Carpeta de Prensa

México

 

Tabla de Contenidos

 

 

  

 

 

Volver

FINANCIERO 17-12-99

HUMOR

OEO

No todo es pena

Elsa Osorio publicaba en Argentina una columna periodística de análisis de lo que decían los políticos. Lo hacía como profesional de la semiótica, la ciencia que estudia los signos y códigos de una sociedad. Para su asombro, la primera entrega hizo morirse de risa a los lectores. Así, la columna de Osorio fue considerada de humor y su autora recibió un premio de periodismo correspondiente.

"Mi intención con la columna no era causar risa, pero eso fue lo que pasó. Yo trataba de opinar desde el collage de las declaraciones de los políticos, buscando ver qué juego de palabras se daban como reflejo de una sociedad. Causaba risa porque equivale a verte en un espejo".

Osorio tenía mucha tela de donde cortar. El expresidente Carlos Saúl Menem es un chistoso voluntario e involuntario. Obsesionado por el renacimiento de Argentina, confundía al ave fénix con el gato Félix y caía en todo tipo de trampas verbales.

Elsa Osorio reconoce que le gusta el humor. Ha hecho comedia y en su novela A veinte años, Luz es notable el uso del humorismo.

"Aunque el tema es dramático", dice, ha "tratado de aligerar algunas partes para hacer la novela más legible y no regodearme en el dolor; aunque alguna gente me ha dicho que llora cuando la lee".

Osorio piensa que al ventilarse el tema de los hijos de desaparecidos "la sociedad va a vivir mejor". Pero todavía le intriga que las novelas que han aparecido sobre el llamado proceso de los años setenta sean sobre militantes quebrados. "No es que no haya sido cierto, hubo una alianza entre la Marina y algunos montoneros, por ejemplo; pero yo me pregunto qué pasó con todos aquellos que vivían en la superficie, no en la clandestinidad, y con todos los que, siendo militantes, no se quebraron".

Novela de intriga, A veinte años, Luz, tiene un final feliz y se está traduciendo a muchos idiomas. Para Osorio, "eso muestra que el tema no es tan local". Todos sus personajes "actúan, mal o bien, se equivocan y tienen contradicciones", subraya.

Lo que Osorio todavía no entiende bien es a la propia Argentina.

-¨Diría usted que es un país proclive al fascismo?

-No. Argentina es un país difícil de comprender. Si me pidieras una definición, para mí el peronismo es fascismo, aunque también creó leyes sociales muy importantes. Yo nunca fui peronista, pero tengo mucha gente amiga que lo fue. Es difícil que te lo explique cuando yo todavía no lo entiendo. Es una bolsa de gatos el peronismo.

Volver

Volver

FINANCIERO 17-12-99

CULTURAL

Oscar Enrique Ornelas

La ficción acerca a la verdad histórica: Elsa Osorio

Especialista en semiótica, la argentina Elsa Osorio publicó en España la primera novela sobre el tema de los hijos de desaparecidos entregados a otros por los militares de su país. Intitulada A veinte años, Luz (Mondadori, 1999), la novela conquistó de inmediato a un publico español motivado por las investigaciones del juez Garzón.

En entrevista a su paso por México, Elsa Osorio admite que en Argentina un sector amplio de la sociedad vive una "fiesta", que califica de "falsa", y no quiere saber del pasado. Por eso su novela fue concebida para todos aquellos empeñados en olvidar. Quiere decirles "que esto nos pasó a todos" y no sólo a unos cuantos militantes.

En breve sinopsis, la novela de Osorio narra lo siguiente: Liliana da a luz en cautiverio. Es una detenida desaparecida en un campo de concentración dirigido por el general argentino Dufau. La bebé, a quien se le dará el nombre de Luz, es entregada a Mariana, la hija del militar. Veinte años después, Luz se da cuenta que no es hija biológica de Mariana y empieza a buscar su origen. Narrada con fuerza y algunos elementos de humor, Elsa Osorio busca confrontar a Argentina con un pasado perverso.

-¨Por qué Mariana, la madre postiza de Luz, aparece como la mala, mientras que Eduardo, el padre postizo, intenta revelar lo ocurrido y muere?

