Carpeta de PrensaArgentina |
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CLARIN 20-07-99 |
REVISTA VIVA |
Una joven descubre que es hija de desaparecidos y empieza a buscar su verdadero origen. Ese es el eje de A veinte años, Luz, la novela con la que Elsa Osorio eligió contar una dura realidad a través de la ficción. La autora habla de este capítulo aún vigente de nuestra historia y de su esperanza en que la justicia condenará a quienes se apropiaron de estos hijos ajenos.
"Elsa Osorio escribió una novela para tumbar en el diván a su país y exorcizar una de sus mayores tragedias: el robo de niños durante la dictadura. "Las palabras pertenecen al diario La Vanguardia, de España, país en el que inicialmente fue publicada A veinte años, Luz. "Sin duda alguna –sentencia por su parte el también español diario El Mundo-, el más oportuno regalo para quien siga teniendo dudas sobre el destino de Mister Pinochet. "La novela se agotó de inmediato. Hoy va por la tercera edición española y, gradualmente, el resto de Europa se suma al fenómeno: Alemania, Italia, Portugal, Grecia y Turquía ya compraron los derechos, y al suceso de venta y crítica se suma ahora el interés de varios productores por llevar la novela al cine. Sin embargo, antes del éxito, A veinte años, Luz fue rechazada por las principales editoriales argentinas y recién hace unos días fue lanzada en nuestro país por Mondadori.
De visita en Buenos Aires para presentar su novela, Elsa Osorio –una autora argentina que vive desde hace cinco años en Madrid, donde dicta talleres de narrativa y semiótica- enciende el primero de los muchos cigarrillos que fumará esta tarde y explica el libro no está basado en personajes verídicos. "No hay referencias explícitas a personas o lugares; el lector ya los conoce".
La novela cuenta la historia de Luz, una joven que descubre que no es hija biológica de quienes dijeron ser sus padres sino de dos militantes: Liliana, asesinada en 1976, días después del parto, y Carlos, quien logra escapar a España, hasta donde Luz llega a buscarlo. A partir de distintas voces, Osorio concentra la atención en la trama que, silenciosamente durante esos 23 años, ocurrió en la individualidad de cada protagonista: de Luz, de sus padres, de sus secuestradores y asesinos, de los cómplices, de aquellos que –ignorándolo incluso- fueron parte de una historia que también –y como ninguna otra, tal vez- los convierte en argentinos.
Osorio instala una pregunta que, literalmente, abarca a todos los nacidos entre el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983, cuando la Argentina recuperó su democracia: "¿Mis padres son mis verdaderos padres?". Como Picasso ante el Guernica, también ella puede quizá decir: "No soy yo quien formula esta pregunta. Ellos la instalaron desde el primer secuestro".
-¿Qué la llevó a escribir esta novela?
-Siempre me pregunté qué pasaba con estos chicos que nadie busca.
Yo pensaba: no todos tendrán una abuela heroica. No se puede exigir que todos los que sufrieron sean héroes y sigan buscando. Mucha gente no pudo vencer el dolor de volver a hablar de eso y muchos otros no vencieron el temor que la dictadura les dejó. Por eso elegí el perfil de una chica a la que, por diversas razones, nadie buscó.
-¿Cómo fue la experiencia de meterse en la piel de esos chicos?
Difícil e intensa. Me permitió plantearme preguntas que, sin esta novela, no me hubiese planteado. En un momento, por ejemplo, Luz se encuentra con su verdadero padre y le pregunta: "Por qué me tuvieron en esas circunstancias?", algo que yo no me hubiera cuestionado entonces.
-¿Por qué decidió contar esta historia en clave de ficción?
-Yo puedo decir una cifra: hay tantos chicos desaparecidos. Se conocen, incluso, muchas informaciones precisas y testimonios. Pero un encadenamiento de mentiras –como es la ficción- nos puede acercar también a la verdad. Creo que hay un momento en que, desde la ficción, se pueden encarar los hechos verdaderos para que el lector sienta en lo individual una historia que, sólo en términos externos, no es la suya: hacer que el lector encarne qué pasa en la vida de alguien a quien día a día se le oculta la verdad. La ficción tiene este alcance y yo quiero que lo que ocurrió con estos chicos no se olvide.
-Lo considera un libro de denuncia…
-Sí. No lo escribí con una intención en especial. No lo escribí "para…". Lo escribí porque tuve ganas, porque me nació y porque esencialmente soy una escritora y me gusta escribir. Más allá de esto, necesito que esta historia se conozca y la quiero denunciar; también –si realmente puede hacerlo- que el libro ayude a otros chicos a encontrar su identidad. Siempre, siempre, es bueno conocer la verdad.
-En el comienzo de la novela, Carlos le dice a su hija: "Los están juzgando en Madrid…". Cuando en octubre del año pasado se otorgó a España la competencia internacional para juzgar a los genocidas, ¿todavía estaba escribiendo a novela?
-No, ya la había terminado. Eso fue notable. Estaban, sí, las actuaciones del juez Baltazar Garzón pero aún no se sabía si España iba a recibir o no la competencia. Casi como empujando la aprobación de ésta, decidí apostar y escribí esa alusión a los juicios como si esa legislación ya existiera.
-¿Qué valor le otorga a esta apertura jurídica internacional?
-Abre un camino de esperanza. Es algo que llevará tiempo pero no hay que perder de vista que se ha creado un camino contra los genocidas. La Justicia española abrió una puerta golpeada durante años por organizaciones de derechos humanos. Y estos juicios, sin duda, sentenciarán condenas. Queda por resolver cómo va a actuar la Argentina: aquí hay más de 190 implicados, muchos de los cuales hoy ocupan lugares de poder.
-¿Cómo cree que va a actuar nuestro país?
-No lo sé. Dependerá también de quién asuma la presidencia. Sí sé, en cambio –y me pregunto si aquí lo ven claramente-, que más allá de los vericuetos de la Justicia es la sociedad internacional la que ha condenado a Pinochet. Y algo más significativo aún: con él se condenó a todos los Pinochet.
-¿Cree que al juzgar a militares como Pinochet o Videla en verdad se está sólo a una parte de la gran jerarquía genocida? Conocidos ahora la operación Cóndor y el rol de los Estados Unidos en la represión en el Cono Sur, ¿piensa que se llegará a responsabilizar a los Estados Unidos o, por ejemplo, a Henry Kissinger?
-Esperemos que sí. Yo confío mucho. Quizá, me digo a veces, esté pasada de revoluciones en optimismo. La posibilidad existe. Ahora, ¿hasta dónde va a llegar de alto? No lo sé. Me interesa también hasta dónde va a llegar hacia abajo: los muchos civiles –jueces, sacerdotes, policías- que participaron y que hoy están completamente integrados a nuestra sociedad.
-¿Cómo vivió usted el caso de los mellizos Reggiardo-Tolosa, que eligieron vivir con el ex subcomisario Samuel Miara y su esposa –que se apropiaron de ellos en 1977- en vez de su familia biológica?
-Es una situación muy delicada y difícil. Creo, por supuesto, que a los hijos de desaparecidos hay que restituirlos siempre a sus familias biológicas. Influyó mucho, además, el mal manejo de un sector de la prensa. No se le puede preguntar, como yo vi que les preguntaban: ¿"Querés a tu mamá"?, y legitimar desde la prensa un vínculo que no es real. Su verdadera mamá fue aquella que torturó Samuel Miara, no su esposa, que les mintió al decirles que estuvo embarazada de ellos. ¿Por qué no les dijeron: "Los valores de tus padres eran –según nosotros- un desastre; por eso los matamos: para salvarlos a ustedes"?
-Luz llega a aceptar su historia, pero muy lenta y arduamente...
-Sí. A partir de que ella puede asumir la historia del país como propia, comienza a conocer su historia. Ella durante mucho tiempo se cree la nieta de uno de esos "dueños de la vida y de la muerte", un ex militar que comandaba uno de los centros de detención y tortura. Primero se enamora del hijo de un desaparecido y así, poco a poco, a partir de distintos hechos, va encontrándose con una historia ante la cual hace una opinión de vida. Incluso cuando muere su abuelastro, Luz lo va insultando mientras lo entierran y se va diciendo a sí misma cuántos, por culpa de él, no pueden ver a sus familiares enterrados, saber dónde están y toda esta deuda que, hasta que no sea completamente esclarecida y saldada, va a seguir impidiendo que esta sociedad respire.
Revista Humor 10-06-99 |
Picadillo Circo |
Una ficción real
El libro A veinte años, Luz, Elsa Osorio, protagonizado por personajes maravillosa y dolorosamente descriptos, enfrenta al lector con la historia y la sociedad argentina a través de lo ocurrido con la apropiación de menores durante la dictadura. Y por eso, después de leerlo, nadie podrá ser indiferente.
Al texto le faltaría esa especie de leyenda que aparece al final de muchas películas seudo testimoniales del cine norteamericano. Un cartelito que cuente que "de los 500 niños desaparecidos en la Argentina entre 1976 y 1983, hoy ni siquiera la mitad pudieron ser encontrados". Pero no lo necesita porque tiene la fuerza que tiene su autora que, desde una imagen aparentemente tierna, es capaz de lanzarle a la memoria de los argentinos un recuerdo literariamente rico e históricamente preciso del horror que vivimos.
