Nocturno de la sala

Estoy solo en la sala sobre un diván amigo,

la noche, el aire, el miedo, me hacen estremecer,

la romántica luna me ve desde un postigo

con largas y curiosas miradas de mujer.

La noche, como búho se ha metido en la sala,

una guitarra, lejos, preludia una canción,

una lechuza corta la sombra con el ala,

y en un péndulo que oscila parece un corazón.

En un rincón, debajo de un clarIsimo escudo

glorioso lienzo en ruinas que pintó no sé quién,

el piano de mi novia se ha quedado desnudo

y sueña con los grandes nocturnos de Chopin.

Pienso en mI como en uno que de nada sabía

callado y taciturno me pregunto: Quién soy?,

y advierto que en la noche desolada y vacía,

sobre el diván tendido como una esfinge estoy.

Quién soy?, soy el poeta, yo mismo me respondo,

por capricho del hado diabólico y fatal,

debajo de esta máscara de mi sonrisa escondo

la indefinida angustia de un misterioso mal.

El amor, la quimera, mi flor y mi cordera

se las llevó una tarde la novia que perdí,

tengo el alma en otoño, la carne en primavera,

y siento que algo bueno se está muriendo en mI.

Nunca sueños inútiles de gloria en mí sorprendo,

mis sueños se acabaron para siempre jamás,

es por eso que algunos me definen diciendo,

que soy un viejo, el único de veinte años no más.

La guitarra y el péndulo ya dormidos se quedan,

algún día como ellos dormirá el corazón,

mis párpados se cierran...

mis pestañas se enredan... y la luna?

La noche parece de carbón.

No estoy solo en la sala, mi novia está conmigo,

al piano va... me llama... doy un grito y la sigo...

tengo miedo, ese piano parece un ataúd.

Alfonso Gutiérrez Betancourt

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