-Mariana representa a todo ese sector de los militares y su entorno en cosas que podríamos llamar más internas o privadas. Todo lo que ve en Luz está mal. Es decir, todo lo que tiene que ver con la vida y la sexualidad...

-Ella insiste mucho en que hay algo negro en el pasado de Luz, aunque ignora que es hija de una desaparecida...

-Mariana sabe que Luz no es su hija y todo se lo achaca a situaciones genéticas. Como si en la sangre se llevara todo lo que es subversivo, y en aquella época cualquier cosa lo era. Todos éramos subversivos. Esa es la ideología de Mariana. En cuanto a Luz, ella refleja la difícil situación de estos chicos que tienen padres postizos. En su caso, ella misma decide buscar su origen. Por otro lado, aunque tiene muchos problemas con esa madre, ha vivido veinte años con ella y también la quiere. Es la situación difícil que han tenido que enfrentar los chicos encontrados por las Abuelas de la Plaza de Mayo.

-En la novela es la abuela a la que buscan...

-Yo invertí la situación. Generalmente son las abuelas quienes investigan, pero al escribir la novela yo me preguntaba qué pasaba con estos chicos a quienes nadie busca. No todos tienen abuelas militantes de derechos humanos. Además, hubo chicos de los que no se sabía su existencia. Como Luz, cuyo padre biológico, Carlos, pensaba que Liliana había concebido un varón muerto. El representa el perfil del argentino que está harto de su país. Vive en España y no quiere saber nada. Cuando Luz aparece, él la acepta como su hija y surge la esperanza, pues ya están juzgando a unos militares en Madrid.

-¨Está de acuerdo que en Argentina hay muchos a quienes el pasado no les importa?

-Cuando presenté el libro en Argentina, me llamó mucho la atención que en todas las entrevistas me preguntaban acerca de por qué escribí de este tema. Yo daba a veces respuestas muy intelectuales o sociales, pero luego me cansó la pregunta. ¨No se puede escribir sobre esto? Hoy es noticia en los periódicos porque se están haciendo investigaciones y se juzga a dos militares, pero hay un inmenso sector de la sociedad que dice: "Ay, ¨por qué siguen con el pasado?". Yo entiendo que las sociedades deben poder olvidar, pero no tapando todo lo que ocurrió. Olvidar-olvidar, me parece muy enfermo, porque es omitir algo que nos pasó a todos. No se trata de hablar de guerrillas: todo un sector de la sociedad fue eliminado, o se fue del país, o se quedó pero sin poder trabajar. Haber hecho una carrera de filosofía y letras era peligroso.

-Elsa Osorio vive en España, en el primer mundo, ¿no intenta también desentenderse de Argentina?

-No quiero desentenderme, aunque admito que no tengo una relación muy clara con mi país. Quiero que se haga justicia. Me importa mucho todo lo relacionado con los derechos humanos. Aunque en la novela mi objetivo es literario: no escribo para enseñarle nada a nadie. Pero si sirve para que un chico pueda encontrar su identidad, mejor. Creo que gracias a la ficción uno puede acercarse a la verdad histórica. Yo tomo muchas voces internas tratando de meterme en los personajes. Es el caso de Miriam, una prostituta a la que su novio, El Bestia [un militar fornido especializado en tumbar puertas durante los operativos de detención], le había prometido un niño, y sin tener ninguna idea política, humanamente establece una alianza con Liliana para que ésta escape. Se trata de un acuerdo que difícilmente pudo haberse dado entre hombres.

Volver

 

Volver

Economista 03-12-99

Literatura

Diana Calcagno

"A veinte años, Luz": los hijos de la dictadura

Esta novela de la escritora Elsa Osorio trata de manera eficaz el tema de los niños nacidos en cautiverio en la época de la dictadura en Argentina.

Es aquellos años de represión muchos bebés fueron arrancados de sus madres, robados por los mismos militares que las habían torturado, y criados como si se tratara de sus propios hijos. Ellas pasaron a formar parte de la larga lista de desaparecidos mientras que los pequeños, perdiendo toda identidad, llamaban papás a los asesinos de sus verdaderos padres.