El camino inverso
"Viviendo en España –cuenta Osorio- alguien me contó una historia que no tiene nada que ver con los desaparecidos, sobre un chico adoptado, y como estaba con la idea de una novela, se me ocurrió preguntarme cuántos culpables indirectos existen, y no estoy hablando del torturador que se llevó un chico a su casa, sino cuánta gente aún con buena fe fue a adoptar un chico en esa época, pero después qué le pasa con ese chico ante la duda. Después empecé a pensar en cuántas personas habría sin que nadie las busque, tal vez por no tener una abuela heroica militando en los derechos humanos".
Sobre el nacimiento del libro, la escritora explica que "Fue una historia que me costó mucho, porque era una manera de elaborar cosas lejanas. La idea fundamental de la novela era el personaje de Luz, esa chica y su búsqueda de la identidad que intuye, porque todo lo que ocurre en la novela, los datos que va encontrando, no le dan la pauta de lo que pasa. Tal vez en la vida de esa chica que ha sido criada por la hija de uno de esos monstruos es importante destacar que primero tiene una elección ideológica. Que antes de pensar "soy hija de desaparecidos", va descubriendo una historia que le han ocultado. Va leyendo el Diario del Juicio, el tema de la Obediencia Debida, y entonces hay un punto clave de la novela que es cuando muere su supuesto abuelo y ella mantiene una relación muy conflictiva con la madre. La madre está muy triste y ella asiste al entierro de "su" historia. Una historia en la que ella nunca se sintió cómoda".
Yo pensé muchas veces –agrega Osorio- en cómo se puede sentir un chico al que se le oculta la verdad así. Fijate que hay mujeres que les dicen a sus hijos que han estado embarazadas de ellos. Eso es perverso, porque cómo se puede establecer una relación de ese tipo basada en la mentira. Luego, en la novela fui reconstruyendo las partes. Hubo personajes que tomaron una gran dimensión y se me escaparon de las manos. Entre los culpables está Eduardo, que si bien es el apropiador, a él le imponen esa niña. Y, sin embargo, perece. Yo lo que quiero resaltar es que cualquiera puede sacarse la venda. Los personajes no son bloques, tienen matices. La idea era mostrar la sociedad desde adentro. Y mostrar a un personaje como Mariana, odiado, porque ella no sólo le oculta la verdad a su hija sino que tiene una mala relación con todo lo que tiene que ver con la vida, con la sensualidad. Y después El Bestia, un torturador, un pequeño tipo que tiene poder basado en la violencia. EL mostrarlo enamorado me sirve para contar que en esa época cualquier cosa era posible. Aún por intereses propios, más allá de que hubo un plan sistemático de apropiación".
La realidad y la ficción
La primera parte del trabajo es electrizante e imposible de dejar. A medida de que se entra en la trama es inevitable recordar la novela No habrá más penas ni olvido de Osvaldo Soriano. AL igual que en la obra maestra del escritor, el clima y la ambientación perfecta del libro de Osorio están logrados por un conocimiento exacto de las jergas y actitudes de los represores y sobre las situaciones que viven.
"Traté de imaginarme todo – sostiene -, pero el lenguaje de El Bestia fue el que más me costó. Yo no sabía qué podía decir un tipo como ese sobre los campos de detención y la tortura, entonces inventé esa historia de la oficina. No sé si alguno le diría la "oficina", en todo caso lo expreso en una situación privada porque es lo que él le dice a su novia. Luego que terminé la novela leí la declaración de un torturador que me impresionó, porque explicaba la manera en que utilizaba la picana, como si fuera un experto. Ocultó su nombre pero está casi orgulloso. Entonces me pareció que podía ser propio de El Bestia. Luego, deliberadamente, tanto a él como al otro represor los tomé en tercera persona porque me daban asco".
De eso no de habla
La novela es un universo de temas, pero algunos tienen la característica de no haber sido casi tratados en la poca obra de ficción que se anima con los años de plomo vividos en la Argentina. Una característica que la escritora se encarga de remarcar.
Otro tema que la escritora toca como casi nadie lo hizo hasta el presente ese cuestionamiento del hijo al militante, cuando Luz le reprocha al padre sobre la cuestión de tener familia e hijos en circunstancias tan violentas.
"Porque no hay ninguna ficción –arremete una vez más Osorio-. Ella le hace varios cargos a Carlos, su padre. Pero también es perdonado. El personaje de Luz puede hacer esos reproches, como por ejemplo: "si estaban tan jugados a la revolución ¿por qué decidieron tenerme?, o "¿Por qué me arriesgaron a una desaparición?".
Creo que en primer lugar es una pregunta posible pero injusta, porque se podría decir que en ese momento no debían tener hijos, pero tampoco en ese momento estamos hablando de 1976, se sabía del horror que se conocería después. Ahora bien, cuando me pongo en la piel de la chica, me parece que es un reproche que se puede hacer".
El otro gran tema es el del exilio y los militantes, al que la escritora le da una nueva perspectiva: fueron exiliados los que tuvieron que irse por estar en peligro, pero también existieron los que se tuvieron que ir porque este país los ahogaba lentamente (la muestra es el diálogo en el que Luz le cuenta a su padre que Miriam también se exilió en el Uruguay, y Carlos le pregunta con sorna: "¿una prostituta, exiliada?").
Pero posiblemente, como nadie desde la ¿ficción?, Elsa Osorio desmenuza perfectamente los peores momentos de lo que debió ser el robo, la apropiación y el tráfico de bebés. Leer algunos párrafos en los que se está arreglando todo el tema de cómo lo van a conseguir (al bebé), a quién se lo van a dar, no aparece muy seguido en la literatura argentina. Puede haber ensayos que hayan tocado el tema, pero nadie marcó con tanto precisión esas "transacciones" con la vida.
Osorio explica que "en un ensayo hay que trabajar con elementos que no siempre se tienen. En cambio, yo creo en la ficción, creo que es un género que permite realizar una serie de mentiras que encadenadas te acercan a la verdad. Todo esto pasó delante de nosotros, en nuestra sociedad. Sin embargo, si yo le digo a alguien, en otro país, que a 500 chicos les hicieron esto, creerían que es una barbaridad. En cambio, si tomás un caso individual podés lograr que el lector pueda sentirlo".
LA CAPITAL 04-07-99 |
A VEINTE AÑOS, LUZ
narra la historia de una hija de desaparecidos en busca de su identidad."A VEINTE AÑOS LUZ" novela que acaba de publicar Mondadori, presenta un tema cada vez más insistente en la literatura argentina: el de la última dictadura militar. Para la autora, Elsa Osorio, la publicación vence "un fuerte prejuicio editorial" sobre los hechos de la historia reciente y a la vez apuesta proyectar una visión particular sobre un problema actual sobre la búsqueda de los hijos de desaparecidos.
Con múltiples narradores e intrigas cruzadas, la novela está protagonizada por Luz, una hija de una desaparecida que recompone su historia a partir del encuentro con su padre. En ese recorrido, irrumpen personajes reconocibles –militantes políticos, torturadores- y otros más bien inesperados, como Miriam, una prostituta que hace una particular toma de conciencia. Osorio reside en Madrid y estuvo en Rosario para presentar "A VEINTE AÑOS LUZ" en la librería Ross.
- ¿La proximidad de los hechos históricos a los que se alude fue una dificultad en la novela?
- Se me plantearon varios peligros desde el punto de vista literario con la materia a tratar. Uno de ellos fue como hablar de esos años sin caer en algo truculento; otro, por lo que aquí está tan relacionado con la maternidad, era caer en algo sensiblero. Pero alguna opción hay que hacer; preferí la emocional. Y si quiero que esta historia se conozca sin ser infiel a los hechos históricos, me voy a ir a lo que pasa con las mujeres. Por otra parte la resistencia activa contra la dictadura la hicieron las mujeres. En principio la motivación de las madres fue absolutamente visceral: me arrancan un hijo y hago lo que puedo para salvarlo. También quería ver los distintos matices de estos personajes, no contar una historia de buenos y malos, si bien pienso que hubo un plan sistemático de apropiación de menores, me interesaba meterme y me dio bastante asco, en personajes como los torturadores. La idea de poner a uno de ellos enamorado y hasta con un rasgo de ternura me servía para mostrarlo después desde el corazón de la impunidad. Quería evitar poner un reflector sobre la tortura; y además me interesaba mostrar que los personajes reaccionan más desde razonas humanas que partidarias. Obviamente después hay reacciones ideológicas, pero la alianza entre Liliana (la madre desaparecida) y Miriam es imposible si nos ubicamos en 1976 sin embargo se concreta porque está la vida que representa esta nena.
- La historia que cuenta la novela funciona al revés de la realidad: se trata de una hija que busca a sus padres.
- Si, los busca a partir de su maternidad. Y en un momento de amor y alegría. Además quiere demostrar que es hija de desaparecidos. Es un poco dar vuelta las cosas, no regodearse en el dolor sino abrir la búsqueda de la verdad.
- Los personajes de los represores remiten a modelos conocidos: ¿No es más difícil hablar de los otros, los que callaron o tuvieron un rol pasivo?
- A esos personajes no les pude poner matices. Son repugnantes, simplemente. Por un lado existió ese plan sistemático y por otro hubo motivaciones personales. Los chicos fueron tratados como objeto, los usaron. Mariana, la madre adoptiva de Luz, es un personaje al que, hasta que no reacciona, se puede compadecer, porque también ella fue engañada. Pero es un producto de la educación de sus padres, e independientemente de la situación que narra la novela hay muchas Marianas. Todo lo que en su hija demuestra la vida, la sensualidad, le parece mal … porque su cabeza está podrida.
