Poesías
Las nalgas de Maruxa
... la Shakti de Bhairava dijo: Si se mira fijamente, sin parpadear, cualquier objeto físico como si fuese la primera vez, privando al pensamiento de todo apoyo, pronto se alcanza el estado de Shiva: Vijñana Bhairava Tantra, frag. 57
Como si nunca te hubiera conocido me gustas.
Mucha belleza se esparce sobre el mundo
en forma de mujer y comienzo a quererte
por causa de tus nalgas.
¡Es terrible confesarlo y por eso te quiero!
Pienso en la tersura de los pétalos
y doy con la almohada de esos muros
con ilusión de arcilla y manos de mis manos!
Pienso en nubes redondas y nimbos
y esos círculos me llevan a tu carne!
Resbalaste en mis párpados, camino al baño,
y hallé tu hermosura
en jardín cuyas rosas me aroman.
Un abismo de colores me
entrega sus tibios arcoiris,
donde puedo en lo más alto
de la espuma, oleaje cósmico de cielos,
palpar densas sensaciones
tu indescriptible encanto.
Entonces, juego con dimensiones serpentinas
y soy escama
que a tu piel se adhiere, siendo tú
lo más terso que experimenta mi beso
y mi abrazo...
Voy al tiempo de tu rastros.
Me coloco en tus márgenes,
con densidad que no tienes.
Fluyo del agua a tu fuego más sabroso,
hallo mi piel en la tuya
y resbalo en tu barro delicioso.
Me visto con el desnudo de tus formas
y siento el peso que te falta;
te metes aromada en mi cama
y no despierto; amanezco contigo
y no recuerdo las horas
sino que estoy absorbido
por tus nalgas,
tus jadeos,
tu aroma,
tu piel.
No existo.
Me has robado.
2-5-89
Serás luz y dulzura
No te llamaré Tiniebla.
Nunca más. Serás luz.
En mi saliva nacerá tu nuevo nombre,
Dulzura.
Creeré en tus senos de almidón,
en tu suave tersura de lípido.
Hijita, blanco japio,
¿cómo se verá tu cabellera
abundante en el viento?
¿Se mecerán tus pechitos
cubiertos de jaquetón
en la brisa, girarás como ondina
dentro del manantial,
coquetamente líquida,
seductoramente fluída?
¿Serás el pez sublime,
el más pequeño,
o el más inmenso y adorable?
2-5-89
Corinna / Fortunecity
Coatlicue
... el apego a los objetos («ragâ») transforma a los objetos transforma la perfecta satisfacción o plenitud del Sí-mismo en aspiración determinada hacia determinados objetos: Javier Rou
Me has querido bien,
paciente, sana, vigorosamente.
Que yo sacara dulzura de la peña
y me lavara en el río
donde te bañas y alimentas
ha sido tu esperanza.
Pensaste que yo doy vida,
pero más vida hay en tí,
depósito silvícola, centinela de kakón.
Te difaman, hígados de indio,
y se equivoca: tú, más candidez
sacrificaste ante el Hades
por los hijos perdidos en la sombras.
Negro luto quemas en rituales
siendo adorable sin saberlo.
Más finos y tersos tus pétalos,
flor oscura, que las de muchas mañanas
y en tu vivir, Coatlicue,
menos arrugas y dolor dejaste.
Han sido tan limpias tus llamas,
fuego purificador, porque litas.
Lo sé porque me has querido
y el altar no miente
en la paciencia que atestigua.
¡Soy el residuo más dulce
que creaste en el carbono!
5-14-1980
Timidez adolescente
Los sátiros (Frag. # 7)
¡No huyan, son gnomos,
migajitas del Pan todo inclusivo,
no corran, son silfos, no teman
de estas coquetas apariencias del deseo,
no eludan su presencia
porque tiemble la tierra,
o se agiten las aguas!
Son íncubos para el amor y el sueño.
Son larvas de atracción.
Son kóbolos.
Son sátiros.
Son amor del cosmos,
sinagogas del proceso natural
de la masa y el fuego.
2-5-89
31. Me gusta cómo te mueves (1)
Me gusta cómo te mueves.
Excitas al tálamo.
Lo vuelves un chincual
sobre la superficie del colchón.
Y las hormigas rojas, pequeñas y malignas,
que son tu ahí
se engendraron, multiplicándose.
¡Ahora son mías como escozores!
Un día que tu cola raspó el córtex
aparecieron con los besos y las noches.