La historia de Luz, protagonista de la novela, es la de tantos otros que crecieron sin saber en realidad nada de sí mismos, y la de muchos que hoy en día siguen sin saberlo.

La narración comienza en 1998 con el encuentro en España de Luz y Carlos, su padre (a quien hasta ese momento no conocía) para luego trasladarse a 1976, año del nacimiento de Luz, en Argentina.

Poco a poco sabremos cómo fue "chupada" Liliana, la verdadera madre de Luz, y cómo es que se salvó su padre. Conoceremos a El Bestia, sargento que estaba a cargo de las torturas en el centro de detención donde cayeron los padres de Luz, y entenderemos a su novia, una exprostituta que pide le consigan un bebé, y que no logra soportar la verdad sobre la procedencia de la niña. Y luego conoceremos a Mariana (hija del teniente coronel Dufau, jefe de El Bestia) y a su esposo Eduardo, quienes finalmente se quedaron con Luz.

Elsa Osorio transforma en novela la desesperada búsqueda de identidad de estos niños nacidos en cautiverio, y el incalculable valor de la lucha de las abuelas de Plaza de Mayo, pero aquí lo que conmueve no es la ficción sino la más simple verdad. El drama de Luz se vive día a día en todos los países que vivieron una dictadura militar. (Mondadori)

Volver

Volver

EXCELSIOR 09-12-99

Cultural

Patricia Rosales y Zamora

"Robar niños durante la dictadura Argentina fue acción sistemática"

Elsa Osorio lo aborda en A veinte años, Luz.

"El robo de niños nacidos en cautiverio de las prisioneras de los campos de concentración argentinos durante la última dictadura, fue una acción sistemática y un caso que la literatura no había abordado. Me interesó tomarlo desde varios perfiles humanos, de ahí el espectro de personajes en A veinte años, Luz", afirmó Elsa Osorio, al hablar de su nueva novela que trabajó desde la intriga y ofrece una gran fotografía de la sociedad argentina de esos años y del horror de la dictadura.

Luego de más de tres años de trabajo a raíz de una conversación con quien había adoptado legalmente un chico, Elsa Osorio, nacida en Buenos Aires pero residente en España desde hace seis años, empezó a ahondar en los secretos que todavía oculta la sociedad argentina: "Me interesa que lo acontecido en mi país con esos niños se conozca y que algún chico a partir de esta lectura se anime a buscar su identidad –lo que ya está sucediendo-; pero lo escribí principalmente porque necesitaba hacerlo. Tuvieron que pasar muchos años para abordar este tipo de temas y convertirlo en literatura, otra de mis intenciones, sin por ello hacer a un lado la importancia del tema".

Premio Nacional de literatura en Argentina, Elsa Osorio trabajó A veinte años, Luz sin lecturas previas ni con base a una investigación. "Me manejé con total libertad sobre hechos que conocía; cuando comencé la novela no existían en mi país los jóvenes que se buscaban a sí mismos, sino sólo abuelas que trataban de encontrar a sus nietos. Hoy me pregunto qué sucede con aquellos a quien nadie busca porque no todos tienen una abuela heroica".

Dijo que el caso de Juan Gelman es representativo de esa problemática donde se observa la insistencia de un abuelo –al que apoyan mucho a través de campañas algunas de ellas vía internet- de exigir verdaderamente a los responsables saber dónde está su nieto. "Esta situación o plan sistemático fue una forma de instaurar el terror que se vivió con los niños de Uruguay, Paraguay, Bolivia, Argentina, fue uno de nuestros tristemente célebres inventos".

Autora de Ritos Privados y Las malas lenguas, refirió que A veinte... es también decirle a la gente "esto no debe olvidarse, tampoco debemos vengarnos, sino buscar un camino de justicia. No debemos seguir tapando esto que nos sigue costando a todos porque toda una generación fue afectada a diversos niveles, por eso en la novela sí hay denuncia y tuvo la intención de darle voz a estos chicos que no la tenían, pero mi primer objetivo fue literario".