- ¿Y hay muchas Miriam?
- Ella es una buena persona, de calidad. También reacciona de una manera muy visceral, quiere al chico pero cuando ve a Liliana lo primero que nota es que esa madre no quiere regalar a su hija. Me gustaba esa óptica ingenua. Por otra parte es una novela que yo quería trabajar desde la intriga, casi como una policial. No se si hay muchas Miriam, si que hubo muchos disparates en esa época. Era una situación que me permitía mostrar distintos sectores sociales e ideológicos, un panorama más amplio. Quizás lo que pueda molestar es pensar que si alguien como Miriam se dio cuenta, yo no lo vi o no lo quise ver. La novela tiene varios tipos de ceguera. Yo no creo que, como se dice, todos hayan sido culpables de lo que pasó. Hay distintos grados de culpabilidad: no es lo mismo el tipo que puso la picana, el que dio la orden o el que conoce a alguien que tiene hijos de esa época y no se saben si son adoptados, robados o que. Hay mucho silencio sobre esto.
- ¿Cuál fue su experiencia personal durante la dictadura?
- Estuve aquí y estuve a fuera. Pero no tengo ganas de hablar de mi biografía.
- ¿Cómo apareció la idea de escribir la novela?
- Fue un viaje que hice a Buenos Aires, en una conversación se refería a gente que adoptó a un chico en situación de buena fe. Hice preguntas, y la persona que me contaba se puso terriblemente incómoda. Comencé a pensar en esas molestias, en cuantos chicos habría que no se saben si son robados, en cuantos casos sin denuncias. Entonces tomé notas. Y después ayudó mucho estar fuera del país.
- ¿De que manera?
- Durante bastante tiempo, estando en España, me trababa con la lengua. Me podía pasar: "escribo, estoy enfadada o estoy enojada". Pero escribía cuentos, y en esa línea temática de la novela no tenía dificultad con el lenguaje, era sumergirme en eso y no había posibilidad de contaminarme. Para la novela necesitaba estar afuera, lejos no solo del lugar donde los hechos sucedieron y suceden. Se dice que es algo del pasado, pero mientras no se sepa cuantos son los chicos que robaron y quienes fueron los responsables la cuestión es del presente. Más allá de eso, quise desprenderme de cosas respecto de la propia escritura. Uno tiene sus prejuicios con respecto al amor, por ejemplo, porque el amor es cursi.
- ¿Pero se habla mucho del amor en la novela?
- Quiero decir que reconozco ese prejuicio. Tal como se concibe en el mercado, la literatura erótica tiene prohibido el amor. Y el amor es una cosa bastardeada, con la novela rosa y demás. Como tratarlo. En la novela aparece por necesidad, hay cosas que pude reconocer porque en España me lo decían. Me preguntaban si creía que por el amor se llega a la verdad. Yo diría que no; pero leyendo la novela me doy cuenta que lo debo creer.
- ¿Cómo surgió el personaje de Miriam?
-Se me ocurrió jugar con la historia de una puta, alguien que fuera capaz de decir "esto está mal" y de reaccionar. Desde la época del tango están las putas y las madres como mito. Después aparecemos otras mujeres. Pero a las Madres de Plaza de Mayo se les llama las locas. Y loca era una palabra que también se usaba para designar a una puta. Decirle loca a una madre, en esta sociedad, es muy fuerte. A las detenidas los represores las trataban de putas: "putita bolchevique, putita montonera", decía. Y Liliana es una madre a la que matan. Por supuesto que les decía locas para descalificar. Pero la lengua dice mucho más de lo que se cree.
Revista La Corte Junio 1999 |
Elsa Osorio, escritora argentina publica en España en 1998 "A veinte años, Luz", asumiendo la responsabilidad y el rol que siente como argentina decide novelar uno de los acontecimientos que nos han hecho tristemente célebres en el mundo entero, el secuestro y apropiación de bebés por los militares a las prisioneras en los campos de concentración argentinos durante la última dictadura. El libro cuenta la historia de una joven que luego de ser madre y guiada por un impulso indoblegable decide buscar su identidad perdida, así descubre que no es hija biológica de quienes creyó sus padres sino de dos militantes. Con una trama apasionante consigue que los principales medios del país hablen maravillas de su novela.
Aquí en Buenos Aires, a partir de la publicación de "A veinte años, Luz", Elsa Osorio encuentra otra cara de su personaje Luz, una hija de desaparecidos que siente que su historia ha sido contada por Elsa y que está menos sola. Aquí la novela pierde dimensión literaria porque se confunde con un hecho real, los personajes de ficción se confunden con los protagonistas reales de la demencia que llevó a los militares a ejecutar el plan que pergeniaron y denominaron reorganización nacional.
Osorio relata con realismo una verdad argentina que tiene el valor agregado de contar con la narrativa y la mirada de una gran escritora que se involucra con la historia pero que toma una distancia esencial para que la trama sea apasionante.
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Revista Tres Puntos 24-06-99 |
Veinte años no es nada… Y pensar que es un libro argentino, ¡con tantos veinte años que lo fueron todo! "A veinte años, Luz" es el título de la nueva novela de Elsa Osorio publicada por Grijalbo en España. Se trata precisamente de lo que sucedió –o dejó de suceder- en la Argentina de la dictadura. Es la historia de una hija de desaparecidos robada al nacer que, veinte años más tarde , sale a buscar a su padre y al hacerlo se sumerge en un pasado oscuro de identidades deshechas. Quizá esta sea la primera novela que se adentra en el tema de los hijos de manera tan frontal. La autora confiesa sus miedos narrativos sin pudor, "el tema puede dar hasta para una telenovela: fulanita busca identidad…". Resulta extraño el modo de atribuirle un género a lo inclasificable. Pero más allá de las intenciones de Osorio –y de su ficción- es cierto que son pocas las novelas nacionales que tomen la historia por las astas. Aunque, vale decirlo, lo mejor que se ha escrito, desde el punto de vista narrativo y existencial, siempre llega desde el margen.
La Razón 15-06-99 |
Agenda Cultural |
La periodista Mona Moncalvillo y los escritores Luisa Valenzuela y Osvaldo Bayer se ocuparon de la presentación de "A veinte años, Luz", novela de Elsa Osorio que acaba de ser editada por Grijalbo Mondadori y que narra la búsqueda de su identidad por arte de una chica nacida en cautiverio durante la dictadura y apropiada por los militares.
"Creo que este libro hace que nos enfrentemos con lo que somos, con lo que nos pasó, y a través de todos los personajes de este libro, que están maravillosamente descriptos y entrelazados, como la sensación que esto somos", dijo Mona Moncalvillo.
Luisa Valenzuela, por su parte, confesó su "emoción no sólo por la temática tratada, cosa muy importante de señalar, sino también por su alta calidad literaria. Es éste un libro que ofrece muy diversos registros, los célebres niveles de lectura, de que tanto se ha hablado y de los que tan pocas obras, en realidad, responden".
Para Bayer se trata de una novela "que abre la calle ancha para nuestra literatura, ya sobre esta temática. Realmente tenemos un venero increíblemente inmenso".
La novela, publicada inicialmente en España, ha sido bien recibida por la crítica y está siendo traducida al alemán, al portugués, al griego y al turco, además de proyectarse la traducción al inglés y el francés y la realización de una película basada en su historia.
El Foco de la Semana 18-06-99 |
El libro de la semana |
Publicada en Madrid en 1998, Mondadori edita en la Argentina este primer trabajo de largo aliento sobre los bebés robados a sus madres –y éstas asesinadas- durante la dictadura instaurada en 1976. Con "A veinte años, Luz" Elsa Osorio recorre un largo, agónico sendero por heridas abiertas y olvidos imposibles. Construye un libro que es un viaje y conforma un testimonio que, de algún modo, los abraza a todos: finalmente hay un parentesco inequívoco entre el testigo y el mártir.
Novela de prosa escueta y realista traza la recuperación de su identidad por parte de una joven, desde la única posición posible: la de las mujeres que fueron sus principales víctimas y todavía mudas víctimas de la hecatombe. Hemos seleccionado un fragmento del prólogo de esta novela, que es un empeño para que el recuerdo no se vuelvan otro triste espejismo.
La herencia del espanto aquí y ahora
Elsa Osorio no es una desconocida que asoma a las letras para provocar la liberación por el espanto a través de un libro implacable.
Egresada de la Universidad de Buenos Aires, en 1982 obtuvo su primer premio, que le fue concedido por Editorial Losada por su libo Ritos Privados. La misma obra le significó el Premio Nacional de Literatura al año siguiente. Una serie de títulos, que transitan diversos géneros, más el ejercicio del periodismo, jalonan su vida hasta a publicación de A veinte años, Luz.
"No todos los niños desaparecidos tuvieron una abuela, un familiar que los buscara –señaló en una charla con Ernesto Mallo-, la gente no reaccionó siempre igual ante la pérdida, no todos fueron héroes". A veinte años, Luz es un viaje por la distancia del espíritu y por el tiempo de una reivindicación que no puede tener sin revancha. Marca el comienzo, además, de una tarea que los escritores –cada uno en la medida de sus fuerzas- deben cumplir con sigo mismos y con la sociedad: cavar, detrás del plástico y las luces de la trivialidad, en la oscuridad de un período, para permitir la certeza de que el conocimiento puede reemplazar a la memoria del monstruo. Y de que hay un futuro de paz posible.