Tu cola muerde y se retira, ponzoñosa.
De las esporas asexuadas
verificas el punto fijo.
Lo calas donde más duele, te hundes.
Y revientas tu ademán de cumiche
sin que nada prometas al niño
con esperanza de sol,
que no tiene aguijón, como tú.
Más negra no ha de ser,
la compresión infinita;
te decaes porque el alma
de tu joroba volcánica huye
y el aliento tan ígeneo y tuyo
es el puñal que visita las collejas
y el débil nervio
de las flores animales,
mi jardín, mis valles, mis cayos.
¡Pero me gusta que seas curro y majo!
y con el sarape de Tlaxcala,
surtido en tí sobre los hombros,
te enaltezco
como si fueran necesarios dos paraboides
en el Este y el Oeste
de tus cumbres ligeras, libres,
como manos de Céfiro.
9-15-1990
Le voy a decir al mundo
Le voy a decir al mundo que ví al sol.
Y es una bola de fuego,
brillante como los ojillos de un niño
lleno de energía.
Una adolescente parece
que, al besar su primavera,
ensaya la noche con que sueña
para su amor vibrante.
Al mundo informaré que una nube
ha jugado con la tarde y se inventó
el crespúsculo cuando ellos
no se habían cansado todavía.
Aún sol y primavera están llenos
de colores... y yo estaba presente,
sediento de alcoiris y paisaje
y el niño, la mozuela y el crespúsculo
saltaban en mis ojos.
8-6-1989
Ritmo
Puede que el mundo lo sepa
(pero quiero decirlo para que no lo olvide):
a la mañana la sigue la tarde
y un día entero tiene forma de mujer,
tiernamente divertida en sus quehaceres,
dulcemente cautivante, aunque esté cansada.
Y la noche es la misma mañana que se pervive.
La tarde es la noche que no quiere acostarse
y el sueño, que al descanso llama como un arpa,
no se detiene, sino para fundar amor,
plácidamente, y acariciar la piel
con la mañana.
8-6-1989
El verso
Antes no sabíamos que el verso
es una hélice que flota y que circula,
serpentinamente, paseándose
alrededor de esta escalera.
Que el gusano del ser se enamora;
se instruye en las cartillas y los silabarios
de su nucleón en amorío.
Ante otra hélice, cadenciosa, él danza
y la unidad atestiguante se avizora
y dice al corazón:
¡Dame peldaños,
quédate en mí, con sed de ansias,
salta orbitalmente, muerde al destino!
... ni que cada letra del ser tiene
una llama y sabores, números corpusculares,
torres por una canción tan alta
de infinito que el poder-ser avanza.
El verso cimero se escribe en el genoma.
Se afirma en el espacio más recóndito
del bíos, se estructura y se canta...
3-12-92
El ser
El ser está hogareño cien trillones de veces
en castillo de sangre y proteína.
Entre charcas de nucleótidos, el monarca
pasea, divaga, se estremece.
El horizonte es un soluto amurallado
y su paisaje es infinito en apariencia,
aunque nunca lo sepa
por sus débiles pasos
y su corta existencia.
Todo tiene su réplica de ardides,
poder tortuosamente comprendido,
afán desde los ojos, milenario,
y es querer vivir y, aún morir,
lo que lo explica.
Hay un ritmo preciso de conteo.
La mariposa, temblorosa, su crisálida suelta.
El monarca también su red de pasos
y la vida deviene organizada y él es la vida
y camina y divaga y sufre y muere...
4-11-92
Las siete almas
... every animate thing hs a soul:
G. de Purucker
Llamaré alma a tu nombre
porque se dice con sílabas
que imperan sobre la muerte.
Te has ido antes que yo de lo manifestado
y quedó Tu Nombre como bramido del Viento,
como el eco de Indra, armado en el espacio etéreo.
En la intimidad de tu cuerpo,
tu alma de fuego me despierta; te agazapas
como la serpiente más bella de la noche.
Subes como un torno, taladras
con las chispas del udena.
Te derramas y quemas.
En el foro de mis ojos te llamará: Refulgencia
... porque depositas lo eterno en las cosas,
inclusive en estos huesos que tiras,
que acuestas y enderezas, alma es el agua
donde nací siendo alga, pez, rana, mamífero,
alma el arroyo que deja flores en el limo
y piedrecillas en restinga a la vera de la riba.
Alma soy por causa de tu alma.
En la intimidad, cuando despierto,
el frío huele a lunas de nostalgia,
volvería a tí por soles, por ojas de tu Brahma.
