ETILO Y OBRAS DE GARCILASO DE LA VEGA.
E
l período conocido como Renacimiento se caracteriza por el descubrimiento de la antigüedad clásica que sirve como modelo a imitar. Garcilaso y otros autores de esta época poseen un sentido clásico de la belleza, e introducen en su obra elementos propios de la literatura clásica latina como son los temas y los personajes. La presencia de la naturaleza y el paisaje está relacionada directamente con el clasicismo. A imitación de los modelos clásicos de Horacio y Virgilio, la naturaleza se idealiza: es el "locus amoenus", un fresco y verde prado por donde discurre una corriente de agua clara, rumorosa y pura, que sirve de fondo a la acción de muchos de los poemas de este período. Esta naturaleza idealizada supone una fe en la bondad intrínseca de lo natural, donde los personajes que lo habitan son pastores.
Garcilaso encarna el ideal cortesano de la época al unir en su persona al poeta y al militar. Escribió una corta producción de versos pero que no publi- có en vida. Fue su amigo Juan Boscán quien reunió los manuscritos, los revi- só y publicó en Barcelona junto con sus propias obras bajo el título de Las o- bras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega (1543). El libro fue un a- contecimiento importante por los nuevos metros de origen italiano que conte- nía: el soneto, la canzone, las octavas, la rima interior y el verso libre; por los temas mitológicos, arcádicos y discursivos y por su lenguaje hecho de frases cortas, imágenes plásticas y una gran musicalidad; como las obras de Garcila- so gustaban más que las de Boscán, los editores decidieron publicarlas inde- pendientemente, y un tomito de Garcilaso sólo apareció en Salamanca en 1569. Desde entonces ha seguido siendo así.
La obra completa de Garcilaso se compone de poco más de 4.000 versos que forman tres églogas,38 sonetos, dos elegías, cinco canciones una epístola y unas composiciones breves en octosílabos escritas a la manera tradicional cancioneril.
Las influencias más visibles en la obra de Garcilaso son las del bucolismo clásico (Ovidio, Virgilio y Horacio); el platonismo(Platón y los neoplatónicos) con su exaltación mística de la belleza, la naturaleza y la armonía del univer- so; y,por último,la obra poética de Petrarca,Sannazaro y Bernardo de Tasso, autores italianos que son su modelo más directo de inspiración.
Con Garcilaso la literatura española entra en un nuevo periodo en el que se introducen una serie de novedades que rompen con la estética medieval.
Hasta este momento la poesía sólo adquiría hondura y autenticidad al tra- tar temas graves, y sobre todo la muerte -recuérdense la Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique-. Con Garcilaso aparece una nueva manera de sentimiento, más auténtico e intenso, más centrado en lo amoroso.
Durante su estancia en Italia Garcilaso entró en contacto con nuevas for- mas poéticas, tales como el verso endecasílabo, y estrofas como el soneto y la estancia. Garcilaso es capaz de adaptar el castellano a este nuevo verso dándole una fluidez y suavidad extraordinarias; a partir de Garcilaso, el ende- casílabo se convertirá en el verso noble por excelencia. También, a partir de él, estas nuevas estrofas quedarán incorporadas a la nómina de la métrica re- nacentista española.
La transcendencia de la obra garcilasiana, pues, procede de haber intro- ducido el verso endecasílabo en España, así como la poesía petrarquista, que no es otra cosa sino la gran poesía lírica del renacimiento.
La mayor parte de sus composiciones tratan el tema amoroso pero no a la manera medievalista o tradicional castellana del romance, sino como un con- cepto lírico abstracto, de ideal de belleza, de creación artística. Su maestría reside en una aparente sencillez y naturalidad conseguida por las formas mé- tricas, las rimas suaves, poco relevantes pero variadas, las metáforas delica- das, las paradojas, los juegos conceptistas con el fin de crear una atmósfera fútil,de nostalgia y evanescencia en la que el texto suene a confesión personal y sincera. Sin duda es el poeta de la elegancia, del que tantos otros, y gran- des, se sentirán deudos, desde Luis de Góngora hasta Alberti, Juan Ramón Jiménez o Gustavo Adolfo Bécquer.
Nació en Toledo en 1501 y murió en Niza en 1536. Después de una vida de perfecto "cortesano" del Renacimiento, combatió con las tropas del emperador Carlos V, fue herido en Frejus y murió en Niza. Su obra se compone, principalmente, de Sonetos, Canciones, Elegías y sobre todo tres admirables Églogas, de inspiración virgiliana y de factura perfecta. En sus poemas adoptó los metros italianos por consejo de su amigo Juan Boscán. Garcilaso conoció una gloria inmensa e inmediata que le llevó a ser considerado como clásico ya en el Siglo de Oro. El Brocense y el Divino Herrera lo anotaron. San Juan de la Cruz lo imitó, Lope de Vega lo elogió y Cervantes mismo lo ensalzó. En los siglos XVIII y XIX su gloria conoció un eclipse, pero los poetas de la primera mitad de la centuria actual, singularmente Alberti, Salinas, Altoaguirre y Miguel Hernández, han vuelto a hacer de él una gran figura de las letras españolas.