Elsa Osorio reside en Madrid desde 1994.
LA VOZ DEL PUEBLO Tres Arroyos, 01-07-99 |
Una novela de la argentina, Elsa Osorio, radicada actualmente en España. Actualiza el drama de los niños expropiados por los represores durante el proceso de reorganización nacional. Luz, la protagonista, es una de esas pequeñas y, luego de 20 años, descubre quien es su verdadero padre. Es esta la primera obra literaria de ficción que intenta reflejar esta herida aún latente en las entrañas del país; la de aquellos niños –hoy hombres y mujeres adultos- que creyeron –aún hoy lo hacen- como padres a representantes de aquel grupo que mató y torturó a los verdaderos representantes.
"A veinte años, Luz" es la primera novela que intenta reflejar la búsqueda de la identidad de aquellos hijos de desaparecidos, que dos décadas después reinician un viaje hacia la memoria perdida y el dolor del presente. Editada primero en España, fue escrita por la argentina Elsa Osorio, radicada en Madrid desde comienzos de la década del 90. Ella no ha sido una exiliada de los años de la dictadura. Pero actualmente colabora en las entidades de Derechos Humanos y es miembro de la organización de argentinos que desde España pugna por el castigo a los represores, merced a las insistencia del juez Baltazar Garzón de no cerrar un capítulo de la historia argentina.
"A veinte años, Luz", acaba de aparecer e n la Argentina. También fue publicada en Grecia, Turquía, Portugal, Alemania, Israel y pronto será también traducida al francés y al ingles. Después de remarcar que se trata de una ficción novelada sobre una joven hija de una desaparecida y apropiada por un militar, Osorio sostuvo en declaraciones a DYN que "yo no escribo para enseñarle nada a la gente. Sólo quiero que no se olvide el pasado y que los chicos recuperen su memoria y vayan detrás de su pasado". La novela que después de su lanzamiento en Buenos Aires será presentada el 24 de junio en la Librería El Griego de San Miguel de Tucumán y el 29 del corriente en Rosario, puede ser leída también como un thriller de suspenso casi policial.
Pero su valor es, quizá, el abordaje desde la ficción de una etapa de la historia argentina "de la que algunos prefieren no hablar pero que sigue revolviendo las entrañas del país.
"Aquí todavía hay resistencia en hacerse cargo de una historia nuestra, que nos pasó a todos", enfatizó Osorio, aunque aclaró que el personaje de Carlos, que en algún momento dice odiar a la Argentina y a los argentinos, y por eso no volvió del exilio, "no es mi caso, porque yo me fui en los 90 y por razones personales".
Guionista de cine y televisión, novelista, profesora de narrativa y semiótica, Osorio recibió en 1983 el Premio Nacional de Literatura por su primera novela, "Ritos Privados".
En su libro no sólo fustiga a los represores y apropiadores. Hay un interrogante, sembrado por Luz, cuando veinte años después descubre que Carlos es su verdadero padre.
"A través del personaje de Luz puedo formular algunos interrogantes de muchos hijos de desaparecidos, que se preguntan por qué sus padres los engendraron si estaban tan jugados por la revolución, si sus vidas estaban en peligro, condenadas a vivir en la clandestinidad o perseguidos por los militares", señaló la autora.
Osorio explicó que no fue fácil escribir esta novela -que nació de otra idea basada en un caso de adopción- "ya que no quise caer en la truculencia ni en los golpes bajos, por eso casi no hay relato de la tortura a los detenidos. Sólo el dolor de las víctimas, que ya me pareció bastante".
LA PRENSA 27-06-99 |
CULTURA |
A través de una pequeña editorial "A veinte años, Luz", la historia de una hija de desaparecidos que decide hacerse cargo de encontrar su verdadera identidad, ya que nadie nunca reclamó por ella. El libro, ahora editado para la Argentina por Grijalbo Mondadori, es un alegato muy particular sobre los duros días de la represión, pero con una mirada que se interna en el amor para encontrar la verdad.
Luz está en sus veinte y llega a Madrid con su pequeño hijo para entrevistarse con un hombre que probablemente sea su padre y al que nunca conoció. Este hecho por sí despliega la fantasía de cualquier lector sobre los sucesos que llevaron a que esto se produzca. Lo cierto es que Luz nació de una relación del amor, de una pareja de militantes que buscaron el refugio de aquellos primeros días de la dictadura militar y que debieron separarse y correr suerte diversa. El problema de Luz es que siempre se la creyó muerta y nadie la buscó. Este punto determinante para que ella asuma un día que no es hija natural de quienes la criaron y sí de otra madre de la que desconoce los motivos para que la haya entregado, la lleva a una angustiante búsqueda que a lo largo del libro relata el derrotero de su vida y de quienes acompañaron de alguna manera la mentira que signó su destino.
Elsa Osorio es la argentina que radicada desde hace casi cinco años en España, imaginó esta novela en base a los días vividos y que elaboró pacientemente en "A veinte años, Luz". Periodista de reconocidos medios de nuestro país, y desde tiempo atrás escritora por dedicación, Osorio vino a Buenos Aires a contar cómo está siendo reconocido este trabajo, tanto en España como en el resto de Europa, donde la historia sobre la búsqueda de la verdadera identidad, pegó fuerte.
VIVENCIAS AL PAPEL
-¿Por qué te fuiste a España?
-Fue por razones personales. Esta novela creo hubiera sido muy difícil escribirla en Argentina, necesitas distancia, que lo que te rodee sea diferente, no sólo desde el punto de vista social e histórico, sino también desde el punto de vista literario. Es una novela que tiene que ver con la sociedad, vista desde adentro, en esa época difícil. Pero por otro lado necesitaba aislarme de todo lo que uno conoce, de todo su medio, y también es importante que haya pasado bastante tiempo de los hechos a los que me refiero y que no esté uno tan connotado por todo lo que me rodea.
-¿Esta historia nace de hechos que viviste personalmente o aunaste los sucesos que se fueron conociendo luego de la dictadura militar?
-Lo viví como generación. A nosotros nos tomó en un momento importante. Cuando uno empieza a ser adulto, empieza a trabajar; y esto es algo que de distintas maneras nos pasó a todos aunque muchos no lo quieren ver. Luego, el personaje de la chica, es algo que en algunos momentos pensé y que después terminé obsesionándome con esta idea: ¿qué pasaría con los chicos, hijos de desaparecidos, que no tienen alguien que los busque? Verdaderamente creo, y en este momento se está viendo, que hay muchos más niños de los que no se sabía su existencia y de los cuales nadie hizo la denuncia. Y me preguntaba cómo puede vivir un chico a quien durante toda su vida le ocultan su verdadera identidad y cómo alguien actuando desde el lugar de una madre puede decirle a un chico todos los días que estuvo embarazada de alguien de quien no lo estuvo. Es una situación de mentira permanente que no creo que sea buena de ningún modo. De todas maneras considero que cuando alguien convive con algo que se le oculta, de alguna manera lo debe presentir, como algo inquietante. A mi protagonista le lleva bastante tiempo, pero cuando ella comienza a descubrir la historia que le ocultaron y luego cuando tiene esa maternidad, tiene una intuición en ese momento, de lo que le ha sucedido. Tiene un bebé, y casi de una manera loca non quiere que se lo saquen ni un instante.
LA OTRA CARA
-¿También mostrás el otro lado, el de aquel que como torturador o secuestrador, termina olvidando cuál fue el verdadero acto que cometió?
-La novela en general trata de personajes que niegan, o de otros que en algún momento se sacan la venda de los ojos. Creo que en esta sociedad hay culpables imprecisos. Eso de que todos tienen la culpa es una manera de no culpar a los verdaderos culpables. Todos no tienen, en todo caso, la misma responsabilidad. Por eso tomo a un personaje como el de Miriam, en el que yo deliberadamente concibo como una chica de determinada condición, con poca educación, cuyo más alto objetivo en la vida puede ser reina de belleza o modelo. ¿Por qué tomo a este personaje? Porque me interesaba demostrar que cualquiera, aún ella que era la que quería a esta beba, cuando ve que a la madre se la arrancan se produce una alianza, entre las dos mujeres de tan diferente extracción social y política, por la vida de esa beba.
-¿Es muy completa la gama de personajes que aparecen en la novela en base a las épocas y ellos perfilan un poco toda la situación imperante?
-Yo elegí, deliberadamente, muchos narradores. Cambio la visión del narrador, es el único "juego" que me permito. Porque para contar una historia con estas características, yo preferí tramarlo con intriga para tener al lector ahí... Ir contando y diciendo "te estoy hablando de esto, te estoy contando esto", y en ese sentido me parecía que yo no podía abusar de juegos de diseño y de otras cosas que, a lo mejor, me hubiera interesado hacer más en narrativa.
-¿Por qué decís que también cambiaste la forma en tu escritura para esta novela?
-Porque probablemente me hubiera gustado contar esta novela desde la vida de Luz en su adolescencia, volver atrás y contar algo de Miriam en paralelos, hacer juegos de diseño. Sin embargo, más allá del goce que me produce escribir cualquier libro, estaba la necesidad de que esta historia se conozca. Esto hizo que yo renunciara a todo esto. Para que la historia se entienda, y que la entienda cualquiera, este libro tenía que tener algo universal en la cuestión de la identidad.
TIEMPO Y REPERCUSIÓN
-¿Tenías mucho escrito, debiste cortar más de lo que querías?