En tu tersura está la carne de gallina.
Se han abiertos tus poros en mil ojillos
que vibran y embelesan a mi tacto...
y la luz azul te sale del ombligo
y comprendo que también hay diosas
con el alma de la Tierra y que me tienes
en regreso en estos montes
que son como el Moriah y el Horeb:
el karma existenciado.
4-11-1992
El aliado infiel
A un aliado hay que vigilarlo tanto
como a un enemigo: León Trostsky
Tú, que crees en el amor
y buscas la palabra delicada para
dar su presencia, ¡ten cuidado!
La palabra es signo y señal
y origina sospechas, aunque tengas
un perdón con suaves manos
para quedarte con el poco cotidiano
de este hacer y sentir con los otros.
Aún sedientos de amor, a susurros,
se acercan, fieles a medias,
tiernos a ratos, incoherentes, temerosos.
Ni amar ni odiar es fácil,
menos vivir, sin pausas, amando.
El olvido evoluciona lentamente.
El fardo del dolor, pesadamente, se carga.
La gente se quiere, se alía, se intercede,
tan a plazos que a veces
tarda la raíz en darse asomos
y una flor no es una flor
ni en lo más alto de la rama.
Raíz, flor y tallo son retazos
de lo hermosamente latente, irredimido,
aplazado, ignoto, incomunicado.
¡Lento es el amanecer que se espera
cuando se ama; y no siendo hostil,
ay, como se espera, cómo tarda!
Vigila, pues, amor, la madrugada.
Alguien siempre llega herido como ladrón
sin suerte y ha de morir, quizás, agradecido,
al amparo de tus manos...
17-5-1997
(Publicado en La Blinda Rosada,
16 de julio del 2000)
Infernalis Locatio
... la Ilusión es la libre voluntad de Siva
Con el desafío de todo cuanto impulsa a muerte,
a cada instante se prueba el hombre.
Todo lo destruye
con su obsesión de glorias...
pero la riqueza no termina de hartarlo
porque su lugar
es debajo de la tierra,
infernalis locatio.
En la más oculta y recóndita porción
del alma humana, en ese inferus predio,
infernalis locatio, se cocina
la muerte diariamente.
Dentro de nosotros, la naturaleza
se alimenta de ansias,
de apetitos oscuros
y todo es una larga noche,
una larga noche.
No hay madrugadas
por la falta de soles.
El hombre enciende la luz que puede,
su deseo de transparencia.
Y ésto no basta
porque todo es breve, sucio, antiheroico.
Cada mortal se levanta hambriento
como si comiera sales del sequedal,
gusanos que son externas huellas.
Incapaz de morder las duras rocas
por la blanda bestia, coces da al aguijón.
Se la pasa soñando con pasiones y riquezas,
con cambios y transformaciones,
con luchas, con anhelos,
pero así como sueña y construye, olvida
y da pasos atrás y cae y muere...
La impermanencia está en sus ojos
y hiede tras la máscara del humus
y se lo come la inercia
como volcán de gorgojos
y avisperos de cuitas. Y entonces...
viene la primiginia manera de matarse
y, al hacerlo, más olvido,
y por lo que olvida, sufre
y el ímpetu de sangre
(que en él es su riqueza)
se agita y no se lo perdona
y no se reconcilia con la vida
que yace en las moléculas.
Y es por ello que el hartazgo de la muerte
es el drama más sincero con que despertamos.
Es nuestro trago de vino mañanero:
y la patria no es una razón de morir
(ninguna guerra tan heroica
que no sea más de lo mismo).
Nos medimos por el polvo y el olvido
y nos vivifica y lame la muerte
como a perros precarios y pulgosos.
La batalla nos sangra las manos
y el odio es la cadena, nuestra cola
de crímenes históricos.
El oro y la fama no son razones para morir
sin esta jerarquía perdida entre los dioses.
Cocinar fantasías es sólo aproximación,
no memoria del fuego perpetuo,
pero si dejamos de soñar
también se deja de vivir.
Y ninguna venganza, ningún orgullo,
ninguna jerarquía
desoculta lo que es tan deseado,
lo que habríamos perdido, sin buscarlo.
La muerte sigue siendo nuestra sombra
y sobre ella, sin gusto, cohabitamos.
17-3-1990
Tantralia
El mercader
Me inventé el alma,
moneda por moneda,
hasta que del mar
como cartera vacía
o botín de sales y espumas,
no quedó por fuego
ni la mínima llama.
