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El Uso Del Traje

_______________________________Rosa Carmen Angeles.

En el mundo en que nos tocó vivir resulta normal que un hombre se vanaglorie, si puede, de que tiene una esposa muy bonita, un carro último modelo, una casa preciosa y un traje de casimir inglés. No sé, pero me da la impresión que eso de usar traje todos los días, para un hombre debe de resultar algo bastante odioso.

Por el traje que un hombre usa puede uno deducir sus gustos, posición económica, temperamento, partido político y hasta su religión Yo tuve una vez un novio que cuando se ponía traje me preguntaba: "¿Con este traje parezco gángster?" Yo que más hubiese querido, en ese entonces, que él pareciera gángster: así todo el mundo se habría arrodillado ante mí para besarme la mano, al menos de esa manera pensaba yo en ese tiempo. El traje masculino tal como lo conocemos ahora (saco, camisa, corbata) data del siglo XIX, y surge de mano del Romanticismo y se trataba de ropas bastante holgadas, muy de acuerdo con el ideal de libertad que el movimiento artístico valoraba; a diferencia del traje apretado del siglo XVIII, que era pegadísimo al cuerpo, mismo al que para ponérselo los hombres de aquella época casi tenían que untarse el cuerpo con mantequilla derretida a fin de que pudiese entrar sin trabajos: bastante incómodo. Con la llegada del Romanticismo los hombres vistieron más tranquilos y salieron mejor librados. Si las mujeres atormentamos nuestra fantasía a la hora de embellecernos, un hombre sólo necesita un buen traje para sentirse un príncipe; así, pues, si una mujer bien puede disfrazarse de gitana bailaora de flamenco para impartir sus clases en un colegio de monjas, ningún hombre osaría usar un traje de luces para presentarse a trabajar en su oficina. La buena voluntad que tiene mucha gente, le ha hecho pensar que un hombre que usa traje puede resultar un prospecto valioso; entonces, muchos hombres a la hora de andar noviando o procurarse un buen trabajo se ponen el mejor de sus trajes y se lanzan a la calle. "Este muchacho no sabe trabajar, pero, ¿a poco no se le ve bien el traje?" Algunas empresas piensan que contratar a un hombre que no usa traje puede implicar sucesos terribles y aterradores, como por ejemplo armar un sindicato en el trabajo.

A veces usar un buen traje puede cambiar por completo la personalidad y la vida de mucha gente; hay hombres que en sus adentros resultan relamidos y vegetarianos, pero que cuando se ponen un traje se sienten guapos y pizpiretos: arrugan mucho la nariz, se ponen muy contentos y andan por el metro pellizcándole las pompis a las muchachas.

"Querido mío, queridísimo, el mejor trajeado y apuesto, ¿por no huí contigo aquella noche de San Juan?"

Hay hombres que hasta en las tardes tristes sienten una necesidad imperiosa de usar traje; sienten que de no usarlo, sus posibilidades se ven disminuidas y las mujeres podrían hacerles un feo.

Las estadísticas muestran que los abogados y los estudiantes de Derecho son los más aficionados al whisky y a usar trajes que los que ejercen otras profesiones, aunque así vestidos luzcan como un farol pasado de moda.

"¡Qué feliz es el hijo de la reina con tantos trajes!", escuché una vez decir a un estudiante de Derecho que con un porte muy altivo lucía un descolorido traje de terlenka.

Si algunos estudiantes de la carrera de Leyes serían capaces de vender a su tía con tal de tener un buen traje, los alumnos de las escuelas de Ciencias Políticas y Filosofía y Letras desde hace mucho han prendido una fogata y han lanzado a la hoguera hasta el traje con el que hicieron su primera comunión. Mi madrina Chata contaba que a ella en su juventud le atrajeron los hombres apuestos y de aspecto marcial, y que por lo mismo un día se consiguió un novio flaco y bilioso, pero que usaba un traje de cadete del Colegio Militar con el que se veía muy guapo. "He salido con usted tres noches seguidas y eso ya quiere decir algo", contaba mi madrina la forma en que el tipo se le había declarado. "Cuando se ponía el traje se veía tan guapo que ni los taxistas le quería cobrar", decía. Mi madrina se sentía tan orgullosa de su novio que lo llamaba siempre el cadete. Hasta una mañana muy temprano en que lo encontró barriendo una banqueta y entendió así que todo había sido una mascarada porque el tipo trabajaba como galopino de una cervecería, que nunca estuvo inscrito en el Colegio Militar, que el traje se lo alquilaban y se lo cobraban diariamente. Y algo ha de tener, en efecto, que ver la manera de vestir.

Cantinflas cuando salió de traje de etiqueta en Caballero a la medida lucía totalmente distinto y sólo volvió a la realidad cuando se le veía 1a en la espalda aquel anuncio de: "Soy feliz porque me viste Ortiz".

El vestirse de una o de otra manera en tiempos pasados para que se distinguieran entre ellas las diversas clases sociales: en la actualidad ya no podemos hacer fácilmente esa distinción, pues luego nos encontramos gente multimillonaria vestida con prendas todas remendadas casi como si no hubieran comprado ropa en mucho tiempo, y a simples empleaditos de banco muy trajeados y con corbata esperando el "pesero" por que no pueden pagarse un taxi. Para bien o para mal, la moda hippie de los 60 crea la confusión y ahora no se pueden distinguir los estratos sociales. Qué bueno, porque así la gente no siente el feo si la tratan por la ropa que trae puesta. De todos modos, pienso que vestirse con elegancia redunda en beneficio de nuestra estética particular.

Cantinflas cuando salió de traje de etiqueta en Caballero a la medida lucía totalmente distinto...

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