-Esta novela, A veinte años, Luz, me llevó mucho tiempo. Tiene un trabajo grande de construcción, y saqué mucho porque me metía demasiado con los personajes. Con la única que no me metí fue con Liliana, la madre de la beba, porque tendría que haber escrito otra novela, con una descripción mayor de otro tiempo. Por eso, cuando Liliana está junto a Miriam y le quiere contar algo, ahí ella canta una canción infantil. Es un recurso para librarme del discurso directo de Liliana y que hubiera hecho perder el tono.
-¿Cuál fue la repercusión en España de A veinte años, Luz, al mismo tiempo que se ventila el caso de Pinochet?
-Salió en diciembre a través de una editorial chica de Catalunya, con un perfil muy literario, porque poco tenía que ver con el tema. En realidad a ellos les gustó la novela como escritura, como tema, y cuando estaba en pleno proceso de salida pasa esto de Pinochet y la gente se sensibilizó con estos temas. Mientras yo escribía la novela no había casos de chicos que se busquen a sí mismos, como sí está pasando ahora. Y finalmente, cuando el libro sale, comienza un boca a boca muy fuerte, sale una columna de comentario de una periodista muy renombrada, Maruja Torres, a quien mucha gente sigue y considera muy bien. Y también las críticas, en todos los medios, del más amplio espectro ideológico, me trataron muy bien. Eso me puso muy contenta. Ya estamos en la tercera edición y de pronto se está traduciendo para Grecia, Turquía, Portugal, y por supuesto la salida para México, la Argentina y para Latinoamérica. Y ya se está viendo para Italia, Francia, Alemania, Holanda. Evidentemente es un tema que le interesa a distintas sociedades. Es una historia que sucede en la Argentina, pero le puede pasar a cualquiera. La búsqueda de identidad es una situación muy importante para cualquiera.
LA GACETA DE TUCUMÁN |
El secuestro de recién nacidos durante la última dictadura militar es el eje temático de "A veinte años, Luz", la última novela de la escritora argentina radicada en Madrid, Elsa Osorio.
Una prostituta, una política secuestrada, un militar torturador o una abuela de plaza de Mayo sirven a la novelista para recrear la tragedia de una generación que consulta en Internet la lista de desaparecidos, para averiguar la identidad la identidad de sus padres.
"Luz, la protagonista, representa a muchos jóvenes que se interrogan sobre su identidad y tiene la particularidad de que a ella nadie la busca", sintetizó Osorio unas horas antes de presentar su obra en la librería "EL Griego", junto a la periodista Mona Moncalvillo a la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; a Victoria Cohen Imach y al titular de la APDH local, Atilio Castagnaro.
En esta novela se lleva pro primera vez a la literatura el tema del robo sistemático de bebés durante la dictadura. Pero "A veinte años, Luz" tiene además otras historias internas, sobre todo con personajes femeninos que dominan la trama. "Está escrita en forma sencilla y de fácil lectura". Según Osorio, la obra es también una especie de "thriller", casi policial, y "un retrato de la sociedad argentina de entrecasa", femenino y político, "pero alejado del panfleto, sin golpes bajos, sin explotar el terror de la tortura, de los secuestros y sin demasiada sangre":
El hecho de estar lejos de Argentina le permitió a Elsa Osorio "tomar cierta distancia saludable" para pensar cuestiones y llegar a conclusiones que, de vivir en el país, "no hubieran sido posibles". La elección del tema de la novela surgió "casi de casualidad, por dos o tres hechos y comentarios", relacionados con hijos adoptados y jóvenes que quieren ejercer su derecho a conocer su origen y su pasado.
EL DIA La Plata, 08-08-99 |
Argentina 1976. En Buenos Aires, a pocos meses del golpe militar, Miriam López, una prostituta casada con un torturador conocido como El Bestia, cuida a Luz, nacida en cautiverio antes de ser entregada a la familia de un importante militar. Junto a Luz está su madre, Liliana, quien pronto será asesinada por el Bestia. Veinte años después, en un España, Luz se encuentra, convertida ya en una joven casada y con hijo, con su padre verdadero luego de años de intensa búsqueda. Tal es la historia que Elsa Osorio construyó en "A veinte años, Luz", la novela recientemente publicada en nuestro país bajo el sello Mondadori y que se suma a los pocos títulos que abordan el tema de la dictadura militar.
-Está El fin de la historia de Liliana Heker, y Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso –dice Elsa Osorio como quien recuerda un pequeño listado de memoria-. Para los argentinos es un problema esta novela. En España hubo buenas reacciones, pero en Argentina hay una hipocresía infernal. Desde que estoy acá, todo el mundo me pregunta por qué escribí sobre esto.
-¿Y qué les responde?
-¿Por qué no?
Elsa Osorio nació en Buenos Aires pero vive en Madrid desde 1990. Escribió novelas, ensayos, y divide su tiempo entre la escritura y el dictado de cursos de narrativa y semiótica. "A veinte años, Luz" fue publicada inicialmente en España con muy buena recepción por parte de la crítica de los diarios El Mundo, ABC y El País. La escritora Ana María Moix, por ejemplo, afirmó que "Elsa Osorio describe el paisaje humano de la sociedad argentina".
-En España se conoce bastante sobre la dictadura militar. Sobre los chicos, en cambio, no se conoce nada. Pero la reacción de la gente es muy diferente. La novela salió a mediados de diciembre en España y está firmado el contrato de edición con Grecia, Turquía, Portugal, Alemania, Italia, Francia, Holanda, Israel. Es una novela que se puede leer fuera de las connotaciones de la Argentina.
-¿Cómo nació la idea de escribir la novela?
-La empecé en 1996, cuando aún no sabía mucho de chicos que se buscaba a sí mismos. Y lo que pensaba era a cuántos de ellos nadie buscaba. Entonces imaginaba a alguien que por alguna razón creía que no existía. Mi idea era mostrar un amplio abanico en lugar de pintar una película de buenos y malos, incluso pensar un poco desde el interior de la sociedad. En un viaje que hice a Buenos Aires sucedieron dos o tres cosas que me hicieron pensar cuántos secretos guarda esta sociedad.
-¿Qué cosas?
-Sé de gente que adoptó chicos legalmente, pero la situación en que los adoptaron puede dar lugar a que uno sospeche que son hijos de desaparecidos. Entonces empecé a escribir unas notas y apareció este personaje, Miriam, que reacciona ante el horror. En el caso de Miriam, al ver a esta nena con su mamá, se da cuenta de que no es una mujer
que abandona a su criatura , sino que es una criatura que es arrancada de su madre.
-La novela está narrada por muchas voces ¿Eso significa que quiso pintar la sociedad argentina de entonces y ubicar a cada persona en el lugar que ocupó?
-Eso me trajo bastantes dificultades, aunque yo quería una novela con varias voces. Pero el narrador en el cual no me meto es Liliana, la madre de Luz. Liliana es vista siempre desde afuera. Incluso cuando habla, cuando cuenta , Miriam canta una canción infantil. Si me metía dentro del personaje de Liliana, la novela se me escapaba. De todos modos me metí , pero no lo dejé en el libro. Yo quería que existiera una posibilidad de no quedarse en el dolor y la derrota sino ir adelante. Por eso Luz abre un camino de esperanza.
-Investigó antes de escribir la novela?
-No, justamente para trabajar con total libertad. Además, conozco bien las circunstancias. Lo hice en un momento para trabajar el lenguaje del Bestia, pues me ofrecía dudas. No sabía de qué manera llamaban al campo de detención los milicos, si decían chupadero, centro, etc. Leí algunas declaraciones de suboficiales que no me aportaron gran cosa, y una entrevista a un torturador, donde declaraba con orgullo el uso de la picana. Eso lo incorporé porque me parece directamente monstruoso. Sin embargo, en la novela no hay escenas de tortura, en el único momento en que la hay es cuando la mina deja al Bestia y el tipo se la agarra con una detenida.
-¿Por qué la dictadura militar y sus consecuencias es un tema tabú en la literatura argentina?
-Yo no entiendo por qué no se puede escribir sobre este tema, con todo lo que nos pasó. Es cierto que hay un tiempo de madurez para hacer arte, pero creo que lo que pasó nos sucedió a todos. Por eso la frase que se repite, y que va a repetir Miriam a Luz es " a tus padres los mataron porque querían una sociedad más justa". Lo que me interesa marcar es que aquí hubo un genocidio, y que el tema de los chicos fue algo repugnante. No coincido con esa posición de decir que son cosas del pasado. Es algo del presente.
LA VOZ DEL BAJO |
Ernesto Mallo: - Su última novela trata el tema de los niños desaparecidos. ¿Cuál es el perjuicio que esas circunstancias han acarreado a la generación a la que pertenecen esos chicos que hoy tienen 20 años?
Elsa Osorio: -¿Cómo es posible que una generación pueda mirar a sus padres dudando si verdaderamente son ellos sus padres? Pero está ocurriendo, ahora mismo. Desde hace unos meses, chicos que dudan de su identidad van a averiguar a la sede de las Abuelas de Plaza de Mayo, o en las páginas de Internet si acaso ellos no son los niños que buscan.
-En su novela los militares y sus esposas hacen una distinción de niños a robar por el color de la piel.
-Es que iban a los campos de detención a elegir a las madres, como si fuera un criadero de seres humanos. Lo que no se dice es que una importante razón de esta aberración era el color de la piel, las características genéticas.