El último pez se tragó el cosmos.
Entonces, descansé en paz.
Cerré los tianguis que son olas,
mis talleres, burbuja por burbuja.
Como mercader de muchos mundos.
bajo el agua, yo sobreviví las cuarentanas
y me hallé en el vientre salobre de la noche.
Y se hizo el día de escapar bien vomitado
con el deseo cabrón de hablar al prójimo
y comprar/vender los secretos de la espuma
que sólo se aprenden del Seol lleno de vida.
Por eso soy la perla de los años,
sedimento encrustado
en la boca de la Gran Quimera.
Vencí las algas y las sedes minerales,
la demencia que no tuvo palabras
y devine, contínuo,
como jefe de todos los rituales
y oleaje de todas las delicias
nabî, kalû, mosheh ...
te coseché, boca de trueno,
te defino, lengua de profeta,
te lastimo, mercado de las olas.
Y agradezco, sin témpano por alma,
las estepas bálticas y eslavas
y los fiordos noruegos
y quise mi chapuzón
en los mares de Armenia y Anatolia
y mis palabras nuevas
más allá del Mar Caspio
y los ríos Dnieper y Volga.
Y difundí el indicio, la señal,
la sílaba del sueño.
Me inventé el canto,
el grito, la malicia,
la consigna, el interior sobreviviente,
el perpetuar que oye
y el silencio que habla.
2.
Sin esperanza, cada andrajo es más frío,
más lepra, feroz araña y sarna depravada.
¿De qué sirve la espiga y la humedad espesa,
las anchas manos de mis propias raíces?
Sin esperanza,
no hay visión germinal.
¡No hay posibilidades!
¡Bostézame el Aleph
y házme como tú,
mago del Aire!
¿Alguna sombra de mi amor es suficiente?
Rompo la cárcel de este núcleo de larvas.
Abro tu espacio en mí, sorbo de presencia.
Te doy mi ser enamorado.
Escucho el fondo oscuro del vacío
y abro mi boca al pan ausente y vibrátil
por causa de mi sed más pura.
3.
All poets are Jews: Marin Tsvetayeva
Fui en la unidad de la cuna montañosa
y las grandes distancias me fueron
separando en noches de siglos.
Fuí el primero en escribir la lengua báltica
con carcajadas lituanas y resquicios albanos.
Soy hitita y frigio, proto-indoeuropeo.
Río en el Lejano Oriente de Tocaria,
y en el valle siberiano, frío cachondo,
con dientes de navaja,
y mudas y cansadas cuarentenas,
a oscuras, entre huesos,
más enormes que los míos, me silencio.
Larga historia tenemos los pescadores,
los navegantes,
los nuevos dueños del pez
y las nerviosas y fugaces musas de los ríos.
Los sepultados en ballenas miramos
la vida del estómago.
Le buscamos las costillas al cosmos
y, claro está, sorbemos de la pegajosa abundancia
de la grasa, la albúmina y el bios.
Aprendimos a usarla para las vivas tortas
y los dulces casabes
y trovamos la gran canción de los puñales,
las leznas, las adargas y la kurda mercadería.
¿Para qué callar la metarulgia,
si echamos piel de bronce en Remedello,
Gaudo y Rinaldone, para qué negar
la Tumba de la Viuda y el cobre de las mulas?
4.
Vivir para no conocer es pérdida de tiempo.
Y el tiempo es oro.
Yo no robo oro desconocido
de manos sin sudor, sin cuarentena.
Yo hurto tiempo, pulcro tiempo,
solitario e íntimo,
para lo más bonito del misterio:
su dolor que es vida;
su duración, que es gozo.
Su visión, que es poesía.
Hurto la vida al por mayor
y mis clientes me roban
... y yo a ellos.
Les comunico
epidémicos modos del habla
para fugarse del cadalso,
la cámara ardiente,
la hoz y el martillo,
la prisión, el fusil,
la horca, el garrote,
y la Torre de Londres.
Ser ladrón en negocios,
su pasión cobra,
su precio conlleva.
Los hipócritas se acercan,
sin saberlo, para que yo les regale mi poesía,
y les llene las carteras con delicias.
Entonces,
¿qué hacer sino pasarles gato por liebre?
y enviarlos a cuarentena,
con este germen contaminante
y epidémico de lepra,
tránsito en el vientre de Jonás?
9-1-90. Irvine, CA
El libro de la vida
Abran el libro de mi vida.
