Todos los médicos,
no sólo los especialistas, deben saber como abordar los trastornos del
equilibrio, tan frecuentes en la consulta diaria.
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La Otorrinolaringología es una
especialidad que se ocupa fundamentalmente del estudio de los sentidos:
audición, olfato y gusto. A esto debemos añadir un componente básico
de la comunicación que es la voz, así como el sistema equilibratorio
que tiene una importancia primordial en la vida del ser humano. La gran
conquista del hombre es la verticalización, el poderse trasladar de
pie, el mantenimiento de la posición de la cabeza y la mirada. Todo
esto va regido por el equilibrio.
El equilibrio es un mecanismo muy
complejo en el que intervienen muchos componentes, de los cuales uno
fundamental, y cuyo estudio corresponde al otorrinolaringólogo, es el
laberinto posterior.
Gracias al sentido del equilibrio
mantenemos lo que se llama la conciencia espacial, es decir, una
relación correcta entre nuestro cuerpo y lo que nos rodea. Las Fuentes
de información que nos transmiten los eventuales cambios en esta
relación son:
La vista. Nos informa de los
movimientos de los objetos y de su situación relativa.
La sensibilidad, propioceptiva
(articulaciones y músculos) y exteroceptiva (táctil). A destacar
el importante papel de los somatosensores del cuello (cambios de
posición de la cabeza con respecto al resto del cuerpo) y a las
plantas de los pies (contacto con el suelo).
El laberinto
posterior. Los
conductos semicirculares, el utrículo y el
Sáculo; elementos del
oído interno cuya función es captar los desplazamientos espaciales
de nuestro cuerpo y enviar la información pertinente a los centros
o núcleos vestibulares, los cuales pondrán en marcha los
mecanismos efectores que deben compensar esas variaciones de la
situación espacial. El laberinto, pues, sería el órgano
periférico de ese complejo entramado que conocemos como sistema
vestibular.
Recuerdo anatómico del sistema
vestibular
El oído interno o laberinto está
formado por un armazón óseo y un interior membranoso. Se divide
tradicionalmente en una parte anterior y una posterior, distinción
basada en su diversidad de funciones; auditiva una y equilibratoria
la otra.
El laberinto anterior óseo es la
cóclea o caracol. Su interior membranoso es el conducto coclear, donde
se halla el órgano de Corti, receptor de estímulos auditivos. En el
espacio entre la estructura membranosa y el caracol óseo circula un
líquido, la perilinfa y por dentro del conducto coclear circula la
endolinfa. En el posterior hay que distinguir también entre los
elementos membranosos y su cobertura ósea, esta última dividida en dos
partes: vestíbulo y conductos semicirculares.
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