-Aunque algunos de los personajes de su novela tienen actitudes -heroicas, no se trata de una obra sobre el heroísmo.
-No todos los niños desaparecidos tuvieron una abuela, un familiar que los buscara, la gente no reaccionó siempre igual ante la pérdida, no todos fueron héroes. Es desde ese lugar que cobró fuerza en mí esta novela. Desde esa chica que, por diversas circunstancias, nadie buscó. Yo tomé su voz. Y creo que es posible que estos chicos busquen la verdad, porque cuando se convive con algo que se ignora, que siempre se le ocultó, de alguna manera se lo presiente como algo inquietante. Y Luz, mi protagonista, la encuentra.
Sin convertirse por ello en una heroína
Mis personajes son gente común que, envuelta en determinadas circunstancias, sin buscarlo, se enfrentan al horror de la dictadura y reaccionan, más por la vida misma que por una postura ideológica.
-Miriam, la prostituta, por ejemplo.
-Sí, una chica de pueblo, en lo alto de su veloz carrera de modelo a prostituta cara, a quien un cliente le promete un bebe, como si le prometiera una joya, un abrigo de pieles. Cuando toma conciencia de lo que realmente pasa, porque convive unos días con esta madre a quien le arrancan su bebé, es ella misma, que pocos días antes quería este bebe para ella, quien la va a ayudar a escapar. Hay otros, Eduardo, el marido de la hija del militar represor que se apropia de la niña, reacciona a partir de la relación amorosa con la hermana de un desaparecido, quien le abre los ojos, y lo hace sospechar del origen de esa niña que él está criando como su hija, y lo empuja a tomar una decisión muy difícil: denunciar, restituir, por lo tanto quedarse sin la niña.
-La protagonista misma
-Luz, criada por la hija de un militar, que se enamora de Ramiro, hijo de desaparecidos. Esto dispara sus averiguaciones sobre este siniestro período histórico del país. Lee los diarios del Juicio a las Juntas militares y no puede comprender. Luego es ella misma a quién se le ocurre que su madre no es su madre, y que, por haber nacido en 1976, podría ser uno de estos niños nacidos en cautiverio. Y de ahí en más buscará con obstinación su propio origen.
Pero claro que no le es fácil, entre otras cosas, porque no hay nadie que la busque: una abuela, un padre. Es ella misma quien debe indagar, buscar donde sea, hasta que logra dar con su padre.
-Hay también personajes miserables
-También he tratado de tomar esos personajes, los dueños de la vida y la muerte, en sus desalmadas determinaciones, en el corazón mismo de su impunidad. Puede pensarse que esta eliminación sistemática de un grupo humano era por razones ideológicas, en defensa de ese mundo de valores "occidental y cristiano", pero lo cierto es que también lo hacían para su beneficio personal: para apropiarse de bienes, porque les gustaba una mujer y entonces eliminaban todo lo que se interpusiera en su camino, justificándolo en lo ideológico. Pero lo peor, lo más aberrante fue la apropiación de estos niños, los bebes y los que aún no habían nacido. ¿Cuál era la razón de esta preferencia que tan poco se dice?: el color de su piel. La Argentina es un país de inmigración, fundamentalmente europea, estos bebés eran "blanquitos".
Los personajes de la novela que tienen una mayor claridad son siempre mujeres
Estas alianzas entre mujeres, que son las que colaboran para que se produzca este encuentro entre la hija y su verdadero padre son aparentemente inusitadas: Una prostituta y una militante política secuestrada, la supuesta nieta de un militar responsable de campos de detención y exterminio y una abuela de Plaza de Mayo. Sin embargo no es una casualidad, porque hay que tener en cuenta que en la Argentina la única resistencia en esos años la hicieron las mujeres: las madres de Plaza de Mayo, las abuelas. Es su lucha de años y años, junto a otras organizaciones de Derechos Humanos, por supuesto, lo que ha llevado a que ahora, tantos años después, al fin se abra una esperanza, con los juicios en España. Esto, que hubiera parecido una utopía hasta hace muy poco, es una realidad. A nosotros nos cuesta creer que esto esté pasando. Al fin podrá juzgárselos. Y es todo un triunfo porque Nuremberg es de los vencedores, y aquí son las víctimas las que han logrado este triunfo de la justicia.
Siglo XXI |
Charla con Elsa Osorio sobre "A veinte años, Luz", donde novela el secuestro de bebés por militares.
"El tema de los niños secuestrados durante la dictadura militar está en el tejido de la sociedad, más allá de la experiencia personal de cada cual en aquellos años. Debería importarnos a todos, pero me consta que no es así" dice en diálogo con Siglo XXI Elsa Osorio, escritora argentina radicada en Madrid (España), quien esta noche a las 21 en la librería y bar literario El Griego – Muñecas 287- presentará su novela "A veinte años, Luz" (editada por Grijalbo).
En el encuentro habrá una mesa panel de la que tomarán parte la periodista Mona Moncalvillo (revista Humor), Estela de Carlotto (presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo), Atilio Castagnaro (Asamblea Permanente de los Derechos Humanos) y la doctora Victoria Cohen Imach.
"A veinte años, Luz" –que ha recibido sus buenas críticas en España, donde apareció por primera vez- "es una novela policial". "Trabajar literariamente el tema de la represión ilegal en Argentina como una novela de intriga –comenta Osorio- era todo un desafío, cuyo fin último consistía en que una historia como esa se conociera más, aquí y fuera de mi tierra. La intriga fundamental del relato es la búsqueda por parte de Luz, la protagonista, de su identidad y su pasado".
Por eso la trama de "A veinte años, Luz" tiene como eje el descubrimiento por parte de la joven de que sus padres biológicos no son los que la criaron, sino una pareja de militantes revolucionarios.
"La literatura es mi vida, pero hay libros en los que una pone una carga de otro orden. Eso pasó en esta novela, y se fue acrecentando a medida que la iba escribiendo" afirma la entrevistada.
"SI yo te logro intrigar mediante mecanismos propios de un policial (en el que querés saber quién mató a quién y seguís leyendo con avidez), a la vez puedo hacer que vayas recibiendo la otra historia que quiero contar, lo que hay por detrás. En este caso, el drama de los bebés nacidos en cautiverio y los campos de concentración".
"Me interesaba, más que una saga de buenos y malos, contar una historia de gente común que, por circunstancias de la vida, se enfrentan un día con el horror y reaccionan de distinta manera".
En la primera parte de la obra, es una puta la que lleva adelante la acción. "No estoy realzando esa profesión –puntualiza Osorio- sino que necesitaba un personaje que quisiera a uno de los chicos de madres secuestradas. La prostituta, en confrontación con una militante revolucionaria, ve que en realidad ésta no quiere regalar al hijo. Por eso reacciona, no desde una postura ideológica, sino humanamente".
Según Elsa Osorio, "ninguna organización militante de izquierda aparece reflejada en la novela de manera expresa o puntual. Me importaba contar que, bueno, en esos años, más allá de las diferencias, todos tenían ideales. Y que la represión fue un corte, una eliminación brutal de un enorme grupo humano".
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EL PERIÓDICO Tucumán, 19-06-99 |
"A veinte años, Luz", de la escritora Elsa Osorio, se presentará el próximo jueves, a las 21, en la librería El Griego.
El próximo jueves, a las 21, en la librería El Griego, ubicada en Muñecas 287, se llevará a cabo la presentación del libro "A veinte años, Luz" de Elsa Osorio. Dicho libro fue publicado por editorial Grijalbo Mondadori.
Ante la gran expectativa que el mencionado libro ha despertado en nuestro medio, es que han sido invitados a la presentación, además de la escritora, la periodista Mona Moncalvillo, el presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Tucumán, Atilio Castagnaro, miembros de la agrupación Hijos, la doctora en Letras Victoria Cohen Imach y, como invitada de honor la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto.
"A veinte años, Luz", editada en España en 1998, conquistó inmediatamente al público y a los críticos españoles, debido a la actualidad de su tema, a sus personajes entrañables y a su trama verdaderamente apasionante.
La novela, que convierte en materia literaria los casos de los bebés nacidos en cautiverio y robados por los militares a las prisioneras de los campos de concentración argentinos durante la última dictadura, cuenta la historia de una jovencita en busca de su verdadera identidad.
Al finalizar la adolescencia y a poco de ser madre, Luz, guiada por una certeza indoblegable, decide aferrar firmemente de los cabos sueltos de su historia y salir a l encuentro de su pasado. Así, descubre que no es la hija biológica de Mariana y Eduardo, sino de los militantes: Liliana a quien matan días después de su nacimiento, y de y Carlos, que ha logrado escapar de la persecución y vive en España, hasta donde decide trasladarse Luz para poder encontrarlo.
Se trata, en definitiva, de la búsqueda de identidad que forma parte del paisaje humano de la sociedad argentina, descripta con mezcla de ternura y dura realidad, de cálido humor y denuncia implacable.
"A veinte años, Luz", by Elsa Osorio (Grijalbo Mondadori)
The story of a young woman, adopted during the Proceso dictatorship, in search of her own identity some 20 years later –based on real-life cases of babies born from pregnant women in captivity, and given in adoption to other families by the military in power. This moving novel is also a tribute to the long, painstaking search carried out by Abuelas de Plaza de Mayo (first published in Spain, highly praised by critics). Since the kidnapping or theft of babies is not envisaged by any statute of limitations, crimes like these can still be taken to the courts.
