La vida sin secreto
Paula Izquierdo
Barcelona: Plaza & Janés, 1997; 184 págs.
ISBN: 84-01-38573-3

 


La crítica ha dicho:

 

LATERAL
LA VIDA SIN SECRETO
Paula Izquierdo
Plaza & Janés, Barcelona, 1997, 180 páginas.

Mihály Dés
     Historia de un desmoronamiento, la primera novela de la madrileña Paula Izquierdo (1962) tiene como preámbulo el suicidio frustrado de una chica de diecinueve años y cuenta en primera persona los acontecimientos que, al parecer, llevaron a su protagonista a cometer semejante acto. Este al parecer es importante porque Julia, la narradora, no está en condiciones de entender cabalmente lo que le ha pasado, pero necesita describirlo para poder seguir viviendo. La vida sin secreto es una especie de cuento de Sheherezade contemporáneo con una variante significativa: la protagonista intenta salvar la vida no inventando historias, sino recuperando la suya, que en gran medida le resulta ajena. Julia es una niña madrileña de bien, aspirante a bailarina de clásico que, después de una frustración profesional, empieza a ir a la deriva. Soledades, amores fútiles, violencia, el desamor de los padres, tonteos con la movida madrileña, el dejarse llevar y, finalmente, el colapso. La relación fría, casi enajenada de la protagonista con su propio destino es todo un acierto narrativo. Excluye la blandenguería y la autocompasión y hace creíble la descripción de una forma de vida pasiva y vacía. Sin embargo, si sólo fuera eso, la obra no pasaría de ser una correcta novela generacional. La deriva de Julia está precedida por su dura lucha por realizar un sueño, con lo que su retrato se vuelve más complejo. En este sentido el primer capítulo tiene capital importancia: describe minuciosamente la ritual preparación de la heroína antes de salir al escenario. Es una de las mejores aperturas de la narrativa española actual. No todo estará a la altura de este comienzo. La relación con los padres queda pobremente explicada, por ejemplo. Pero, en fin, se trata de una historia convincente y de una narradora con voz propia.


Revista LEER
LA VIDA SIN SECRETO
Paula Izquierdo
Plaza & Janés, Barcelona, 1997, 180 páginas.

De las nuevas escritoras que, últimamente, parecen dar la réplica a ese fenómeno ya en decadencia que fue el boom de los autores jóvenes, Paula Izquierdo se destaca por una suerte de virtud muy a tener en cuenta: la falta de estridencias, de exageraciones. La vida sin secreto, novela iniciática femenina, llena de episodios a veces desgarradores, se nos cuenta, sin embargo, con un lenguaje conciso, fresco y sin efectismos. No ha debido de ser fácil crear esta voz, la de la joven y un tanto neurótica (motivos no le faltan) Julia, que es la voz de una edad difícil e inmadura. Voz muy distinta, por tanto, de la voz real de la autora.
   Yendo de una casa a otra, de una relación sentimental o de amistad a otra, sin encontrar nunca el ideal, la protagonista de la primera novela de Paula Izquierdo se verá obligada a aprender que no hay tal ideal, que no hay ningún secreto para vivir. Salvo uno, la literatura, que se perfila como tabla final de salvación para Julia, como quizá también para el resto de nosotros.


EL MUNDO - La Esfera - 20 de septiembre de 1997

La melodía prometida
De la búsqueda de un paraíso perdido
y su consiguiente frustración
PAULA IZQUIERDO

La vida sin secreto
Plaza & Janés, Barcelona, 1997
180 págs., 2.400 pta.