La autora de esta pieza que atrapa al lector a la manera inglesa de la intriga y cuya relación con su patria es de amor-odio, confió que en esos años los jóvenes tenían ideales y deseaban cambiar la sociedad, pero que ahora el tema de la identidad "mientras se siga negando y no se asuma seguirá siendo molesto para la sociedad argentina". Respondió que la reinvindicación de la mujer en esta obra no fue casual, "porque la única resistencia activa de la dictadura en mi país estuvo en ellas".

Dijo que aunque se desconoce con exactitud el número de niños robados en cautiverio a través de ese plan sistemático, se cree que fueron 500, pero sólo 300 están documentados y sólo 67 jóvenes han encontrado su identidad gracias a la tarea de las abuelas y del banco genético en Argentina. "Tomé la voz de los chicos que nadie buscaba, ahora han ocurrido hechos muy importantes como las actuaciones del juez Baltazar Garzón y la audiencia nacional que da competencia para juzgar el genocidio donde sea, independientemente de la nacionalidad. Los efectos que esto produce en distintos países me permite recuperar la esperanza y el entusiasmo, por eso trabajo activamente en el tema".

Elsa Osorio, profesora de letras, definió que la actual sociedad argentina carece de ideales, ya que aunque por un lado hay sectores que siguen luchando por la verdad, los jóvenes en general "se han vuelto muy individualistas y los últimos años que no han sido de dictadura, sino de democracia, se ha vivido una falsa fiesta: el dólar está igual que el peso hace años y el último gobierno fue terrible porque se nos hizo creer que estábamos en el primer mundo y algunos se lo siguen creyendo, vivimos una economía estable pero ¿qué costo ha tenido?".

Completó que en Argentina se sigue manteniendo la vida cultural en la inmensa clase media que al mismo tiempo se está "proletarizando", y se vive un "adormecimiento de conciencias, al tiempo que existe esperanza en sectores de la justicia y grupos de derechos humanos que siguen luchando por todo esto –el único delito que no han prescrito es el de la apropiación de menores- con la influencia de lo que sucede en España y buscando la verdad. Veremos qué sucede con el nuevo gobierno (De la Rúa), pero no hay ideales en la gente, quizá sea un fenómeno mundial".

Volver

Volver

UNO MAS UNO 10-12-99

Cultural

Jorge Luis Espinosa

A Veinte Años, Luz el caso de los niños secuestrados durante la dictadura argentina

Elsa Osorio su autora, habla en torno a esta novela que retrata el caso de niños que crecieron junto al torturador de su madre.

A partir de 1976 y durante los años de la dictadura argentina, cientos de niños fueron secuestrados y dados en adopción a diversas familias, que crecieron junto con la mentira, negando un origen oculto que desde hace algunos años se empezó a rastrear.

Cuando conocí esta historia, una de las preguntas que me hacía era: cómo es posible que durante tantos años estas familias crecieran al amparo de la mentira? ¿Cómo les negaron toda la información a estos chicos mintiéndole que eran sus hijos? – dice Elsa Osorio a propósito de A veinte años, Luz, una novela que aborda la historia de uno de estos chicos secuestrados.

Durante años, cuenta la autora, la historia de niños secuestrados fue poco conocida por la sociedad, hasta que hace algún tiempo, ya desaparecida la dictadura, esas zonas oscuras empezaron a emerger con la urgencia de una respuesta.

Las abuelas empezaron a movilizarse y exigir que el gobierno investigara y les dijera qué había sido de aquellos niños, cuyas madres muchas veces fueron asesinadas o desaparecidas por los militares, como lo explica Osorio, quien radica es Madrid y es autora de varios libros que le han merecido algunos premios, entre ellos el Nacional de Literatura de su país.

Refiere que durante los años de la dictadura, los militantes secuestraron a varios niños que eran llevados a otros hogares donde supuestamente estarían mejor. "Tomaban a los niños y los llevaban a sus propios hogares o a familias de la clase alta" explica Osorio, quien se encuentra en México para promocionar su libro.

-¿ Todas las madres a quienes secuestraban sus hijos eran opositoras al régimen?

