No fue planeado, jamás pensado, jamás imaginado, pero desde el primer momento en que se conoció su futura aparición, se le encomendó la misión de salvar el barco. El barco, cuyo nombre apenas reconocíase a la deriva, llamaba algo así como Garzón y estaba a punto de naufragar, llevaba alrededor de 11 años de coexistir con un clima implacable, nubes negras todo el tiempo rodeaban el altamar trayendo consigo tormentas las cuales predecían un hundimiento. Sin embargo, el capitán aprovechó la aparición de este sublime personaje para hallar en él una esperanza de salvación.
Maruví, nombre de pila de este personaje, realmente no conocía esa ineludible responsabilidad, no se percataba que sobre sí llevaba la misión de evitar el hundimiento de un barco... recordase, eso sí, que aquel barco partió más o menos en el año de 1966, en el puerto de San Cayetano, ante súplicas inermes de los habitantes, por lo cual los comandantes del barco, decidieron anunciar la no partida del mismo, engañando y partiendo puntualmente un día de Septiembre del año 1966.
Por sorpresa e indignación tomó la noticia de la partida del barco, mas de resignación se llenaron y pronto de alegría al ver sus aparentes resultados, verbigracia que al recorrer 365 Km, ancló en la Isla Mujer, nombre que le adjudicó debido a la forma vaginal del espesor de sus bosques.
La Isla Mujer era violeta en sus principios para luego ser café otoño, sus atardeceres eran rosados, en ella se encontraba una biodeversidad aún sin indicios, el Cocuy de Pelamenta era el depredador más grande de la misma, con dientes afilados y unas lágrimas eternas, el cocuy habitaba los manglares que colindaban con la salida al mar por el río Palopaila.
El vegetal más representativo era la Conga, rica en frutos altos, ramas en forma de Y que servían de hogar a aquellos que huían del ataque del Cocuy de Pelamenta y raíces gruesas y largas que llegaban hasta la rivera del Güengüé, afluente principal del Palopaila.
Las noches en Isla Mujer eran acompañadas por la ópera de animales eufóricos de su libertad, que aprovechaban el sueño del Cocuy para franquearse en francachelas contrastando con el ambiente hostil de los días donde cada especie corría por su lado con vigilancia constante, desarrollando cualidades especiales e inverosímiles, y con un silencio cómplice. Isla Mujer pareciera que escondiese misteriosos mensajes de pitonisa pobre.
El barco levantó su ancla de Isla Mujer y siguió sin rumbo venciendo la hostilidad del clima, llevados por la entereza de su capitán que a cuesta de todos, ya no tenía nada más que a Garzón sino el camino seguro de Isla Mujer para vivir. Surgió una relación especial entre el capitán y aquella isla virgen, donde siempre que el barco era avanzado por las indómitas olas, él se quedaba estafermo mirándola y luego regresaba absorto a su angustia por su posible hundimiento.
En general, el capitán, sabía lo que se le avecinaba, pero rogaba a Dios y a su posible esperanza que algo sobrenatural ocurriera para salvarlo, desconociendo aún su realidad y tratando de encontrar otras opciones. Su angustia comenzó más aún cuando se enteró que sus provisiones escaseaban y no había opción de conseguir alimento pues, ya el altamar se hacía eterno y la peligrosidad del mismo impedía cualquier maniobra pesquera.
Al dormirse durante unos minutos divisó un territorio inhóspito donde las olas como si fuesen rieles llevaron el barco para que él, con solo hacer una fuerza constante durante unos minutos, lograra detenerse, recorrer babor, estribor y todos los territorios de su vehículo para luego en tirabuzón caer sobre la blanca arena de este islote, que llamó Casiopeo, en honor a la diosa etíope que un día lo inspiró.
Casiopeo era un territorio duro, de cordilleras rebeldes e indibujables, emergía en un volcán de alcohol, su naturaleza era casi escasa, a pesar de no ser desértico, la poca naturaleza de este mundo era indescifrable, en él trataron de convivir la Conga de Isla Mujer con el Ojeburro de Plazachiquita, una especie vegetal rara y semifértil oriunda del palenque del departamento Dos aguas en la baja Gaderville, uniéndose las dos y formando la nueva especie de Conflan, el Conflan es un vegetal de raíces largas, de tallo corto y frutos pequeños que alimentan a las aves Cruyf que visitan en otoño el islote.