Juan Ángel Juristo

El título alude al verso de Cernuda que abre la novela de Paula Izquierdo, La vida sin secreto, y que se muestra imprescindible a la hora de abordar esta narración que trata de la búsqueda de un paraíso perdido y su consiguiente frustración. Esta búsqueda, por otra parte, poco o nada tiene que ver con una dirección determinada, antes bien actúa de continuo a la manera de un negativo a lo largo de la novela, y sólo se deja vislumbrar en lo que tiene de ausencia presentida. La historia narrada es de ésas que podrían calificarse de actuales si tal calificativo no ocultase una gran mentira. Una adolescente, Julia, intenta suicidarse. Desde el hospital, mientras convalece, cuenta lo que ha sido su vida hasta ese momento, una trayectoria donde se unen el desamor y la ambición más desmesurada, la frustración en las relaciones personales con la búsqueda de esa unión arcádica, difusa, sí, pero que en definitiva es más fuerte que la más intensa de las experiencias vitales.
     La novela, escrita en primera persona, narra, con minucia y morosidad descriptiva, el proceso que lleva a Julia al suicidio. Es, si se quiere, una narración gradual, la descripción de un camino iniciático que no lleva a ninguna parte y es, justamente, la fineza en la descripción de ese registro mental lo que hace de La vida sin secreto una novela que se mueve en similar registro que la mejor literatura sobre adolescentes.
     Me vienen, así, de pronto, las ya conocidas de Radiguet y de Salinger, cuya fuerza radica en el punto de vista desde el que está tomado el carácter del protagonista y que no es otro que el suyo propio.
     La verdad es que el personaje de Julia es reconocible en lo que tiene de sociológico, de tipo estadístico, pero ese reconocimiento juega con un trampantojo para el lector, pues es éste el que hace que la protagonista posea esa cualidad.
     La narradora no ha hecho más que indagar en las percepciones de ese personaje y de la calidad de esas percepciones es cuando surge con buena fortuna el reconocimiento de un mundo particular, el de Julia, lo que equivale a pasear entre los entresijos del ballet y de las residencias para señoritas, el de enseñorearse en ciertas calles de Madrid y asistir, de paso, al desmoronamiento de una personalidad. De ahí que el tratamiento se enmarque dentro de la línea de un realismo que debe mucho a la indagación del carácter psicológico. Pero es que el tema así lo exige. Ejemplos de otras resoluciones los tenemos publicados en fechas muy recientes. Así, el de un heroinómano a punto de fallecer en La muerte de Carlos Gardel, de Lobo Antunes, donde la visión dolorosa se inscribe en una metafísica del dolor. La vida sin secreto es, sin embargo, la descripción de una ausencia que no se quiere. De ahí la falta de secreto.


Fantastic Magazine

Paula Izquierdo
Sin miedo a la vida

La vida sin secreto (Plaza & Janés) es el título de la primera novela de Paula Izquierdo. Un excelente debut protagonizado por una adolescente que, después de un intento fallido de suicidio, tiene que aprender una difícil lección, quizá la más difícil de todas: seguir viviendo, aceptando por fin que «las cosas ocurren a veces porque sí, no tienen por qué tener un significado especial».

Al igual que la protagonista de su primera novela, Paula vivió buena parte de su adolescencia dedicada en cuerpo y alma al sacrificado mundo de la danza. A pesar de ello, siempre tuvo claro que lo suyo era la literatura.
Siempre he escrito. Empecé a escribir un diario a los siete u ocho años.
Pero ¿cuánto hay de autobiográfico en la historia de Julia?
El principio del libro es bastante autobiográfico. Durante muchos años mi vida estaba dedicada por completo al ballet.
En la novela, Julia abandona por completo el baile tras no conseguir entrar en el Ballet Nacional.
A mí no me ocurrió nada tan dramático, pero corté radicalmente con el ballet y durante dieciséis años ni siquiera fui a ver uno.
A sus treinta y pocos años, Paula es una recién llegada al mundo de la literatura, pero, sin embargo, en La vida sin secreto no hay ni rastro de los titubeos formales que lastran las primeras obras de otros noveles.
Escribí un libro de relatos que quedó finalista del Premio Tusquets Escuela de Letras y que no se publicó. Me presenté a algún premio más y volví a quedar finalista dos veces. Además, cuando estudié en la Escuela de Letras de Madrid fui redactora jefe de la revista que se hacía y escribí todo tipo de artículos.
¿Cómo es Julia? ¿Cuáles son las razones que la llevan a pensar en el suicidio?
Es una persona que cree que lo tiene todo en sus manos y de pronto, sin saber cómo, se le va escurriendo.
Julia es un personaje difícil, pasivo, incapaz de tomar las riendas de una vida a la deriva.
Su vida la vive a través de los otros, quiere que la quieran como sea, aunque le peguen o la desprecien.
Pero ¿qué ha visto Paula en una historia así, que en apariencia tan poco tiene que ver con ella?
No me interesa contar la historia de personas con problemas realmente graves, sino el sufrimiento de la gente normal, de quienes teniéndolo todo viven el peor de los infiernos. Julia es una chica de familia adinerada, desde fuera su vida no es trágica en absoluto, pero ella se siente fracasada no por sus condicionamientos externos, sino por lo que vive por dentro. Lo más difícil no fue dar con el tono de la historia, sino hallar la voz de un personaje que tiene quince años menos que yo.
     Según Paula, la única moraleja del libro, si la hay, es que ya que estamos vivos, hay que vivir la vida, que no tiene que haber razones más profundas. La vida es así. Paula ultima ya su segunda novela, una historia protagonizada por una mujer, aunque esta vez de edad parecida a la suya. En lo único que puedo pensar en este momento es en seguir escribiendo.