-Hay que considerar que para los militares todo aquel que no pensara como ellos era un opositor, todo aquel que preguntaba o cuestionaba era un enemigo público. Todo sindicato, organización estudiantil era un enemigo declarado. Muchas de estas madres provenían de estas organizaciones, pero también de toda la sociedad o clase social. Las aprehendían, algunas quizás ya estaban embarazadas o eran violadas por los propios militares, quienes después les arrebataban a sus hijos. Existe el caso de unos mellizos que fueron secuestrados por el propio torturador de su madre y luego se los llevó al Paraguay. Luego se descubrió todo y los niños regresaron al la Argentina, uno de ellos quería regresar con su madre adoptiva. Son casos muy difíciles y muy dramáticos.

-¿Cuántos niños fueron secuestrados?

-Hasta ahora se ha hablado de 500 niños secuestrados, pero la cifra se puede elevar más. Durante años todo esto estuvo muy oculto y hay poca información al respecto. A veinte años , Luz es la primera novela que aborda el tema de los niños secuestrados. No hay información sobre muchos de ellos, pero la lucha que han emprendido las abuelas de estos niños ha abierto varios canales. Incluso existe un Banco de Datos Genéticos donde es posible analizar la sangre de los familiares de desaparecidos y los niños secuestrados para identificar por medio del código genético hasta el 95% el parentesco.

-¿Investigaste para escribir la novela?

-Decidí no leer nada que se vinculara con el tema. Estos son hechos que yo conozco. Me interesaba la experiencia literaria y tratar de meterme en una joven que crece en la mentira. EL tema de la identidad. Como uno de estos niños que decide reconstruir su pasado, conocer el origen que se le ha negado durante tantos años. Cuando comencé a escribir esta novela no teníamos registro de estos jóvenes que buscaran su identidad.

Curiosamente hoy que la novela está publicada y la he presentado en la Argentina y España, he conocido algunos jóvenes cuyas historias coinciden en muchos puntos con la de mi protagonista.

-¡Y la literatura es la mejor vía para acceder a estas historias?

-Es un camino oblicuo que te permite acercarte a esta realidad. Lo que me interesa es la literatura pero si este libro ayuda a algunos jóvenes a reencontrar su identidad, qué bueno, porque la verdad por más dolorosa que sea tiene que conocerse. SI esto no se conocía fue precisamente porque es uno de los actos más terribles que se cometieron durante la dictadura. De hecho, de todos los crímenes los militares han sido exonerados, menos del secuestro de infantes.

Volver

Volver

UNIVERSAL 10-12-99

Cultural

Cynthia Palacios Goya

Reviven heridas de la dictadura argentina

La novela de Elsa Osorio convierte en literatura el robo de bebés nacidos en campos de concentración.

Las heridas provocadas por la dictadura en Argentina no pueden olvidarse, pero en lugar de tener al dolor como bandera, debemos buscar justicia para esos ideales que se asesinaron tan cruelmente.

Así lo expresó categóricamente la escritora argentina Elsa Osorio en una entrevista realizada con motivo de la aparición en México de la novela "A veinte años, Luz" (Editorial Mondadori), en la cual convierte en literatura los casos de los bebés nacidos en cautiverio y robados por los militares a las prisioneras en campos de concentración argentinos durante la última dictadura.

"No lo escribí como un ajuste de cuentas deliberadamente, pero de alguna manera lo es –dijo la escritora. Esto que pasó, nos partió en dos como generación y requerí mucho tiempo para poder transformarlo en literatura".

Su idea era buscar un enfoque humano más que político, aunque reconoció que quien escribe no puede dejar de manifestar una posición ideológica. "A veinte años, Luz" no se trata de una novela de buenos y malos, sino que hay un amplio espectro de personajes en cuya voz trató de meter a todos los actores, incluidos a los represores, pero, sobre todo, a las personas que no estuvieron ni con los militantes revolucionarios ni con los militares represores.

Comentó que de la búsqueda de la identidad en Argentina se ha hablado muy poco como cuestión histórica.

Elsa Osorio se dedicó durante tres años a escribir esta historia y sabía de las madres y abuelas que buscaban a sus nietos pero no había ningún caso de un chico que buscara su identidad.