La carpeta son dos paredes replicadas
que una célula forman, una caja de cuerpos
que me llevan al mundo, a la flor y a los mares,
a la fruta, a la bestia, al aroma, al murmullo.
Tengo un lomo de puros leucocitos
y me sanan cuando duermo, temeroso
del naufragio y el abismo.
Y a las orillas, una vez infértiles
y cocidas por envenenados sequedales,
suplico su primitiva humedad de barranqueras.
Busco el hito de velas y de barcos
hasta en remotos hitos de jungla y lodazales.
Cada hoja que se pegue a mí,
que mi cuerpo sea yo solicito.
¡Abridme en volúmenes de antena
con cada palabra hormonal que arranque,
en flote, suspiros de márgenes ardientes.
En densidad, sin vaivenes,
vean mis secretos fondos tan blandos y anhelantes.
Pongan ojos en mí. Esperen mi partida.
O mi llegada. No me dejen sobre resacas rojas.
Abrid mis páginas
porque la sangre es fértil
hasta en el negro escarabajo de la muerte.
Esas miradas suyas que mis nutrientes sean.
Que me toquen en la herida abierta.
Que me sanen en los gritos profundos.
Que escupan sus islotes de ígnea exploración
y ardientes sedes, sombras para el sudor
que está en la rada, en los puertos,
en la simiente posible del pez.
Quizás cosechado en espigas, rencorosamente,
o por amor, por telares en friega,
han de darse, una vez y por siempre,
motores encendidos y manos de cosecha.
Aquí estoy.
Les llamo nubes, aguacero, marisma,
bandera, barcaza, galeones y nada soy sin rescate
de una hélice espiral, mi hermana tierra.
Mi patria es nucleosíntesis, proceso indetenible.
Nada sin voces de ballena,
nada sin ojos de circo solidario.
Nada sin sus arterias al trasfondo linfático
del barro, nada sin su evolución que nombra
al esqueleto mío, al puente que me eleva
al corazón de exploradores, al amor posible
que todo lo llena, lo salva y lo nutre.
Los ojos no se completan
sin saber que me han amado
por las ramas y los soles.
Leed de las más pequeñas letras del grafitti
que tan duramente saqué de lo salvaje,
tiernamente al escribir mi pez en cada molécula.
Un cielo promete, río subido al infinito.
Brutalmente salvo al hombre
que bendecirá con las memorias y escupirá
en sus ojos para entrever su presencia
en cada pared de sótano biológico.
Empujo estas paredes
más allá de mi yo desconocido
y dejo cien trillones de letras con mis cuitas,
unas verdes, azules como algas,
unas tristes, grises como lo ignoto,
unas pestilentes por ser, en tentativas,
unas organizadas para huellas de soluto.
Lean que dejo al cristal, por pupilas...
casi arena, sílice, gneis de los tiempos.
He mirado en el fondo y la mar me dio olas
y ahora el viento, su universo de polen,
y como barco voy y sin chalupa vengo.
Estoy por otras torres, llovido desde el alma,
por otras perspicuidades, seco en el horizonte.
Estoy en mi genoma, vibrando en albúmina
y cal viva, y tumba de ángel y raíz y espiga.
Aquí dejo mi diario, letras moleculares.
Me transformo y zanjan con sepelios
de sal, y la vida almidona temblores
y este sismo en la voz y estas guitarras
de sol en lo profundo, no sé de qué cielo
me proveen su sangre,
no sé de que ángeles subterráneos,
colocan sus niñas en mis ojos,
aunque las formas sensuales vuelan
y pavimentan amor en mis costillas.
¡Ay, no sé si voy, si vengo,
si me orbito, o me pierdo
en la quietud de la sombra, o el abismo!
Lean, abran el libro de la vida,
el mapa de mi tiempo que se pierde,
la ruta de mi avance,
insinuada de extravío itinerante,
el preciso punto en que me olvido,
el instante de angustia que me encuentra.
La página es de sangre como gloria.
El plasma es tabernáculo,
shekinah de una pasión o su agonía.
Y una dicha goteante me persigue.
Un yo que más que vivir, pervive dando coces,
a poco de llorar y va cantando
su aguijón con alas de mercurio.
Un ser con sus espacios soy,
un ser-uno-con otros,
que se abraza al mundo, se abre
con sus libros a la madrugada.
El Uno es Quién y el yo ontológico,
genoma interrogante.