EL MUNDO
Francisco Umbral

… En Plaza & Janés, Paula Izquierdo publica su primera novela, que cuenta muy directamente una sola cosa: el fracaso de una bailarina, el proyecto de una bailarina. Paula Izquierdo narra con una prosa realista, seca, eficaz. Pero su realismo no es el realismo literario, sino el realismo real. La narradora no se permite deslizamientos hacia la estética, el laboreo literario o la minucia significativa. Ha encontrado la más pura y austera manera de contar. Contra lo que hoy se lleva, a ella sólo le interesa el asunto, su asunto, el que tiene que contar, de modo que el libro es un modelo de austeridad narrativa y literaria. Cuando los cánones de la gran crítica potencian el significante por encima de lo significado, Paula Izquierdo, en un salto de bailarina, se pasa al otro lado y construye, forja, acuña un libro cruelmente mental, actual, vital, sin ninguna de las enfermedades estilísticas de la moda.



Qué Leer - Noviembre 1997


PAULA IZQUIERDO
«CREO QUE LA LITERATURA ES MI PARTICULAR FORMA DE SALVACIÓN»

Texto: Jesús Palacios / Foto: Pedro Duque

Con "La vida sin secreto" (Plaza & Janés), su primera novela, en la que narra la difícil adaptación a la vida adulta de una joven, Paula Izquierdo se ha propuesto, más allá de su juventud y su posición como animadora cultural y presencia indispensable en las veladas madrileñas, hacerse un hueco serio en el panorama de la nueva literatura española. Con dos novelas más a la espera y montones de relatos premiados, es difícil que no lo consiga.