"Decidí tomar la voz de estos chicos porque pensaba que debía haber muchos que ni siquiera sabían que esto hubiera existido. No hay que pensar que todos ellos tienen abuelas de Plaza de Mayo, más bien hay un enorme desconocimiento y cantidad de situaciones terribles en relación a la identidad que justamente a partir de la novela me he ido enterando que sucedieron", agregó Elsa Osorio.

La autora de las novelas "Ritos privados", "Como tenerlo todo" y "Las malas lenguas", entre otras, consideró que toda la sociedad argentina se vio afectada por la dictadura, pero en muchos casos hubo quienes no quisieron ver las cosas.

Expresó que cuando le preguntan si "A veinte años, Luz" es una novela autobiográfica, suele responder que si lo fuese sería imposible que ella estuviera ahí hablando. "No te tiene que ocurrir directamente para que te ocurra, es decir, que no es una novela de denuncia aunque sí denuncia", explicó.

Osorio comentó que hay diversos grados de enceguecimiento, y uno de los más frecuentes es el de quienes en su propio país le preguntan: "¿Por qué escribes sobre estos temas del pasado?", a lo que ella responde categórica que no son del pasado sino del presente, pues se trata primero de chicos que no saben quiénes son y de genocidas que andan caminando por la calle tan tranquilos y ocupando lugares en la sociedad, lo cual no es justo.

Su esperanza a crecido porque el camino de la justicia comenzó a abrirse cuando el juez español Baltazar Garzón pidió la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet, pero además porque está convencida de que una sociedad no puede vivir siempre tapando sus heridas ni pensar que puede olvidar del todo.

Aclaró que tampoco trata de regodearse en el dolor, pues no le da al lector golpes bajos presentando escenas de tortura, sólo presenta un telón de fondo porque se sabe que hubo campos de concentración. No obstante, sí le interesa en particular que este tema salga de las fronteras de su país y que más gente lo conozca.

La ganadora del premio Periodismo de Humor, dijo que aunque se trata de un tema terrible y dramático, utiliza el humor como una salida.

"Hasta en el propio nombre Luz, se vislumbra una esperanza, la posibilidad de los personajes de no ser sólo víctimas, sino de participar en la historia y tratar de hacer algo. No creo en la pura queja, sé que lo que nos pasó es horrible, pero creo más en la acción y esto es lo que permite la esperanza", concluyó la escritora argentina.

Volver

Volver

CRONICA 12-12-99

Cultural

Sandra Licona

A veinte años, Luz, Elsa Osorio aborda el tema de los niños nacidos en cautiverio y secuestrados por militares en Argentina.

A veinte años, Luz, novela publicada en 1998 en España, conquistó inmediatamente al público y a la crítica.

Se trata de una obra que convierte en materia literaria los casos de los niños robados por los militares a las prisioneras de los campos de concentración, durante la última dictadura en Argentina.

Asumiendo las responsabilidad y el rol que juega como argentina, la escritora Elsa Osorio decidió novelar en su libro "A veinte años, Luz" (Mondadori, 1999) uno de los acontecimientos más dramáticos de su país: el secuestro y la apropiación de bebés por los militares a las prisioneras de los campos de concentración argentinos. "Mi única aspiración ética y estética –dice- ha sido saber, contar y decir la verdad".

-¿Es esta una novela de ajuste de cuentas?

-No deliberadamente –señala la autora que actualmente radica en Madrid, donde imparte talleres de narrativa y semiótica-. Esto que pasó y que nos partió en dos como generación es algo que requiere mucho tiempo para poder ser transformado en literatura. De hecho, en Argentina no se ha escrito todavía ficción sobre la cuestión de los niños desaparecidos, acaso unas tres novelas que toman los años de plomo. Mi idea era buscar un enfoque humano, más que político, aunque de todas formas cuando uno escribe no puede dejar de manifestar una posición ideológica, pero esta no es una novela de buenos y malos: contiene un amplio espectro de personajes y trato de meterme en las voces de los represores y en las voces, sobre todo, de la gente que no estuvo ni con los militantes revolucionarios ni con los militares represores, sino en ese amplio espectro de la sociedad en general. EL personaje fundamental es una joven que ha sido criada por la hija de un militar encargado de un campo de concentración, y que va descubriendo la historia del país que le ocultaron, para más tarde sospechar, por el año en que nació, que ella puede ser uno de esos niños nacidos en cautiverio. Inicia entonces una investigación que la lleva a encontrarse con su padre.