(Publicado en Tertulia de Mizar, Núm. 685, 20 de julio del 2000
y en La Blinda Rosada, España, 9 de julio del 2000)
Eva (frag. 3)
Calentadora de la magma fósil,
hornilla erótica, la mujer
edifica más que el hombre.
A la ausencia, sin duplo, dulcifica.
Saca el placer a la miasma
y al metano nauseabundo.
Los mendrugos coce con el púbis,
multiplica el pescado en las verijas
y redobla la vibración de los escrotos.
Así tiene el Tiempo
su Tambor de Nataraja
e inaugura su tick-tack
el reloj de lo vibrátil.
Ella evayacula, zumo pujadora
lo que Adam petrifica.
Eva todo lo combustiona
mientras Adam se derrite
una vez el Bing Bang
lo dispara con pujadas
a los rumbos inciertos.
El quiere la cobija que ella tiende
porque nació desnudo en los fríos
de cuatro fuerzas desunificadas.
Sueña y se afana por el lecho
donde él tiene que nacer.
Ella, sin él, fabrica la cueva
de su propia muerte
y lo elije por marido
y lo llama Adam, su tierra roja.
La mujer muere en el hombre.
El no tiene otra tumba que ella diga:
Es la mía.
El fue primero punto, coma y línea.
Ella vino después con la forma de piedra
y se hizo círculo y triángulo peludo
y torso, con dos campanas
que parecen volcanes en la Tierra.
Ella dijo el primer ¡Ay!
y huyó por las puntas
del cangrejo, tan lenta y apacible,
como supo ser por no saber mirar el Todo.
Ella camina con sílabas que Adam ignora,
pero que él tiene que aprender,
si de sobrevivir se trata
este aquí y ahora, hic et nunc...
Siquiera es como él cuando ríe,
pero ella es ella
y, como ella, ninguna...
Su voz es dulce
como mordida al caimito jugoso...
Ella nunca bosteza.
El tiene hambre de contínuo.
Tampoco forcejea con sus riñones.
Otros pelean por ella y le prestan los suyos.
Siendo la reina, él es el zángano.
Lo aloja en su colmena.
Las hembras son vampiras adamyuladoras.
(Publicado en Tertulia de Mizar, Puerto Rico, Núm. 560,
7 de abril del 2000
A una muchacha iraní
Alguien, yo me ofrezco,
deberá seducirla,
entrar a su cueva, sacarla,
convencerla,
robar si es necesario
lo que oculte bajo su chador.
Ella es la bestia rica
y su casa está llena de esplendores.
¡Su caverna es muy secreta
y está transfigurada a pesar del acoso!
En lo profundo es tierna,
comprensiva, jamás mezquina
como somos. Ella es fértil, luminosa.
¡como la esperanza! ¡la felicidad!
Su verdad estructurada es arisca.
Los animalitos se parecen
a las niñas, dulces siempre
y, sin embargo, acorraladas
por dialécticas causales
de la rivalidad.
Bajo el chador a quien ama lo verá
y lo echará como su manto de sí
para quedar visible cuando su corazón
se evada en escapada
y quiera unirse al hombre que merezca,
sin el gesto obligatorio de la vil sharía.
Por eso es que, con ella,
sin mañas agresoras, celoso soy
en la tarea de quererla y buscar
(porque no es un fantasma
por tules negros cubierta)
su virtud, su alegría.
Es la necesidad viviente
del gozo y la raíz, su magia.
Sin embargo, tras el luto
de una cueva indeseable
del Oriente, cautiva está.
Tantralia
La sustancia
Para referir la sustancia,
el poeta mastica la sintáxis de los entes
y vomita al espacio prioridad y recurrencia.
Se precisa gran dolor para abortar
voluntariamente, sin parir
el cascarón más ígneo de este plasma
y, en su lugar, arruinar las órbitas veloces
que han pretendido ser, entitativamente.
Callarlas cuando se distribuyen
en su conformación y sus desórdenes,
en sus correspondencias y opuestos.
Para negar al hijo imperativo,
de categóricas putas cognitivas,
nacimos los poetas
y, al negarlo, a los cómplices cohechos
de su madre, mal-parimos.
Para poder oírse,
sin que las categorías envilezcan
su condición y sustrato,
su continuidad y su ensamblaje,
el poeta olvida la choya de los gestos oficiales
y adopta de cada ultimidad
su deseo:
tragar, moler
y vomitar el TODO.