Qué Leer: ¿Hasta qué punto es autobiográfica La vida sin secreto?
Paula Izquierdo: Tiene una parte fundamentalmente autobiográfica, que es la del ballet,, porque yo misma fui bailarina a la misma edad que mi protagonista. Eso es lo único, aunque naturalmente es muy difícil separar tus experiencias personales de lo literario, y de alguna manera éstas siempre se reflejan en lo que escribes.
Q.L.: ¿Le ha sido difícil ponerse en la piel de una adolescente?
P.I.: Eso ha sido precisamente lo más difícil. Tuve que reescribir párrafos enteros, porque a veces se me iba el tono y se elevaba demasiado con respecto a la edad de la protagonista, que tiene sólo 19 años?
Q.L.: ¿Considera que se trata de una novela femenina?
P.I.: No creo que esté demasiado ligada al mundo de lo femenino, aunque su protagonista sea una chica que no entiende a los hombres. En realidad, de lo que se habla es de un rito de iniciación universal, el descubrimiento de que el mundo no es como creemos o queremos que sea.
Q.L.: Es bastante pesimista…
P.I: Es la historia de un fracaso. El único éxito que conoce la protagonista es ser indispensable para su madre enferma. Cuando se recupera, pierde el sentido de su vida. Lo reencuentra en el ballet, pero le dicen que no puede seguir bailando porque tiene las piernas demasiado desarrolladas. A partir de ese momento lo único que hace es exponerse, buscar en los demás lo que debería buscar en sí misma.
Q.L.: Casi todos los hombres aparecen como personajes negativos…
P.I.: Pienso que en la adolescencia es la figura del padre la que marca todas las relaciones con los hombres. Ella está tan necesitada de que la quieran que prefiere que le presten atención aunque sea a través de patadas en la boca. Y eso se reproduce una y otra vez, porque cuando tienes un esquema mental lo repites una y otra vez inconscientemente. Es algo que puede ocurrir en la vida de cualquiera. Pero lo mismo le pasa también con la mayoría de las mujeres.
Q.L.: Lo único que finalmente parece salvar a su personaje es la literatura, escribir…
P.I.: Creo que la literatura es mi particular forma de salvación. Al final de la novela la escritura es la única vía de autocomprensión que se abre ante Julia, y no todo el mundo lo entiende, desgraciadamente.
Q.L.: ¿Qué escritores han sido su tabla de salvación?
P.I.: No sé. Es una pregunta que me he hecho muchas veces sin hallar una respuesta definitiva. He llegado a la literatura después de muchos avatares. No tengo una cultura inmensa como lectora, pero todo lo que he leído lo he leído con tanta pasión que me ha marcado mucho. He leído todo Faulkner, y a Carson McCullers, Salinger… Tantos otros. Me he empapado de literatura, tratando de entenderla.
Q.L.: ¿Y españoles?
P.I.: Estoy relativamente marcada por el hecho de haber estudiado en la Escuela de Letras, que significó que mi pasión por la literatura se convirtiera en pasión por escribir. Gándara me parece un escritor muy interesante. Me interesan Juan Marsé, Marías… La primera novela de Belén Gopegui me pareció muy, muy buena. Juana Salabert…
Q.L.: ¿Te sientes conectada con los jóvenes escritores?
P.I.: Es comprensible la necesidad de clasificar y etiquetar, pero yo no me siento ni lejos ni cerca de nadie. Tengo mi forma de escribir, que no creo que tenga que ver con la de nadie. Aunque quizá en el futuro los críticos encuentren cosas comunes a todos los que escribimos ahora.
Q.L.: La vida sin secreto no es lo primero que escribes…
P.I.: He escrito muchos relatos. Y he quedado finalista en varios premios. Lo curioso, y eso es lo que más me ha motivado, es que he quedado finalista siempre que me he presentado. Eso anima.
Q.L.: Pensabas ya en un lector tipo al escribir la novela?
P.I.: Siempre pienso en un lector ideal. Alguien sensible, que comprenda la obra… El mejor lector. Pero es una idea abstracta. Incluso me preguntaron en la editorial a qué tipo de público creía que podía dirigirse el libro, por aquello de la promoción y el márketing. No supe qué decirles.
Q.L.: ¿Cómo llegó su novela a Plaza & Janés?
P.I.: Llegó por Enrique Murillo. Durante una cena me animé a hablar de mi novela con él. Se la mandé y al cabo de una semana me llamó para decirme que le parecía magnífica y quería publicarla. Fue como un cuento de hadas que se transformó un poco en pesadilla cuando Enrique Murillo dejó Plaza. Hubo un vacío de poder absoluto y estuve meses sin saber lo que iba a ocurrir con mi novela hasta que, finalmente, se tomó la decisión de seguir adelante con ella y con un contrato para dos más.
Q.L.: ¿Cómo compagina su trabajo en la FNAC con la escritura?
P.I: Precisamente en parte gracias a tener unas fechas de entrega, una responsabilidad. Eso ayuda a disciplinarte y a marcarte tus horarios fuera del trabajo.
Q.L.: ¿Influye estar metida en el mundillo cultural?
P.I.: Por ahora poco. Me ha venido bien publicar, porque yo quería tener una voz, pero no como agitadora cultural sino como escritora. Creo que en este momento se valorarán más mis comentarios e ideas. Lógicamente, tengo que hacer relaciones públicas por mi trabajo, pero por otra parte soy alguien, y creo que es importante destacarlo, que sólo quiero escribir. No quiero promocionar mi novela a través de saraos y cócteles. Tengo que buscar mi sitio como alguien respetado por su calidad literaria e inteligencia, no por su físico o su simpatía. Y no es fácil.
Q.L.: Pero eso le da una perspectiva más clara que a la mayoría de los escritores de cómo es el mundo del libro.
P.I.: Sí, hay cosas que ya no me pillan por sorpresa. Cosas tan tristes como la poca vida que tienen los libros en librería y el hecho de que haya que promocionarlos tanto para que sean conocidos. A mí todo esto de la chica mona o el chico rockero para lanzar un libro me parece terrible y no sé hacia dónde vamos. Puede ir bien para cierta literatura de consumo, pero cuando uno se deja el alma escribiendo sería de desear que las frivolidades quedaran un poco fuera.


 

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