El gajo se introduce en la arena hasta la mitad de su largo. Al mes más o menos, éste ya tiene las primeras raíces. Cuando la plantita comienza a presentar un botón en su extremidad, llamado botón-corona y en torno al cual se desarrollan pequeñas ramitas, este botón se suprime haciendo la hendidura de la rama que lo sostiene a 10-15 centímetros del nivel de la arena, vale decir, a la altura de la sexta u octava hoja; después, cuando vuelve a tener cinco o seis ramitas, se conservan tres a lo menos de aquellas más robustas y lozanas. Muchas variedades presentan el botón-corona fuera de tiempo. Será suprimido hacia fines de diciembre aunque con más experiencia puede ser oportuno hacerlo fuera de ese período o, por el contrario, si se desea un follaje profuso, conviene conservarlos. Por regla general, se conserva el botón-corona hasta principios de febrero para las variedades tardías y hasta fines del mismo mes para las variedades precoces. Se llama botón-terminal aquel que aparece al final de la vegetación de un tallo y que está generalmente acompañado de otros botones más débiles que deben ser suprimidos en su totalidad. Ordinariamente se quita también el botón-terminal en los crisantemos incurvados. Después de un mes, cuando la vegetación ha dado nuevos gajos, se dejan tan sólo dos o tres, cortando los otros con la uña, de un solo golpe fuerte. En el curso de noviembre la planta está ya formada con seis a nueve ramas y entonces, según la fuerza de la misma, no se le dejan sino cuatro a seis colocándoles tutor pero separándolas lo más posible con cuidado de no quebrarlas al extenderlas así lateralmente. De este modo la planta se desarrolla ampliamente. Es en esos días cuando comienzan a nacer ramas en la base, que deben ser suprimidas una a una a mano y a medida que se presentan por encima de la yema. Casi siempre, para enero y febrero la planta ha agotado su propio material nutritivo de reserva. Es por lo tanto para esa época que debe atenderse con más cuidado la nutrición por medio de las soluciones hidropónicas. Ya con anterioridad han podido utilizarse soluciones ya "gastadas", es decir, aquellas que han sido desagotadas de recipientes,de otras especies de plantas, por haber perdido su fuerza. Es una medida de simple economía. Para obtener que la planta haga un tallo único, alto y fuerte con el fin de darle forma de arbusto, es preciso ir suprimiendo los brotes laterales de la única rama que ha de ser conservada, hasta que alcanza una altura que puede ser entre 70 y 110 centímetros. Desde luego, precisa un buen tutor. Para el cultivo unifloral en pequeños recipientes se hace el gajo en setiembre y octubre y por regla general se conserva el primer botón, sea éste corona o terminal, suprimiendo todos los laterales. Actualmente es muy corriente el cultivo de crisantemos en cascada, perennes y de flores pequeñas. Este cultivo se presta bastante para fines decorativos en la propia planta, dejando en cada una tres gajos de los más fuertes. |
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