Elsa Osorio, "A veinte años, Luz". Editorial Mondadori. 416 páginas.
Un tema que no por doloroso a dejado de tener vigencia en nuestro país. Es más, cobra actualidad a partir de los procesos abiertos a los integrantes de las juntas militares que gobernaron el país durante al período 1976-1983, relacionados con el robo de hijos a mujeres cautivas en los centros clandestinos de detención.
"A veinte años, Luz" es la historia de una joven que busca su identidad. Se trata de Luz, quien al finalizar su adolescencia y a poco de ser madre, decide atar firmemente los cabos sueltos de su historia personal para lo cual sale al encuentro abierto con su pasado.
Publicada en España, esta novela de suspenso, caso policial, con claros reflejos de nuestra historia reciente, es a la vez un recorrido esclarecedor y apasionante de la actualidad argentina.
Elsa Osorio, escritora argentina residente en España, publicó en 1998 este libro que recibió elogiosos comentarios en la península. La novela cuenta la historia de Luz, una joven robada a sus padres "subversivos" y criada por un matrimonio "decente", que se lanza a buscar a su padre biológico y lo encuentra, después de un largo periplo de descubrimientos siniestros.
Seguramente, fue el tema lo que motivó tantos elogios de los bien pensantes españoles. Pero historias similares son tratadas entre nosotros cotidianamente tanto por el periodismo como por el cine. Por eso la novela no impresiona por la valentía testimonial.
"A veinte años, Luz", está construida con oficio. Es de fácil lectura. Quizá deliberadamente y para acercarse al habla cotidiana –lo que daría verosimilitud al texto-, la autora opta a veces por un simplismo narrativo evidente, aunque dentro de una estructura que altera el orden cronológico estricto. El resultado puede reunirse en tres palabras: una novela correcta.
La novela "A veinte años, Luz" trata de un tema profundamente argentino, el escamoteo de los niños nacidos en cautiverio durante la dictadura militar. Pero ha sido editada inicialmente en España, donde la escritora Elsa Osorio reside. Está siendo actualmente traducida al alemán, portugués, griego y turco, y ya vendrían las ediciones en inglés y francés, más una película.
Entrevista
¿Qué te llevo hace 6 años a irte a España?
Digamos que por razones personales, de trabajo no fueron, pero es duro cambiar de país. Hay un primer momento en que hay que aprender nuevos códigos. Además, en España parece que está todo bien, pero parece nomás. Hay que vivir allí, es muy diferente. Es un país que ha cambiado muchísimo, pero aún existe esa herencia de otros tiempos en medio de la modernidad actual.
¿El tema se disparó porque te rozó tangencialmente?
Es una novela apoyada en sucesos históricos, con personajes de ficción elaborados desde hechos que nos tocaron a todos. En el sentido de generación y sociedad, más allá de que unos lo vean más que otros, que algunos estén muertos, o que otros se hayan tenido que exiliar. La novela trata sobre la búsqueda de la identidad. El hecho de que haya chicos que no saben hoy quienes son, es un tema que se ha instalado en la sociedad.
Pero, es un problema crónico de los argentinos no saber quienes somos.
El tema de la identidad es mundial, le importa a cualquier sociedad.
¿Esperabas este éxito tan rápido?
No en el sentido de difusión internacional. Mientras escribía sobre este tema difícil y complicado de trabajar literariamente, estaba expuesta a varios peligros. Sin embargo, me trajo muchas certezas. Tengo una sensación interna de éxito. Me pude desprender de algunos prejuicios intelectuales.
¿Para encarar una obra como esta hay que tener en claro los límites indelebles entre lo siniestro y lo morboso?
La ficción es también otro camino para hacer historia. Si yo te digo que hay más de 500 niños desaparecidos en Argentina, es un dato. En cambio si recreas ficcionalmente un caso en particular, el lector puede identificarse y entender el dolor individual que le sucede a esa persona. Describir como vive una chica educada en la mentira, es una posible historia donde las circunstancias reales lamentablemente se dieron.
Insisto con el personaje...
No es una víctima en particular porque cuando yo lo invento el tema no estaba vigente, recién ahora se están dando casos de chicos que están buscando su identidad. Comienzo a escribir este libro en 1996, después que una amiga, que leyó mi original, me mando un e-mail contándome de un caso del que se habló bastante. Pero el libro ya estaba terminado.
¿Consideras que esto es un tema tabú?
Estoy absolutamente segura que es así.
Cuando terminé el libro, mi agente literaria lo presentó a algunas editoriales. Yo aquí editaba con Planeta y en España trabajo con editoriales que tienen filiales en Argentina. Desde aquí contestaron, "a nadie le interesa este tema", "el mercado está saturado" y otra simplemente no respondió.
A mi no me interesa despertar ningún tipo de envidia, a la gente le pasa algo que yo no puedo describir.
El tema de los desaparecidos se puede ficcionar sin prejuicios cinematográficamente, de hecho hay ejemplos abominables, pero pareciera que literariamente ¿existen más escrúpulos?
A mí me llevó mucho tiempo trabajar esta novela, sentarme horas y horas todos los días durante dos años. Necesité tomar distancia de los hechos a los cuales me refiero. Pero ¿qué hubiera sucedido si la hubiera escrito en Argentina?
Creo que no podría haberla escrito sin haber estado aislada. Después del indulto, se empiezan a escribir novelas históricas, pero de otros siglos. No se habla de temas recientes, pareciera que no se pueden tocas estos temas.
¿Sentís que aquí priva un posicionamiento ideológico, de uno u otro signo, y vos desde allá pudiste abordarlo con mayor libertad literaria?
Yo enfoco esta situación desde el interior de la sociedad, las reacciones frente al horror de la dictadura son de cualquiera. Los personajes reaccionan más por razones humanas, que por una postura que también cambia.
¿Sos consciente de que podes despertar cierta envidia en el mundillo literario argentino?
Sucede algo curioso, si alguien me pregunta por qué escribí una novela con el tema de los desaparecidos, yo respondo ¿por qué no?. ¿Qué pasa, no es historia nuestra?, o acaso ¿después de Mariana Moreno no se pueden escribir novelas históricas que nos interesen?.
Pero en realidad, estoy cansada de tener que justificarme.
"A veinte años, Luz", de Elsa Osorio, novela que retrata la búsqueda de identidad de una chica nacida en cautiverio durante la dictadura y apropiada por los militares, será traducida a 15 idiomas y publicada en alrededor de treinta países durante este año informó la autora, de nacionalidad argentina y radicada en España.
Al mismo tiempo, los derechos de la novela están siendo negociados con editoriales de Polonia, Israel, Corea y países de Europa del Este.
Los derechos de la novela, publicada por América por Grijalbo Mondadori y por el sello Alba en España, han sido adquiridos por las editoriales Sunhrkamp, Insel Verlag y Verlagsruppe Bertelsmann (para la edición de bolsillo) en Alemania, Bloomsbury Publishing de Gran Bretaña, Dogan Kitapcilik de Turquía, Harlenic Hellas Publishing de Grecia, Asa Editores de Portugal, Ugo Guanda Editore de Italia, Albert Bonnier de Suecia, Editions Métailié de Francia, Bloomsbury Publishing de Estados Unidos, Ambo de Holanda, Anthos de Bélgica, Editora Objetiva de Brasil, Centrum de Dinamarca, Stenersens de Noruega, Otava de Finlandia y Sony de Japón.
"La verdad es que me sorprendieron que algunos países, como Turquía y Grecia adquirieran los derechos de la novela y se interesaran en el tema, pero sin duda influyó que editoriales tan importantes como Bloomsbury de Estados Unidos o Suhrkamp de Alemania adquirieran el libro, ya que marcan tendencias mundiales", explicó Osorio a DyN.
La autora también consideró como "un dato que influyó a favor de la novela las críticas favorables que recibió en España" desde su aparición a mediados del año pasado.
Osorio, integrante de la Asociación Argentina de Derechos Humanos de Madrid, también recibió ofrecimientos para trasladar la novela a una versión cinematográfica.
La novela aparecerá en Portugal y Holanda en marzo venidero, mientras que en Alemania, Suecia e Italia la fecha prevista para su publicación es entre agosto y septiembre.
"A veinte años, Luz" es la historia de una chica que, a los veinte años y a poco de ser madre, decide descifrar la verdad sobre su historia y su identidad, y salir al encuentro de su pasado. Así descubre, realizando el camino inverso a las Abuelas de Plaza de Mayo, que no es la hija biológica de Mariana (hija de un militar que concreta la apropiación) y Eduardo, un productor agropecuario de Entre Ríos, luego asesinado por su suegro, sino de dos militantes: Liliana, a quien matan días después del nacimiento, y Carlos, que ha logrado escapar de la persecución y vive en España, hasta donde se traslada Luz para encontrarlo.
"La novela no solo es un thriller de suspenso casi policial que resulta imposible abandonar. Es también un retrato de la sociedad argentina de entrecasa que, lejos del panfleto, sin golpes bajos, recupera desde el punto de vista humano la búsqueda de la identidad y el derecho a conocer el pasado", sostuvo Maruja Torres, destacada columnista del diario El País.
La escritora argentina Elsa Osorio, cuya literatura ha trascendido los límites de su país, estuvo en Posadas, donde presentó su nueva novela "A veinte años, Luz". La reunión literaria se realizó el viernes en el Centro Cultural Misiones y fue presentada por la subsecretaría de Cultura, María Irene Cardoso.