-¿Esa perspectiva de distancia le permitió que el dolor que se aprecia en la novela sea un dolor matizado?

-Sí, por supuesto, creo en la distancia en el tiempo y también en el sentido de que escribo este libro en España. Eso no es casual porque no se si estando en Argentina hubiera podido escribirlo, no porque alguien pudiera reprimirme sino por condiciones de escritura. Los personajes se extienden por todas las variantes posibles, y poseen, según me han dicho, algunos rasgos de humos y ciertos elementos de trama policíaca.

-¿Esta es también una novela de búsqueda de identidad?

-La cuestión de la identidad es un tema que ha estado ligado hasta con los culebrones o melodramas, pero resulta que en Argentina es un tema del más absoluto realismo. Cuando comienzo a escribir esta novela, que me llevó tres años de elaboración, nosotros sabíamos de las abuelas que buscaban a sus nietos, pero no había ningún caso de algún chico o muchacha que buscara su identidad, entonces decidí tomar esta voz, porque pensaba que debería haber muchas más. No hay que pensar que todos estos chicos tienen abuelas de Plaza de Mayo, más bien hay un enorme desconocimiento y una cantidad de situaciones de las que, justamente, a partir de la novela me he ido enterando y que tienen que ver con la identidad.

-¿Hay escritores que no necesariamente se sienten con la obligación de escribir a favor o en contra de los hechos sociales y políticos de su entorno, ¿cuál es su caso?

-El conjunto de la sociedad estuvo afectada con aquellos hechos, lo que pasa es que muchos no quisieron verlo. A mí me han preguntada infinidad de veces si esta novela es autobiográfica y siempre digo que de ser así es imposible que estuviera aquí, hablando con usted, porque de hecho si a mi me hubiera sucedido lo que al personaje de mi novela, no tendría un hijo, como lo tengo, y no estaríamos los dos juntos y felices. Los hechos no te tienen que ocurrir directamente para que te ocurran. No diría que la mía es una novela de denuncia aunque sí denuncia. Escribo porque me gusta hacerlo, pero ante todo soy un testigo de mi tiempo y esto que sucedió nos pasó a todos. Podemos hablar de las víctimas en los campos de concentración, de los desaparecidos, pero no hay quien no haya sido afectado, aunque de formas diferentes.

-Hay gente en la Argentina que me cuestiona: ¿por qué esos temas del pasado en una novela contemporánea?, pero yo pienso que no son del pasado sino del presente, esos chicos no saben quienes son y los genocidas están caminando por la calle, ocupando lugares en la sociedad, no puede ser que estas personas tengan un lugar en la sociedad lo mismo que cualquiera de nosotros, no es justo. La verdad es que tengo mucha esperanza porque se ha abierto un camino de justicia no sólo en España con el caso Pinochet sino también en nuestros países. No creo que una sociedad pueda vivir bien tapando sus heridas, porque creo que hay heridas que no deben, por ningún motivo, olvidarse. No hablo de tener el dolor presente en todo momento, pero tampoco olvidar lo que sucedió porque taparlo significa que aparecerá por otro lado. Si bien mi objetivo ha sido siempre literario, en esta novela, particularmente, me interesa que este tema salga de las fronteras de mi país, que se conozca en la mayor cantidad de lugares posibles. El libro se está traduciendo a varios idiomas, se ha contratado en otros países, y eso me hace pensar que tal vez el tratamiento de la novela lo convierta en algo universal y no local, porque el tema de la identidad es algo que debe importarle al género humano.

Volver

Volver

REFORMA 14-12-99

Cultural

Silvia Isabel Gámez

Aborda en su novela el robo de niños

Elsa Osorio busca hacer justicia a través de "A veinte años, Luz".