2-3-1997
Lo Idilico (1)
¿A qué llamaría yo... naturaleza y, al hacerlo,
con mayúscula alegría, Natura mía,
con terca convicción, a qué, o a quién...
si no a mujeres visibles,
niñas en mis ojos, mi realidad,
y a una, en particular,
a tí, tan quieta y frágil
que duermes a mi lado?
A lo que es la sustancialidad que me comulga,
a lo que soy por tu causa, contingente,
el shamán que las amo, uno en todas...
Sustancia apropiada de mis sensaciones,
aquí y ahora, designo y digo: Tengo mundo,
mi mundo eres, mi orden para hallarme
y piso fuerte, sin capricho, ¡existen!
aunque sea el mundo...
el espacio de mi cama.
¡A ellas y por ellas!
por su causalidad, exquisitez conozco y nombro...
¡No hay entelequias ni transmundanerías!
Al pensamiento han dado más que imágenes e iconos.
Este contenido es certidumbre.
Es tacto, carne y hueso,
el aliento suave, tierno, audaz,
erótico y fecundo, preso el mío del suyo...
y ambos realmente satisfechos...
2-3-97
Lo Idílico (2)
Yo, que creo en los árboles y me gustan las palabras
como son rosa y flor y raíces y sol y primavera
y que no sé sobre el por qué me gustaron
las nociones, vegetalmete irruptas,
de lo idílico, debo estar loco:
el mundo es duro
como guayacanes y muros calafateados
y me dejo engañar con dulce invocación de rosa,
con fragancia de cielo,
gotas de rocío,
sorbos de aromáticas raíces
y hasta con neumas cordiales
que llegan a ciegos velos,
los ojos al soñar, al creer,
por mirar al infinito.
Yo adoro a la Naturaleza
y a la criatura que es, no siendo humana.
Me fascina cuando es mar bajo los cielos
y cuando brotan las flores
y los gránulos de cada semilla.
Madre Naturaleza: te he personificado
para más creer en tu vínculo conmigo;
si no tienes corazón, tormenta y rayo,
mar bravo, violento ciclón, amargo sismo,
yo te doy uno; pero sé, mujer, madre,
parturienta, amante en celo...
Ya raramente observo al bosque
Tampoco a cielos claros, encendidos,
ni a la gloriosa dimensión del campo abierto...
.
Vivo en este urbano infierno de los cantos.
¡Pero una mujer a mi lado me devuelve
hasta a los ríos y las junglas,
secretos del esplendor biológico
y a la historia de cada movimiento,
de ciclo de anhelos, me entregan, por igual,
en lo humano y en lo social.
Y con amaños teóricos, lo reclamo todo,
en ovogénesis, en clamor
de Tierra Prometida y entregada!
...y por esas pequeñas semillas
que han sido mis niños, espinosamente traviezos,
los que entran y salen de mi casa como animalitos,
amo a la mujer más campesina, a las indias
del monte, a las hembras de las campiñas,
y a veces descubro, colgados de mis párpados,
por gozo y lágrimas y asombro, lo que pensé
haber perdido en este laberinto urbano.
Al fin, que son dulces como las frutas,
delicados como el alcoiris,
los niños y la mujer,
las criaturas naturales
sobre el mundo
de los vulgares materialistas
y crueles tiranos
con la palabra
Dios
forjando
llanto.
14-9 1992
Lo Idílico (3)
Cautivo estoy de este mundo social
que no tiene amor por los pájaros.
Que evita cantar en manantiales.
¡Qué pocos se lavan sus pies en ríos fluyentes,
qué muchos los transidos,
en estanques de balas asesinas
y en sangre de niñez inocente,
sedientos y mojados,
salpicados de cal
y de más amargura que lloviznas!
La armonía, si es el edén de la arboleda,
o si es el amor del paraíso, evoca soledad,
pero, con montes de piel, ninfas,
cortezas de árboles y danzas de silfos, renazco
y entre remolinos de dulzura infantil
se vibran como llama, se purifica el corazón
y somos alcoiris y la boca, agua bebe
de los pozos dulces.
Y la piel brilla como soles
y el alma atrecha
por piadosos escondites
de montes y riachuelos.
Apartado de ecosistemas e instintos naturales,
a pesar de mentiras e hipocresías que se agregan
al esquema de mis relaciones con el mundo,
intrusamente humilde, me remedia la esperanza.
Me nutre, a diario, el vendaval de unos ojos salvajes.
Son los de mi hija, sangre soñadora, que ya duerme,
la diablilla del porvenir que está en su cuna, mi alegría.