Luego de la presentación, que calificó a la novela de "impecable", la autora dialogó con el público sobre los personajes y la época histórica en la que transcurre la narración. El público que concurrió a la cita participó animadamente de la presentación, haciendo preguntas y comentarios con respecto a la obra.
La historia de Luz
La novela narra la búsqueda de la propia identidad llevada a cabo por una chica nacida en cautiverio durante la dictadura y apropiada por los militares. Es la historia de Luz, quien, a los veinte años y a poco de ser madre, decide descifrar la verdad sobre su historia y su identidad y salir al encuentro de su pasado. Así descubre, realizando el camino inverso a las Abuelas de Plaza de Mayo, que no es hija biológica de Mariana y Eduardo sino de dos desaparecidos por la dictadura.
A la pregunta de cómo describe a la sociedad argentina "A veinte años, Luz", Osorio dijo que "la idea es que quizá después de 20 años, hay algunos caminos de justicia, concretamente con la apropiación de menores. Hay juicios y las causas que se están iniciando han producido ya algunos efectos en el sentido de la repercusión de la memoria que es tan importante. Por otra parte, están los juicios en Madrid, que es donde el pleno de la audiencia nacional estableció la competencia para que los delitos de esa humanidad en Chile y Argentina, sean juzgados. Esto evidentemente rebota en nuestro país.
Ficción y Realidad
En relación al manejo de los límites entre ficción y realidad, la autora indicó que "los personajes de la novela son de ficción". Lo que pasa es que está basado en hechos históricos, las circunstancias históricas a las que dan lugar, lamentablemente sucedieron. Pero es un resquisio diferente el de la narrativa, el de la ficción, para acercar la historia de nuestro país, que algunos quieren olvidar.
"Historia policial", trata de enfocar cómo puede vivir una chica a quien se le oculta quién es. Entonces esta chica va en la búsqueda de su identidad, "a partir del amor".
Del papel que cumple el amor en la historia, Elsa Osorio afirmó que "es un papel importante, porque los personajes se quitan la venda, y pueden ver un camino de justicia a partir del amor. El amor cumple una función muy importante, como que por amor uno se contacta con la verdad".
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La oscura luz del pasado
Elsa Osorio
- En la novela es muy importante el lugar de la mujer: está relacionado al amor, a la verdad.
- El motor de la novela está en Luz y en las mujeres que la rodean. Me interesaba trabajar la novela desde los lugares de estas mujeres, me parece que es más difícil para los hombres armar una complicidad. La mujer tiene una tendencia más fuerte a la vida. A Miriam y Liliana les es posible quebrar esa distancia y hacer algo juntas. Sin dejar de ser ellas mismas. Además, son muy interesantes las alianzas que se producen. Porque Luz, cuando comienza a buscar su historia y va con las Abuelas de Plaza de Mayo, se forma una alianza humana, que va más allá de lo institucional. Luz establece una amistad con una Abuela, y aquí también se trata de personajes enfrentados, ya que hasta el momento, Luz es nieta de militares.
- ¿Cómo vive la repercusión de su libro? ¿Cómo es en España (y en el resto de Europa) y cómo en Argentina (donde recién salió la primera edición)?
- Para mí fue muy conmovedor. Cuando vine a la Argentina y presenté mi libro en Tucumán, una chica integrante de HIJOS pidió hablar. Entonces, contó cómo se iban pasando la novela entre ellos, y cómo habían encontrado en el libro las mismas preguntas que ellos le hacen a sus padres desaparecidos. Esta chica también leyó una carta a Luz, como si realmente existiera, como si yo no tuviera nada que ver con ella y su historia.
- En el libro no hay referencias explícitas a personas o lugares. ¿Con qué trabajaste para crear los personajes? ¿Con recuerdos, entrevistas?
- Yo me quise manejar con total libertad, con muchas cosas que conozco, desgraciadamente, por haber vivido en ese momento en Argentina.
- ¿Cuándo y cómo se te ocurrió escribir esta novela?
- Me pasaron un montón de cosas. Yo estaba corrigiendo otra novela, nada que ver con esta. Y en un viaje que hice a Buenos Aires, empecé a pensar cuántos secretos ocultaba aún esta sociedad, ciertas incomodidades. Entonces, me propuse tomar unas notas. Y escribí toda la noche. Y nunca más dejé esas notas. Abandoné todo lo que estaba haciendo, fui dejando de hacer muchas otras cosas para meterme sólo en eso. Y fue meterme ahí y sentir que estaba en ese tiempo que describía. Sí era una denuncia. Me importaba que esto se conociera afuera, pero lo más importante era que yo tenía ganas de escribir. Me interesaba, claro, darle voz a esos chicos, que habrá muchos que ni siquiera son buscados, porque no se sabe que existen. Lo que es terrible es que haya una amnesia total, que la gente piense que son cosas del pasado. ¡Qué pasado! Estos chicos viven, hoy. Narrativamente, la tramé como una novela de intrigas para que el lector quiera seguir sabiendo qué pasa, todo el tiempo. No es una novela contada desde lo histórico-social. Para lo que yo quería contar, necesitaba un libro que fuera fácil de leer, pero no quería perder el perfil de una historia vista desde dos generaciones. El hecho de que la conversación que tiene Luz con Carlos, su padre, esté incrustada a lo largo de la novela, me permitió una serie de cosas. Primero, que el lector nunca olvide que es una historia de identidad, que no se pierda en las segundas tramas. Y, por otro lado, me permitió esa óptica de Luz que va aprendiendo la historia del país que le habían ocultado. Pero la aprende como construcciones nominales, solamente, no las vive en directo. Es como si ella despertara a todo esto, principalmente por su relación de amor con este chico, hijo de desaparecidos.
- ¿Cómo fue la etapa de escritura de la novela? Vos hablás en una entrevista de una voluntad de dar a conocer, de denuncia. ¿Cómo viviste terminar el libro luego de dos años y medio de trabajo?
- Yo pensaba que quería una novela en la que algunos elementos fueran puestos como abstracciones, como una condensación de datos para que pudiera más o menos entenderse un clima fuera de la frontera. Una historia que pueda interesar más allá de los argentinos. Quería que esto tomara estado público en las mayores dimensiones posibles porque hay muchos chicos que no están en nuestro país, que realmente no se sabe donde están. Concretamente cuando termine la novela busque una actividad distinta de la de escribir, que es una actividad solitaria. Cuando yo escribí la novela no se había probado la competencia de Garzón, había toda una cosa muy discutida y en la introducción de la novela cuando Luz y Carlos se encuentran él le dice que los están juzgando. Necesité, dentro de lo que yo hago, colaborar, empecé a sentir que se podía abrir un camino de justicia. Que se produjera Luz, claridad.
- ¿Cuáles son sus lecturas preferidas? ¿Cuáles cree que han influido más en su carrera como escritora?
- Mi autor predilecto es Cortázar, creo que en mi primer libro se nota muchísimo. Es toda una herencia. Sin embargo, es muy difícil saber las influencias concretas. En esta novela creo que inconscientemente Puig fue una influencia, a sus novelas las he leído varias veces. Es un dialogista maravilloso. Y en cuanto a mis autores de mesa de luz, ellos son Silvina Ocampo, Borges, Bioy Casares y, sobre todo, los escritores de la literatura latinoamericana.
- ¿Otras Influencias? ¿Música?¿Cine? Algunos críticos hablan de la faceta de guionista que influye en este libro.
- Me influye la escritura del cine. En esta novela, salvo en el primer capítulo, en las dos primeras partes el narrador es una cámara, voy cambiando de cámara, hay espacios en blanco. Esto de ir viendo escénicamente lo que pasa era algo que no hacía antes de mi experiencia en el cine. Ahora ya no puedo dejar de hacerlo, aunque tenga otras características, yo necesito ver a los personajes y hacerlos hablar. Por eso me gusta el discurso indirecto libre. Una novela para mí central en mi camino de lectora fue Conversación en la catedral de Vargas Llosa. Me gusta porque aborda diferentes espectros sociales e ideológicos. Eso es lo que me propuse, tomar un amplio espectro con gente en el medio. Los diversos tipos de cegueras son algo que me preocupa, por ejemplo. Esta cosa de negar y negar me parece insalubre. Como Eduardo que se da cuenta que esta mal, se acerca a la verdad. Alguien me dijo en Venecia que yo le ponía a los personajes alguien que los salvaba. Uno a veces escribe y ciertos personajes van creciendo con independencia de uno mismo.
- ¿Proyectos a futuro? ¿Alguna obra en proceso?
- Por un lado estoy trabajando en el tratamiento cinematográfico de la novela, tengo diversas propuestas. Por otro lado estoy en una historia de un personaje de principios de este siglo y tiene que ver con el tango como excusa de la mezcla de los argentinos. El tango y la ciudad. El personaje central es una chica que se va a escapar de la casa. Por un lado, conoce los ambientes de las casas de baile, prohibidas en aquella época y, por otro, se vincula con los anarquistas y también con los oligarcas, una especie de espía de la época. La pregunta es "¿Qué somos los argentinos?". El tango, por ejemplo, como danza popular es bastante peculiar porque se baila agarrado, y cuando la gente bailaba no se entendía entre sí por el idioma. Abrazarse en la diferencia es la riqueza. Yo reconozco un argentino en la calle y eso es un conjunto de todo, o sea que una identidad tenemos.