En Casiopeo el capitán encontró un sentimiento especial de arraigo, mientras más veía lo insano y hostil que era, su paternalismo más evidente se hacía y no pasaba noche en que se le dificultara dormir hasta que no encontrara el silencio de una y cada una de las pocas especies que habitaban el islote. La angustia del capitán era inexorable e irreversible, constantemente se repetía a sí mismo y al creador una oración especial por el bienestar de esta isla, le parecía tan desolada y tan subvalorada, que creía que tenía que quedarse eternamente ahí para cultivarla, pero la amenaza constante del clima hacía preferible subir al Garzón y luchar contra la inclemente tormenta que fenecer de angustia ante la posible efímera existencia de este islote.
El viaje continuó, departió un 20 de enero, día de las fiestas de corralejas en su país. Fue así cuando emprendió un viaje más aún sin rumbo conocido y a expensas de la casualidad que algún fenómeno extraño e inimaginable le sucediese para salvarle, no divisaba la cercanía de ninguna isla, y contrario a eso divisaba más la cercanía de su fin ante una inclemente tormenta. Recorría el altamar con una rutina de rezos y credos, a las 8 A.M. Oraba la oración a San Arcesio y Santa Mónica, a las 13 horas oraba el credo Babilónico y a las 22 horas rezaba la oración a Casiopeo, todas estas oraciones y credos inventados por él.
En la mañana de Octubre luego de curarse una herida en ojo causada por un golpe fuerte del viento, divisó el descenso de un ser inimaginable. Desde el primer momento en que lo vio, se dio cuenta que era su posible salvación, y fue así como sin escuchar y sin hablar le encomendó la difícil labor de su salvación.
Maruví bajó de un mundo inconcebible, se cree que era oriundo de los asteroides sin números de la galaxia Fruit por su parecido racial y sus ojos de soñador empedernido, sin embargo él nunca habló de su nacionalidad, solo de sí, era un niño eterno vestido de verde y un pantalón corto amarillo que combinaba con el color de sus ojos verdes con amarillo, parecía que se uniformaba con sus ojos, sus conversaciones más frecuentes eran sobre todo lo que hacía. Aficionado a las artes de baco, conoció el teatro en la Pontí, galaxia de eruditos en el universo Camarota, donde se creía que eran oriundos el Mauricier de Reyesía, Sir Julio de La Pantea, Spinoza, Xaroltustra y Jaimócrito, personajes de la mitología tradicional de San Cayetano.
Fue inconsciente su mensaje, solo bastaba con su mirada directa e implacable, sus abrazos constantes, su lamentación evidente, y todo ese amor que irradiaba el capitán con ese personaje, que no se necesitaban palabras para descifrar que era en Maruví, quien el capitán tenía depositadas las esperanzas de su salvación.
Al darse cuenta de la escasez de provisiones alimenticias, del debilitamiento de sus fuerzas, el Capitán emergió para mirar hacia el horizonte, con lamentos de danzas egipcias y revoloteos de Mapalé, fue así como Maruví se quedó mirando fijamente ese singular baile, mas no comprendiendo así la trascendencia de su estancia en el barco.
Pocos diálogos tuvieron este dúo de habitantes del barco, a veces parecía más inentendible la posición del capitán quien cada vez se hacía menos fuerte y se le encontraba a lágrima viva sobre la proa divisando una esperanza utópica. Empero, el capitán preparaba día a día lo poco que le quedaba el barco y lo desvió con camino a las anteriores islas, queriendo así que su compañero anclara en ellas. Sin embargo la tormenta seguía más fuerte aún disminuyendo la velocidad del barco y sobre todo haciéndolo más débil.
La noche del 2 de Julio, el capitán se quedó acostado, cerró sus ojos y le solicitó a Maruví que se quedara a su lado. La terrible tormenta desató movimientos tectónicos, el mar arrastró territorios durante toda la noche. Amaneció dos días después, con un sol descomunal e inclemente. El capitán había desaparecido, solo quedó su sombrero viejo de lino blanco y rayas azules.
Maruví lo buscó por todo el barco, le gritó su nombre, pero pareciera como si se lo hubieran llevado los del viento. Al salir, encontró a las dos islas Mujer y Casiopeo, una enfrente de otras, dos territorios casi opuestos colindando.
El Garzón encalló entre las dos islas y allí en tirabuzón Maruví, bajó a Isla Mujer y a Casiopeo, recorriéndolas durante el resto de su vida, con una tormenta más moderada y un rostro de capitán impregnado en las nubes que sirven de fondo de la intersección de las dos islas.