El claustro rectangular, con una peculiar relación de huecos de las
galerías baja y alta, magníficamente discreto de proporciones, íntimo. Cerrado en el
siglo XVII con interesantes carpinterías en las galerías bajas, es un ámbito
caracterizado por bellos techos mudéjares, con gualderas y almizate ataujerados con
decoración de lazo, chillas labradas y doradas y racimos de mocárabes
dorados en los rincones del claustro. Traídos por mercaderes dedicados al tráfico de
lanas y tejidos, tres trípticos
flamencos de barro de pipa, policromados, de enorme belleza y originalidad, señalan
los puntos culminantes de una decoración monástica hecha a base de acumulación de
imágenes y objetos religiosos de una clausura nunca hallada.
Cuadros cuyo mayor valor procede del singular ambiente y contribuyen a crear, objetos
característicos de la dote de las profesas, el crucifijo, el niño Jesús, la arquilla,
forman un conjunto y cálido, sugerente e intenso.
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