Al lado, cómplice del recodo de su nido,
su madre, mi esposa, cuyo torso respira tan suave
y adorablemnte como el primer día,
¡oh, madre dormida, te amo!
Adoro sus túrgidos senos
y me encanta besarlos.
Es que canta su corazón tras lindos huesos
y lo terso de su piel es mi cosmos.
Su montículo de musgos, Su sexo,
es mi Rezo para toda la multiforme diversidad
de la Naturaleza,
el templo al que voy,
apasionado de epicureísmo, es ella
y no voy a creer, con tonto rito,
sino a sentir para creer aún más
de lo que creo.
Me hundo debajo del ombligo más fecundo
y ella me devuelve, célula por célula,
las certidumbres más profundas
por las que me oriento.
A gusto me revuelco en lodo cósmico,
porque creo en sus semillas y en su testimonio:
la Hija que me dio.
En su fe siempre hay frutos,
hijos con porvenir,
continuidades...
19-9-1992
Los filósofos del agua
Me veo y me deseo
en los consuelos de estos viejos de ayer
que saben calcular a dónde vamos,
que no tienen infiernos atormentadores
ni destinos de condena.
Escriben su flecha sobre lo más dulce del seno
de la tierra: sus aguas, cambiantes y vivas,
y aún sobre la sangre de las estrellas.
Con amor se designan
y son agua, dijo Tales de Mileto,
y el apeirón es éter; pero la vida se origina
en los mares, en la sed dulce,
en la vibrante fluidez de las moléculas...
En estos héroes yo creo.
Y con las niñas de estos ríos
yo voy y escribo amor y canto.
11-9-97
La lluvia es nueva hoy
Haya llovido o no, llegaron a la orgía.
Y llueve a campo abierto y, en las calles,
la gente está llenando sus calderos.
Desde los cielos
una dulzura, cándida y jugosa, se vacía.
Casi todo corazón, como si fuera excéntrico.
la intuición de las cosas intenta, las persigue
y, como por leche santa, a todo adjunta fuerza y vida.
Nadie está seguro - ¡pero la intuición les basta!
La lógica, por argumentativa, es tarro de clamores.
Está lloviendo a cántaros.
Las garrafas se rebosan caprichosamente,
llenas de desagravios y empirismos.
La libertad es la sustancia acuosa
tan fresca como pezones pubescentes
y labios y lirios.
La mente funciona esta mañana
sin acierto, sin pegar una,
yendo a las batuecas,
cuando intenta entender la duración,
la experiencia vital en madrugada.
La inducción lógica se ha cimentado
en nada, en vacío.
Mala es la generalidad que se valida
sin su raíz en los particulares,
sin estos avatares de agua cristalina.
Acá abajo
el terco como mula
tiene en la mano una jarra
y el más feliz, el bueno,
su vaso de contento.
Desde las cancelas, las niñas averiguan
si el placer las hará conejillos de Indias
yendose al desagüadero de sus calles
(las cuitas informuladas, silenciosas),
río abajo, sin señales...
¿Cuál es la naturaleza de esta lluvia
que reparte viejo amor, con nueva democracia,
por qué azota un dulce trueno, su ánimo de luz
y desaparece, en puntillas,
eyaculándose al parecer sobre el gran cántaro
de los cielos abiertos como muslos?
¡Está lloviendo a cántaros!
El grandioso evento, la lluvia misma,
es nueva hoy, ¿será nueva mañana?
11-9-97
(Publicado en La Blinda Rosada, España,
15 de julio del 2000)
Madre de las aguas
Sólo tú puedes ser diosa en los ríos,
náyade de los campos,
sólo tú, árbol de conocimiento
y real esperanza.
¡Tú desocultas lo que se esconde
en el azar y todo lo pones a raya!
Eres el ser extenso
más bello y luminoso;
eres niña y mujer y madre
y autora de los años
y las sabias tormentas
¡por eso se te invoca como vírgen!
por ser tan poderosa,
bruja, salvaje,
independiente.
En los eventos causales
eres la pera que no se pide al olmo.
Niegas al taimado sus caprichos.
El honesto fuete te pervive.
Te han dicho débil y te han esclavizado
pero, saben todos que eres
el ibris, la riqueza visible
y el gran salto
del dolor a la dicha,
de la fe a la creación concreta.
¿Ves por qué sólo a tí pido?
4-11-1983
Continuación de Tantralia (3)
Correo
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