Para Elsa Osorio, la literatura es denuncia. La escritora argentina hace justicia en la novela "A veinte años, Luz" a los hijos de detenidas robados al nacer de las prisiones durante la dictadura militar en su país. "Quise dar a los personajes la posibilidad de actuar y no sufrir pasivamente", explica.

En Argentina, la novela publicada por Mondadori, que Osorio, Premio Nacional de Literatura y autora de obras como Ritos privados, Reina mugre y la biografía Beatriz Guido, tardó tres años en escribir, ha provocado desde el rechazo hasta la identificación de una organización de hijos de desaparecidos de Tucumán, HIJOS, que han encontrado en los cuestionamientos de la protagonista, Luz, un eco de sus propias dudas.

A la escritora radicada en Madrid desde 1993, los argentinos le han hecho dos preguntas insistentes: ¿por qué abordar un tema periodístico?, ¿por qué escarbar en las heridas? "En mi país, la gente nunca se acaba de enterar de nada, no toma conciencia, pero más allá de su ideología, nadie puede estar de acuerdo en que le arranquen su hija a una madre".

Las "leyes de impunidad", de Obediencia Debida y de Punto Final, que libraron de cargos a los miembros de las Juntas (1976-1983), provocaron un resentimiento en la sociedad que sólo en fecha reciente se ha visto compensado con el arresto de militares como Jorge Videla y Emilio Massera acusados de sustracción de menores, el único delito que no ha prescrito, indica Osorio.

"Se habla de 500 niños robados; las denuncias probadas, con testigos, son cerca de 300. Creo que no es posible saber cuántos fueron porque había muchos campos de detención con maternidades instaladas. Es un tema del que a la gente le cuesta todavía hablar, pero los juicios iniciados y las acciones de las Abuelas (de Plaza de Mayo) lo mantienen presente""

"A veinte años, Luz" es una novela "femenina", hecha de voces de mujeres que reconstruyen en una mezcla de tiempos la búsqueda de una identidad. Miriam, la prostituta solidaria; Mariana, el rostro de la sociedad enferma; Luz, la joven que vive como una extranjera en su país y no descansa hasta saber quiénes son sus padres. Liliana, la madre sacrificada por sus ideales, aparece vislumbrada pero sin voz, para evitar que lo trágico de su historia rompa con el "difícil equilibrio" de la obra.

"No es casual que sean mujeres porque la única lucha contra la dictadura provino de las madres y las abuelas. Me interesaba el enfoque humano y no adoptar una postura feminista, aunque creo que en nosotros existen más matices y posibilidades de establecer alianzas que en los hombres".

Osorio evitó también "regodearse en el dolor". La tortura está presente, pero no de manera explícita. "El motor de la novela fue pensar, por un lado, en cuántos secretos esconde aún la sociedad argentina, cuánta gente sabe cosas y no las dice, y por otro, qué pasará con esos chicos robados que nadie busca, quizá porque sus familiares ni siquiera saben que existen, que nacieron cautivos en un criadero de seres humanos".

No hubo investigación por parte de la escritora, sólo recuerdos, como una forma de asegurarse que su novela llegara a ese lector que no fue militante ni torturador, "pero guardó en su interior el horror más tiempo del que pensaba".

"Es la primera novela argentina que aborda específicamente el tema del robo de niños. Son muy pocos los libros que transcurren en la dictadura, y tienen como protagonistas a "quebrados", hombres que sometidos a tortura terminaron por colaborar. Un dato importante es que cuando los militares toman el poder, dictaminan que la guerrilla ya está prácticamente aniquilada; entonces, ¿contra quién fue su lucha antisubversiva?".

Osorio, aclara, no militó contra la dictadura, pero muchos de sus amigos fueron asesinados por el régimen. "La novela no reivindica ninguna posición política; mi única lucha es por los derechos humanos. En el pasado estuve cerca de algún grupo de izquierda porque lo importante era tener ideales; por eso en el libro se repite una frase que debe llegar a Luz: los mataron porque quisieron una sociedad más justa; todavía considero que los únicos enemigos son los genocidas".